El 26 de julio de 1959, Camilo arribó de nuevo a La Habana al frente de la caballería integrada por unos 200 campesinos, procedente de Las Villas para conmemorar la heroica fecha. Autor: Perfecto Romero Publicado: 21/09/2017 | 05:57 pm
La demostrada perspicacia militar, temerario valor, y madurez de las ideas revolucionarias de Camilo Cienfuegos Gorriarán, determinaron que le asignaran las misiones en la vanguardia de las primeras fuerzas del Ejército Rebelde, y que, además, con solo 26 años, fuera ascendido a Comandante y promovido a jefe de la Columna 2 «Antonio Maceo», que junto a la Columna 8 «Ciro Redondo», bajo el mando del Comandante Ernesto Che Guevara, realizaran la invasión al centro del país. A Camilo correspondería la encomienda ulterior de llevar la guerra hasta el extremo más occidental: Pinar del Río.
El delgaducho y entonces desconocido joven habanero, a fuerza de coraje, inteligencia, audacia y sacrificio, desde las primeras acciones en 1956, no solo se integró a la Columna 1 «José Martí» que dirigiera Fidel Castro, sino que se convirtió en el hombre de confianza del líder de la naciente Revolución Cubana.
Camilo Cienfuegos vivió 301 días después del triunfo de la Revolución, el 1ro. de enero de 1959, sin embargo, por su humanismo, fervor revolucionario, alegría y carismática personalidad se ha ganado el cariño y la admiración de los guerrilleros y del pueblo, al punto de que más de una historia sobre él aún vive en el imaginario popular.
Nacido el 6 de febrero de 1932 en la barriada habanera de Lawton, La Habana, Camilo Cienfuegos Gorriarán inicia sus estudios en 1939 en la Escuela Pública No. 20, en San Francisco de Paula. Cuentan que desde pequeño se destacaba por defender a los niños pequeños que eran víctimas de los abusos de los infantes mayores.
Una de las narraciones de Ramón Cienfuegos, padre de Camilo, recogidas en el libro El hombre de las mil anécdotas de Guillermo Cabrera Álvarez, revela un conmovedor pasaje de la infancia de su hijo.
Cuando el ciclón del 44 era muy niño y nunca había visto un ciclón. Estaba loco por saciar su curiosidad.
Yo le decía: “Niño, los ciclones son peligrosos, les tumban las casas a las personas y causan mucho daño.”
Ni quien lo convenciera. Vino el ciclón y pasamos todo el tiempo con la puerta semiabierta.
Cuando todo terminó y salimos a la calle, lo primero que vio fue la casa de un compañerito a quien quería mucho, o mejor dicho, lo que quedaba de la casa, que se había caído. A la familia no le pasó nada, pero Camilo se entristeció y prometió no volverse a alegrar por la llegada de un ciclón.
El niño Camilo en la Escuela Pública No. 20.
Durante la lucha de liberación protagonizada por el Ejército Rebelde, el Comandante Camilo Cienfuegos, en cumplimiento de la misión encomendada por Fidel Castro, se trasladaba desde la zona oriental de Cuba hacia el occidente al frente de la Columna 2 «Antonio Maceo».
El 25 de diciembre de 1958, las tropas de Camilo en Yaguajay reciben dos morteros y una bazuca.
Foto:Perfecto Romero
Desde el 21 de diciembre las fuerzas rebeldes estrechaban el cerco a Yaguajay. Una vez tomado los centrales Narcisa y Vitoria comenzaron el hostigamiento a la fuerzas de Batista dentro del pueblo y el 24 tomaron la jefatura de la policía, el Hotel Plaza, el Gran Hotel y la Sociedad Colonia Española. Sin embargo, en el interior del cuartel, unos 350 soldados bien armados y con suficiente pertrechos, bajo el mando del capitán Alfredo Abon Lee, resistían pese el asedio de más de una semana y los intentos de volar el fortín.
Por esos días, Camilo personalmente, auxiliándose de un equipo de audio, llama a las fuerzas defensoras del cuartel a la rendición. Al explicarles que no recibirían refuerzos, los conmina a evitar más derramamiento de sangre.
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Otra de las historias recogidas en el texto de Guillermo Cabrera Álvarez, dedicado al Señor de la Vanguardia, revela detalles del encuentro de Camilo con el Capitán Alfredo Abon Lee:
El Capitán sitiado accedió a la conversación durante la tregua y se aprovechó la presencia de un vehículo para trasladar a la esposa e hija de un militar, de visita en el cuartel en el momento de comenzar el ataque.
Camilo llegó con sus ayudantes repartiendo cigarros y tabacos a los soldados, apiñados en la puerta para conocerle. A la entrada, contrastando con la alegría característica del guerrillero, estaba la marcialidad aprendida en la escuela de oficiales del jefe de la plaza.
Durante la conversación inicial, se le ofreció al capitán Abon Le garantía absoluta para él y su tropa, puesto que el objetivo era la ocupación del cuartel, las armas y el parque,
Abon Le se negó a aceptar las condiciones rebeldes y decidió continuar peleando, pese a la evidente inutilidad de la resistencia.
Al salir del despacho, el Comandante se detuvo en la puerta.
‐ Es una lástima, Capitán ‐‐dijo‐‐ yo tenía el compromiso con sus soldados de comernos esta Nochebuena veinte puerquitos asados‐‐ y se volvió sonriente a la tropa.
Abon necesitaba una frase para escapar del ridículo y la encontró.
‐ Las circunstancias me hacen imposible aceptar el ofrecimiento, se desmoralizaría la tropa, señor.
Se dieron las manos, y el delegado barbudo se alejó hasta sus posiciones.
La batalla de Yaguajay para doblegar la resistencia de la guarnición del ejército se extendió hasta la tarde del día 31 de diciembre. Esta ofensiva constituyó un golpe decisivo del Ejército Rebelde para debilitar las fuerzas represivas del tirano Fulgencio Batista. La audacia de Camilo en esta batalla le granjeó el sobrenombre de «El Héroe de Yaguajay».
Camilo en Yaguajay después de rendirse el cuartel.
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Camilo es entrevistado por un grupo de periodistas en la Ciudad Escolar Libertad.
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Camilo junto a uno de los 12 campesinos pinareños, denominados Malagones, que vinieron después de la captura de Luis Lara Crespo, conocido como el «Cabo Lara», torturador y asesino de la derrocada dictadura de Batista.
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El Che y Camilo desde los primeros momentos de la etapa de lucha establecieron una gran amistad y se enviaban notas en las que junto a las recomendaciones e informaciones, solían bromear con frecuencia.
El 24 de abril de 1958, en una de esas breves cartas Camilo dijo al Che:
«Che, Hermano del alma:
«Recibí tu nota, veo que Fidel te ha puesto al frente de la Escuela Militar, mucho me alegra pues de ese modo podremos contar en el futuro con los soldados de primera, cuando me dijeron que venías a «hacernos el regalo de tú presencia», no me agradó mucho, tú has desempeñado papel principalísimo en esta contienda si te necesitamos en esta etapa insurreccional más te necesita Cuba cuando la guerra termine por lo tanto bien hace el Gigante en cuidarte.
«Mucho me gustaría estar siempre a tu lado, fuiste por mucho tiempo mi jefe y siempre lo seguirás siendo. Gracias a ti tengo la oportunidad de ser ahora más útil, haré lo indecible por no hacerte quedar mal.
«Tu eterno chicharrón. Camilo»
En varias oportunidades Che manifestó su afecto y admiración por Camilo. El 28 de octubre de 1964, en un acto en el Ministerio de la Construcción de La Habana con motivo de conmemorarse el quinto aniversario de la desaparición física del entrañable guerrillero Che expresó: «Lo que a nosotros—los que recordamos a Camilo como una cosa, como un ser vivo— siempre nos atrajo más, fue, lo que también a todo el pueblo de Cuba atrajo, su manera de ser, su carácter, su alegría, su franqueza, su disposición de todos los momentos a ofrecer su vida, a pasar los peligros más grandes con una naturalidad total, con una sencillez completa, sin el más mínimo alarde de valor, de sabiduría; siempre siendo un compañero de todos, a pesar de que ya al terminar la guerra era, indiscutiblemente, el más brillante de todos los guerrilleros».
Ese día para ejemplificar la solidaridad de Camilo evocó lo sucedido poco tiempo después del revés sufrido por los combatientes rebeldes en la zona de Alegría de Pío: «Nos habían sorprendido; en la huida yo perdí mi mochila, alcancé a salvar mi frazada nada más, y nos reunimos un grupo disperso. Fidel había salido con otro grupo.
«Quedamos unos diez o doce. Y había más o menos una ley no escrita de la guerrilla que aquel que perdía sus bienes personales, lo que todo guerrillero debía llevar sobre sus hombros, pues debía arreglárselas. Entre las cosas que había perdido estaba algo muy preciado para un guerrillero: las dos o tres latas de conserva que cada uno tenía en ese momento. Al llegar la noche, con toda la naturalidad cada uno se apresaba a comer la pequeñísima ración que tenía, y Camilo— viendo que yo no tenía que comer, ya que la frazada no era un buen alimento— compartió conmigo la única lata de leche que tenía; y desde aquel momento yo creo que nació o se profundizó nuestra amistad».
En el prólogo del libro Guerra de Guerrillas escrito por el Che y dedicado al Comandante Camilo Cienfuegos escribió: «Todas estas líneas pueden considerarse un homenaje del Ejército Rebelde a su gran Capitán, al más grande jefe de guerrillas que dio esta revolución, al revolucionario sin tacha y al amigo fraterno.» Che al referirse a Camilo afirmó: «Camilo fue el compañero de cien batallas, el hombre de confianza de Fidel en los momentos difíciles de la guerra y el luchador abnegado que hizo siempre del sacrificio un instrumento para templar su carácter y forjar el de la tropa.»
Camilo y Che en Sancti Spíritus en un recorrido por la Feria Ganadera. Los dos líderes intercambiaron sombrero y boina.
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Poco después del triunfo de la Revolución, Camilo se corta el cabello en la Ciudad Escolar Libertad.
Sin dudas lo que más recuerdan del eterno Comandante del sombrero alón era su espontaneidad para bromear y hacer travesuras.
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En abril de 1959, Camilo y Raúl pasan revista a la tropa que construiría la escuela para huérfanos de guerra en Las Mercedes, Sierra Maestra. Este centro escolar tras la desaparición física de Camilo pasaría a nombrarse oficialmente como el guerrillero.
El líder de la naciente Revolución Cubana sentía una gran admiración y respeto por el joven Camilo. La expresión «¿voy bien?» de Fidel a Camilo en los primeros días de su llegada a La Habana demuestra la total confianza, fe absoluta y el reconocimiento de sus genuinas ideas revolucionarias.
Fidel y Camilo durante una pesca en la Laguna del Tesoro en Ciénaga de Zapata.
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El 24 de julio de 1959, Fidel y Camilo en el hoy Latinoamericano, por entonces Estadio del Cerro, momentos antes del partido de exhibición entre el equipo de la Policía Nacional Revolucionaria (PNR) y los Barbudos, una selección integrada por miembros del Ejército Rebelde.
Este día se anuncian como lanzadores a Fidel Castro y a Camilo Cienfuegos. Pero cuando el Señor de la Vanguardia entra en el terreno, lo hace con el uniforme de Barbudos y con una mascota de receptor afirma: «Contra Fidel yo no estoy ni en juego de pelota».
En el juego mientras Fidel ocupaba el montículo de los lanzadores, en la novena de Los Barbudos, Camilo le atrapaba sus líneas como receptor.
A Camilo desde pequeño le apasionaba tanto el béisbol que perdía la noción del tiempo cuando jugaba. Su posición preferida era la de receptor.
En sus inicios era un mal jugador, al punto que los muchachos no lo querían en su equipo, pero se esforzó tanto por aprender que se ganó participar en el campeonato de béisbol intercolegial del año 1947.
En el estadio del Cerro, Camilo realiza algunos lanzamientos antes del célebre tope beisbolero.
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Camilo y Fidel realizan entrada al Estadio del Cerro. El duelo entre la escuadra de la PNR y el elenco Barbudos termina 3-0 a favor de los últimos.
Camilo fue uno de los más destacados jefes militares. El Señor de la Vanguardia —como lo llamara el Che— recoge en su aval varias gestas: fue el primero de los oficiales rebeldes de la Sierra Maestra en bajar a combatir al llano, también lideró la llegada de los jefes guerrilleros a Las Villas, el 7 de octubre de 1958, porque el Che, su hermano de la guerra, arribó una semana después.
Igualmente fue el primero en tomar un Regimiento, el de Matanzas, el 2 de enero de 1959, y el primero en llegar a La Habana, ese mismo día a las cinco de la tarde, cuando entró al campamento de Columbia.
El día 8 de enero de 1959 Camilo acompañó a Fidel en la entrada triunfal de la Caravana de la Libertad a La Habana.
La valentía y suspicacia demostradas por Camilo, como guerrillero y jefe militar en numerosas misiones a la vanguardia de la lucha armada, unido a la fuerza de sus ideas determinaron que el 21 de enero fuera nombrado Jefe del Estado Mayor del Ejército Rebelde.
El 26 de julio de 1959, Camilo arribó de nuevo a La Habana al frente de la caballería integrada por unos 200 campesinos, procedente de Las Villas para conmemorar la heroica fecha.
Camilo con los bolsillos llenos de papeles. Los que estuvieron cerca del guerrillero afirman que se caracterizaba por recoger y que se tramitarán las notas con inquietudes que le entregaba la población en esos primeros momentos de la Revolución.
Acerca de esta costumbre del guerrillero del sombrero alón, Vilma Espín, en el título El hombre de las mil anécdotas cuenta:
Camilo acostumbraba a hacerle bromas a todo el mundo, así que todos estábamos siempre un poco en guardia con él... eran bromas realmente infantiles, que hacían reír.
En los primeros tiempos, en el año 1959, cuando vivíamos en Ciudad Libertad, se celebraban en la habitación de Raúl y mía muchas reuniones.
Cuando Camilo salía, y como ya lo conocíamos, teníamos que registrarlo porque acostumbraba a llevarse, por broma, un montón de cosas en los bolsillos, y me dejaba las almohadas pintadas de corazones y con letreritos de las cosas que se habían estado conversando.
Foto:Perfecto Romero
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