Una «silenciosa» excavación comenzó en el corazón de la ciudad de Matanzas, en busca de sus huellas primigenias. Autor: Hugo García Publicado: 21/09/2017 | 05:16 pm
Matanzas.— Una «silenciosa» excavación comenzó en el corazón de la ciudad de Matanzas sin que los transeúntes hayan advertido su trascendencia.
Miembros del Comité Espeleológico de Matanzas y diversos grupos de Espeleología, bajo la dirección de Ricardo Viera y Leonel Pérez Orozco, avanzan en un mundo imaginable, pero desconocido, en sus tiempos libres de los sábados.
«Cuando uno conoce, por la documentación, de la urbe, la historia y sus detalles, es que se puede avanzar en la Arqueología», precisa Orozco.
Esos mismos conocimientos los condujeron a la calle de Jovellanos, entre Medio y Milanés, al costado de la Catedral de Matanzas, al encuentro de un nuevo sitio arqueológico.
«Sabíamos que en ese lugar se fundó la primera iglesia de esta ciudad, entonces sus huellas tenían que estar ahí; y al advertir que estábamos en presencia de los cimientos fundacionales de la villa, creímos que esta evidencia no debía taparse ni abandonarse», expresa el experto.
Ante el futuro parece abrirse una oportunidad única. «Queremos que todo esto quede como referencia para las futuras generaciones», añade Orozco, y por esa razón los especialistas están proponiendo «hacer una sala interpretativa o museo de la ciudad, en el que se resalte que este es un patrimonio importante y único en ella y, quizá, en muchas cabeceras de Cuba, que no pueden mostrar sus cimientos fundacionales y mucho menos su iglesia primitiva».
La arqueología confirmó la historia
Mientras recorremos el sitio de excavación, Orozco insiste en que la Arqueología confirmó la Historia, al encontrarse las huellas de postes de la iglesia y sus cimientos originales. Ahora excavan donde quizá se localiza una mitad de la iglesia, pues la otra parte está debajo de casas aledañas.
La pesquisa es joven, pero sus resultados prometen. «Estamos sorprendidos, porque además de lo esperado hemos encontrado muchos elementos del siglo XVIII. En las actas capitulares y otros documentos, las construcciones de esa época no aparecen reflejadas», asevera Orozco, para quien la Arqueología aporta algo que no sabían los historiadores: «Hay un elemento constructivo que es bastante raro, pues existe un posible túnel o letrina, y un pozo o aljibe, pero hay estructuras constructivas que ratifican que estamos en el XVIII y que se construyó encima de lo que fue la piedra original de la iglesia».
Según los especialistas, al desaparecer ese edificio en 1739 se realizaron construcciones diferentes, hasta que se hizo la panadería La Máquina, que en 1856 estaba en ese lugar, según consta en documentos oficiales.
«En estos momentos vemos en los archivos qué ha pasado con la historia del edificio que tenemos hoy. Y cuando excavemos la sala delantera, que da directamente a la calle, lo que encontremos nos va a corroborar y complementar lo que ya apareció en la habitación que trabajamos ahora», dice el conservador Orozco.
Hasta 1695 se estuvo construyendo la iglesia, año en que se entrega al padre Benítez Maceda y comienza a funcionar el templo, derrumbado en 1730 por un huracán. Luego se reconstruye y se piensa en una nueva que se hace en la antigua plaza de la iglesia, donde hoy está la Catedral.
Las excavaciones fueron autorizadas por las comisiones nacional y provincial de Patrimonio, y la Oficina del Historiador. En dos meses de trabajo empezaron a aparecer las huellas. Con sumo cuidado hubo que romper un piso de concreto y bajar a los estratos.
El licenciado Ricardo Viera sustenta que era un sueño largamente acariciado excavar en este lugar, y que para todos los arqueólogos matanceros esta labor es un privilegio.
Peldaños de un viaje al pasado
A raíz del colapso de la estructura del edificio que acogía al Museo del Deporte, aledaño a la Catedral, los investigadores comenzaron a mover los hilos para que se les autorizara a hacer la excavación.
Comenzaron con la búsqueda de información en el Archivo Histórico Provincial y posteriormente iniciaron las excavaciones, que han permitido apreciar contextos del siglo XVII, XVIII y XIX.
El objetivo principal de los trabajos —según los arqueólogos— es indagar en el contexto de la fundación de la ciudad a finales del siglo XVII. Hasta el momento han descubierto las huellas de los horcones y una estructura al fondo, que posiblemente pueda ser el altar de la iglesia.
También son importantes estos cimientos que están apareciendo, ya que la información de la etapa constructiva del siglo XVIII de ese lugar es escasa.
«Han aparecido hasta el momento muchas piezas arqueológicas que las ubicamos en los siglos XVII, XVIII y XIX; y elementos como un pisón, asociado al momento de fundación de la ciudad, un mortero dentro de una huella de poste de la construcción de la iglesia, huesos humanos y de animales», explica Ricardo Viera.
Ambos conservadores añaden que la primera iglesia era muy pobre y se levantó en horcones, tablazón y techo de guano, y que en las excavaciones se comprobó que realmente existió un edificio levantado sobre horcones, con elementos arqueológicos vinculados con el estrato de relleno que está asociado a las huellas de horcones que pertenecen a las postrimerías del siglo XVII.
Según consta en los documentos históricos por ellos consultados, la primera misa se desarrolló en esta ciudad el 12 de octubre de 1693, y fue dirigida por el Obispo de Cuba Diego Evelino de Compostela y el gobernador interino Severino de Manzaneda. Y para aquella fecha, aunque todavía no estaba la iglesia construida, sí estaba delineada, y se colocó una piedra en la zona donde iría el altar, se clavó en la tierra una cruz alta y al día siguiente, cuando se trasladaron al Castillo de San Severino, hicieron los mismos actos.
El joven Viera considera que «lo más importante es hacer bien este trabajo: recuperar bien los contextos y los elementos arqueológicos, porque es un lugar valioso que no se debe pasar por alto, que debe conservarse y preservarse para que todos los cubanos puedan venir y observarlos. Todo esto que encontramos en las excavaciones es parte de la historia «sepultada» de Matanzas, y que sale a la luz por primera vez».
A través de las descripciones históricas de la ciudad, que aparecen en las actas capitulares, se supo de las dimensiones de las manzanas y el trazado urbano de la metrópoli desde su fundación.
El especialista Ricardo Viera precisa que «existía una descripción de las dimensiones originales de la iglesia fundacional, según lo que plantean los constructores, por eso realizamos un estudio topográfico del lugar y determinamos dónde se encontraba parte de la iglesia, que contó con ocho varas de atrio, una calle de ocho varas que rodeaba el edificio, 36 varas de cañón y seis de sacristía, además de dos naves laterales de seis varas cada una. Es posible que no se haya construido con esas dimensiones; sin embargo, con las excavaciones podremos rebatir o confirmar estas informaciones».