Las cosechas del país mejoraron algo en el tercer trimestre del año. El verano «duro», de julio a septiembre, no es temporada buena para el campo cubano —excepto en el plátano, la ganadería y ciertas viandas y frutas—; sin embargo, el ramo, que ahora acumula un déficit de 5,1 por ciento respecto a los primeros nueve meses del año anterior, pudo remontar un tilín los resultados del pasado semestre.
La producción agropecuaria cayó entonces 7,5 por ciento. Cifra nada halagüeña cuando se necesitaba más. Las urgencias de la nación, las políticas de estímulo aplicadas y la consagración indiscutible de la «gente de la tierra», pudieron arrojar mayores saldos. Pero no fue posible.
El sector resultó golpeado por la sequía desde el último cuatrimestre de 2009 —cuando se sembraban los cultivos a recoger en los primeros meses de este año—, por alguna que otra falta de previsión, disciplina tecnológica y otros males «viejos», y por las tensiones financieras del país, limitado para colocar en tiempo y número todos los recursos mínimos indispensables.
Los logros de lo que es sin dudas una racional y audaz política para remontar el deterioro de la rama agropecuaria, y para que empiece a desempeñar el lugar que le corresponde en la economía nacional, fueron solapados por situaciones inexorables como el mal clima, el desfavorable «flujo de caja» del sector externo en medio de una crisis económica global de la que nadie escapa, y por determinadas maneras de actuar y pensar que no desaparecen ni en un día ni por decreto.
Las estadísticas del tercer trimestre, empero, reafirman su certeza. Aunque todavía lejos de lo esperado, la dinámica del sector permitió en el período reducir el déficit acumulado.
No es algo para «darse escofina en el ombligo». Pero lo hecho ya no se puede deshacer. Y el que se haya detenido la tendencia a la baja es aplaudible, aunque difícilmente el año agrícola termine con cifras en positivo.
Estos son meses más de siembra que de grandes cosechas. Pero las hay. Y muy buenas pueden resultar en hortalizas y otros rubros si se trabaja con ganas y el clima acompaña: no debe olvidarse que noviembre recién empieza y a los ciclones les quedan por lo menos 30 días más para hacer de las suyas.
Dicen las estadísticas
Durante los primeros nueve meses de este año, las principales producciones agropecuarias del país —sin incluir la caña de azúcar y los cultivos en patios y parcelas— alcanzaron solo 94,9 por ciento de lo logrado en igual período de 2009.
Esto fue a pesar, incluso, de una expansión en las hectáreas sembradas: solo en las tierras correspondientes al Ministerio de la Agricultura, que abarca el 70 por ciento del total nacional, las áreas se ampliaron 7,6 por ciento.
Durante la etapa, la agricultura declinó casi diez por ciento, mientras la ganadería trepó la cuesta con un modesto 0,3 por ciento, según informa la publicación Sector Agropecuario. Indicadores Seleccionados. Enero-septiembre 2010. Edición noviembre 2010, de la Oficina Nacional de Estadísticas (ONE).
El informe a cargo de los expertos de la Dirección de Estadísticas Agropecuarias de la ONE, indica que en la etapa se obtuvieron 2 267 100 toneladas de viandas y hortalizas —es decir, menos de un kilogramo per cápita por habitante/día.
Las viandas acumularon 1 156 700 toneladas, con una baja de 0,5 por ciento; y las hortalizas, 1 110 400 toneladas, para un decrecimiento de 18,6 por ciento —en este rubro se dejaron de producir 252 900 toneladas en el presente período.
En las viandas, el plátano «salvó la honrilla» al aportar 383 500 toneladas (66 600 más, o 21 por ciento por encima). La yuca estuvo mucho mejor: con un ascenso de 81,1 por ciento. La papa y la malanga, empero, tuvieron el peor comportamiento, con un desplome de 31,4 por ciento en la primera y de casi 41 por ciento en la segunda. El boniato decreció 8,5 por ciento.
La campaña de la papa produjo 194 700 toneladas. La cifra quedó muy por debajo de las esperanzas, más aún cuando el área sembrada con este tubérculo se amplió 325,7 por ciento. Este año se plantaron unas 2 500 hectáreas; el anterior, apenas 800.
En las hortalizas solo el ajo y el melón mostraron su mejor cara, pues el resto fue en picada, como la col y el tomate, que aportó 276 500 toneladas, para un declive de 35,5 por ciento.
En cuanto a los granos, el maíz creció; el frijol se derrumbó en más de un cuarto de la producción antes obtenida; y el arroz por el estilo, aunque en menor magnitud (-7,1 por ciento).
Y aunque las carnes vacuna y porcina fueron a la baja, la ganadería exhibió un rostro más positivo, con un ascenso pequeño pero alentador que devela la paulatina recuperación de los rebaños y una progresión en la entrega de carne, leche y huevos, algo que al parecer marca una tendencia sostenible.