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El campo está pariendo

La producción agropecuaria en el primer semestre creció 17,6 por ciento con respecto a enero-junio de 2013, pero aún no alcanza lo cosechado hace ocho años

Autor:

René Tamayo León

Parece que el interregno abierto en el sector agropecuario tras la catastrófica temporada ciclónica de 2008 ha concluido y las producciones retoman el buen camino de forma firme y duradera.

Luego de que en el primer semestre de 2007 los trabajadores del campo casi acariciaron, por ejemplo, los dos millones de toneladas de viandas y hortalizas, los resultados en idénticos períodos sucesivos comenzaron a alejarse de esa promisoria cifra, la que, por supuesto, era y es bastante insuficiente.

La etapa enero-junio (el período de mayores cosechas en el país)  este año muestra otro cariz. El Índice de volumen de la producción agropecuaria —que excluye la caña de azúcar y la producción de patios y parcelas—, creció en un 17,6 por ciento en comparación con iguales fechas del año precedente.

Según el más reciente informe al respecto de la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI), adscripta al Consejo de Ministros, Sector agropecuario. Indicadores seleccionados. Enero-Junio de 2014. Edición Agosto de 2014, la agricultura no cañera subió un 25,6 por ciento, y la ganadería 8,4 por ciento (ver en www.onei.cu).

De viandas, hortalizas y más

Las 1 930 700 toneladas —en números redondos— de viandas y hortalizas recolectadas en el primer semestre de este año, aún no alcanzaron las 1 950 800 toneladas producidas en 2007 —cosecha que, de todas formas, no estuvo cerca de lo que se necesita de la agricultura cubana.

La publicación de la ONEI incluye muchos rubros básicos, como arroz, frijol, maíz, cítricos y otros frutales, además de la ganadería—carne, leche y huevos.

Abundamos solo en viandas y hortalizas para abreviar el análisis; porque resumen las tendencias del sector agropecuario, y porque determinan la dinámica de los precios en el mercado.

Hay que subrayar, no obstante, la tendencia creciente, y al parecer irreversible —por las políticas estatales para su desarrollo, incluyendo mayores inversiones, insumos y precios— que están mostrando el arroz, el frijol y el maíz, entre otros rubros.

Excluimos la papa, para la que hay evidentemente una estrategia para optimizar el área sembrada y hacer más eficientes los costos; y los cítricos, una especie permanente y lenta, cuyas viejas plantaciones fueron durante años muy afectadas por los ciclones y más recientemente por la letal plaga del huanglongbing («dragón amarillo», en idioma mandarín), que se estuvo cebando durante años en otras regiones del Caribe, llegó a Cuba y ahora afecta los cítricos de la Florida.

De allá y de aquí

Empezamos hablando de los ciclones de 2008 no porque estemos sugiriendo que debido a ellos la producción de viandas y hortalizas todavía no ha recuperado los niveles de 2007 —eso sería absurdo, en seis años cualquier rubro agropecuario supera esa crisis—, lo mencionamos porque caracteriza una etapa muy específica para el sector.

Sobre el comportamiento productivo en esta área estratégica de la nación han estado pesando todos los problemas externos e internos que han marcado este período, desde la crisis estructural de la economía mundial, cuyo más reciente y actual episodio se destapó precisamente en 2008; del constante aumento de los precios de maquinaria, insumos, pienso, combustible... hasta la imposibilidad de acceder a créditos internacionales favorables, como parte de la agudización del bloqueo estadounidense.

Y, por supuesto, también pesan, con gran fuerza, las insuficiencias internas, incluidos viejos y nuevos errores, tanto a nivel «macro» como al interior de las bases productivas.

Sin embargo, un análisis detallado de las actuales políticas y de los resultados, producto por producto, me permite afirmar —muy personalmente— que lo que se ha hecho en los últimos años ya comienza a dar resultados.

Raíz profunda

El crecimiento de 17,6 por ciento del Índice de volumen de la producción agropecuaria en el semestre enero-junio de 2014 es —siempre en mi criterio— un efecto estructural, no coyuntural.

La subida ha sido a pesar de que la producción de papa ha bajado (y al parecer no subirá mucho en adelante: independientemente de la productividad, si usted reduce drásticamente áreas sembradas por supuesto que no va a crecer igual); a pesar de que el cítrico no levanta (y no lo hará en breve, su recuperación incluye al «señor» Tiempo y con ese nadie puede); y de que los cultivos sensibles a las temperaturas y las lluvias extemporáneas se resintieron mucho este invierno: el tomate, la cebolla y la misma papa no rindieron lo que debían.

¡Ah!, es verdad que el plátano empujó hacia arriba los números, al igual que los tubérculos y raíces «más rústicos», de mejor comportamiento ante aguas y temperaturas «extras». Y es bueno que pasara. Son testimonio del equilibrio, de la sinergia que puede lograrse entre cultivos  para incrementar los niveles de cosecha, lo que poco a poco, al parecer, se va engarzando de mejor manera en la estrategia agrícola nacional.

No obstante, por las características geográficas del país y los niveles de tecnificación del sistema agropecuario, los cubanos seguiremos expuestos a los elementos.

Sé que al público no le gusta este asunto, y cuando el redactor lo toca le tiran trompetillas —«y dale con las justificaciones», comentan en la calle o postean en el sitio digital de JR—, pero si este año hay ciclón, no vamos a crecer mucho y habrá menos plátano para el año que viene.

Y si el evento climático El Niño se establece, el próximo invierno tendremos lluvias «fuera de lugar», con sus respectivas afectaciones a las siembras y las plantaciones.

La billetera no para de llorar

«Sí, crecimos, ¿y los precios? ¡Los precios no bajan!», dirán los lectores que han llegado hasta aquí. Así mismo es. ¡Y no bajarán! —responde el redactor, aunque moleste.

Como comentamos al inicio, los resultados de enero-junio de 2014 en el sector agropecuario todavía no se igualan a los de igual período de 2007, los que —reiteramos— tampoco se acercaban a lo que necesitamos de la agricultura cubana.

De entonces a acá, la demanda no solo sigue siendo insatisfecha, sino que ha escalado exponencialmente con el surgimiento de nuevos actores económicos —cuentapropistas y cooperativas— en el sector gastronómico; el crecimiento del turismo y la posibilidad de que los productores vendan de forma directa a estas instalaciones; la aplicación experimental de nuevas formas de comercialización en las tres provincias habaneras; la política estatal de reducir las contrataciones de cosechas...

Mucho se debate sobre la cuestión de los precios. Se habla de especulación; de precios monopólicos en el mercado de oferta y demanda; de acuerdos tácitos o hasta de «firmas con sangre» entre ciertos segmentos de vendedores; de que el Gobierno debería topar los precios a todos los productos; incluso, de que los agricultores privados no están estimulados a producir más (lo cual no es totalmente cierto, las estadísticas lo desmienten; lo demostraremos en otro momento).

Hay de todo. Independientemente de que estos episodios sí tienen un impacto en la dinámica de precios, también es bueno comprender —según he oído decir a especialistas y autoridades del área económica del país—, que los concurrentes al mercado cada día salen a buscar la maximización de la ganancia.

Como mismo el comprador intentará gastar lo menos posible, el vendedor va a tratar de sacarle todo lo que el mercado pueda ofrecerle, a «exprimirlo». Ese es «el juego».

Los precios dependen de la producción, y esta aún es insuficiente. Mientras eso no se resuelva de forma definitiva, seguirá el dilema. Para algunos quizá peque de ingenuo, pero lo que pasó en el primer semestre del año apunta al buen camino.

Aunque a un paso lento para mi gusto, las soluciones a la agricultura cubana, según los resultados, han caminado y aún andan por el camino de lo estructural, no de las coyunturas. El tiempo dirá si estoy equivocado o no. Pero sí, soy optimista.

(a) Tabla elaborada por el redactor a partir de las publicaciones Sector agropecuario. Indicadores seleccionados y Sector agropecuario. Principales indicadores, ambas de la ONEI. Excluyen la producción de patios y parcelas.

(b) Estimaciones del redactor. La publicación no está disponible en el sitio web de la ONEI. Los cálculos son aproximados y se basan en números redondos.

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