La Tootsie fue una de las más importantes promotoras de la canción infantil en el país Autor: Juventud Rebelde Publicado: 21/09/2017 | 05:04 pm
Todavía me parece estarla viendo rodeada de todos nosotros cuando muchos no pasábamos los cinco años de edad, intentando hacernos aprender de oído las melodías, porque ninguno sabía de música. Así pasaban los días en que conocí a Antonia Luisa Cabal, la Tootsie de todos los guantanameros, siempre rodeada de pentagramas, de sonidos, de juventud, a sus más de ocho décadas de existencia.
Cualquiera de los acontecimientos de la vida cultural en Guantánamo, fundamentalmente de la música, había pasado ya por las manos de esta mujer o por el taller de su mente en constante creación, sin un minuto de descanso.
La Sociedad Filarmónica fundada en la provincia el 7 de febrero de 1949 tuvo a Tootsie como vicepresidenta, quien se dedicó no solo a agrupar a lo mejor del quehacer musical de la región, sino a su promoción y divulgación así como a elevar la cultura de la ciudad.
Musicóloga, investigadora de la obra de Esteban Salas junto a Pablo Hernández Balaguer, luego de su graduación en la Universidad de Oriente se dedicó al magisterio en su natal Guantánamo, primero con una academia particular y luego con la escuela de arte Luis A. Carbó, que sería años más tarde la Vocacional de Arte Regino Eladio Boti.
De allí salieron artistas como Conrado Monier, arreglista y compositor; Alex Rodríguez, flautista concertista; Agiani Paján y Teresa Paz, entre otros muchos que dejan hoy su huella en la cultura cubana.
En 1962 también funda el Coro Mixto (polifónico) del que se deriva en 1971 el Coro Masculino de Guantánamo, único de su tipo por muchos años.
Encuentros como el de pianistas Pepe Gallart, el de tríos y el de música de concierto y popular tuvieron en Tootsie a una ideóloga y defensora.
Otro de sus grandes proyectos fue la creación en 1986 del Coro Vocecitas de Cristal, con el que organiza posteriormente el Festival de Interpretación Infantil, que vio la luz por primera vez en Guantánamo en 1987.
Varias fueron las generaciones de este coro, del que no solo salieron buenos músicos sino también doctores, estomatólogos, arquitectos, comunicadores sociales, periodistas… que aunque no se dedicaron a la música, nunca han dejado de apreciarla y recuerdan esos tiempos entonando alguna melodía; tiempos que los hicieron mejores personas, que les enseñaron una rigurosa disciplina y sobre todo mucha constancia.
Voz Tempo, agrupación coral en la que trabajaba, ya cosechaba éxitos por la calidad de sus propuestas, lo cual impulsaba sus sueños: la sala de conciertos de la provincia o la compañía de canto lírico de su natal aldea.
Su andar pausado, las arrugas en la cara y hasta la curvatura de la espalda disfrazaba bien al espíritu emprendedor e incansable que nunca había dejado de tener cabida en su siempre joven corazón.
No por falsa modestia era desafecta de las distinciones y reconocimientos. Lo hecho no era más que su deber con la tierra que le dio vida.
El Premio Nacional de Cultura Comunitaria, la Medalla por la Cultura Nacional Alejo Carpentier, la Orden Raúl Gómez García, el Premio Los zapaticos de rosa, de la Organización de Pioneros José Martí; el Caracol de la UNEAC y más recientemente el Maestro de Juventudes, de la Asociación Hermanos Saíz, se encuentran entre sus reconocimientos.
El Guamo en 1991, el Puntero de oro, del Centro de la Música; el Cemí y la Fama, símbolos de la provincia y la ciudad de Guantánamo, respectivamente, así como el Premio Provincial de Música, también eran parte de su haber.
Cuando me encontraba frente al hecho de despedirme de ella, sentí que seguirá estando en cada melodía que crezca en la voz de algún niño o en el virtuosismo de cualquier concertista.
Para mi profe Tootsie, un hasta pronto porque, quien hace música, dará por siempre vida.