Edilia Ballesteros Méndez (Yiya) compartió numerosas jornadas de trabajo junto al líder bolivariano. Autor: Cortesía del entrevistado Publicado: 21/09/2017 | 05:31 pm
MATANZAS.— «¿Dónde está mi profe Yiya? Por favor, que mi profe Yiya suba y se siente a mi lado», fue el pedido del Presidente Hugo Rafael Chávez Frías durante una reunión en Caracas.
La máster en Ciencias de la Educación Edilia Ballesteros Méndez (Yiya) está conmocionada. Durante sus tres años en la Patria de Bolívar compartió numerosas jornadas de trabajo junto al líder bolivariano.
«Como educadora matancera y cubana hablar de esa figura tan inolvidable para todos nosotros nos estremece, nos conmueve, pero nos llena de orgullo haber tenido la oportunidad y el gran privilegio de compartir muchos momentos con él, como parte de la Coordinación Nacional de la Misión Robinson; estuve allá desde el 2003 al 2006 y participé en el momento en que Venezuela se declaró Territorio Libre de Analfabetismo.
«En esa época el contacto era directo con él, por la necesidad que él tenía de que su pueblo saliera de esa oscuridad en la que se encontraba».
—¿Qué significa para usted esa amistad con Chávez?
—Es algo que nunca olvidaré. Conservo en mi casa fotos y videos en los que me encuentro con él y realmente pasarán muchos años y nosotros a ese gran hombre nunca lo vamos a olvidar, porque se parece mucho a Fidel.
«Es el seguidor de Bolívar, de Martí, de Fidel… un gran alumno de esas grandes personalidades de la patria. Una persona muy sencilla, cariñosa, respetuosa, siempre nos llamaba “Mis profes cubanos”. Siempre nos sentimos cómodos en las grandes reuniones con él, porque nos trataba con respeto, escuchaba el criterio de todos, consideraba que lo mejor para su pueblo era la experiencia de la educación cubana, se interesaba por cómo podíamos llevarla a ese país y contextualizar en ese momento lo que estaba pasando allá con vivencias de nosotros cuando declaramos a Cuba Territorio Libre de Analfabetismo.
«Escuchaba mucho a los cubanos, a su gabinete y a todas las personas que les daban criterios sobre la misión, que era muy importante para él. Eso nos llena de orgullo».
—Cuando recibió la triste noticia…
—Me conmovió mucho saberlo, pero la tristeza la tengo desde que supe lo de su enfermedad, pero nunca pensé que iba a llegar lo peor, guardé la esperanza de que la medicina cubana y su desarrollo nos daría la posibilidad de seguir contando con su presencia.
«Todos los cubanos nos sentimos muy dolidos. Cierro los ojos y me imagino esa Caracas efervescente, con esos pulóveres rojos, despidiendo a su querido Presidente.
—¿Qué mensaje le transmitiría al pueblo venezolano?
—Que sigan la lucha que él empezó, que no defrauden su pensamiento, que se mantengan con las ideas firmes y profundas. Ese pueblo que desde la salida de la noticia salió a las calles tiene que seguir su ejemplo, demostrarle al mundo que está consolidado el pensamiento patriótico y revolucionario de ese pueblo, y seguir para adelante con todo lo que él soñó y con todo lo que construyó para su pueblo querido.
—¿Cuánto cambió Venezuela con la Revolución?
—Cambió de manera excepcional. Llegamos a Venezuela en 2003 y ya llevaba unos años en el poder Chávez, pero al salir vimos el cambio en el modo de actuación, en el pensamiento de los venezolanos, y pienso por lo que vemos en la televisión que ese pueblo se dio cuenta de la necesidad que tenemos todos los latinoamericanos y las personas del mundo de contar con presidentes que respondan a los intereses del pueblo y no a una minoría.
—¿Cómo se sintió cuando Chávez la condecoró?
—Cuando nos impuso la Orden Amigos de la Patria de Bolívar, Fidel llamó por el celular al jefe de la misión y allí nosotros con esa efervescencia revolucionaria cantamos el Himno de la Alfabetización. Chávez me puso la mano encima del hombro y como a él le extrañaba que todos nosotros supiéramos ese himno, nos preguntó qué significaba ese canto. Ese recuerdo lo guardaré eternamente, le explicamos lo que para los educadores cubanos significaba ese himno. La tatareó siguiendo la música, porque no conocía la letra, pero como tenía un buen oído musical, se puso a tararearla junto a todos los cubanos.