El compañero Fidel en el acto por el 50 aniversario de la creación de los CDR. Autor: Tomada de la TV Publicado: 21/09/2017 | 05:01 pm
El Comandante en Jefe Fidel Castro recordó ente miles de habaneros reunidos frente al Museo de la Revolución, en recordación de los 50 años de que se fundaran los Comités de Defensa de la Revolución, numerosos detalles de aquel 28 de septiembre y de su intervención en aquella fecha tan significativa en la historia del país.
Narró las experiencias que había vivido en Nueva York cuando se produjo su primera intervención en la ONU, y luego de pasar diez días «en las entrañas del monstruo». Citando el discurso de aquella noche en que la Revolución triunfante vivía serias amenazas expresó: «Los órganos de publicidad nos combaten, pero no con razón, nos combaten con mentiras, nos recuerdan las historietas que nos hacían las agencias imperialistas de información, las revistas de los monopolios, que nos hacían creer que el atraco era bueno, que el robo era noble, que la explotación era justa, y que la mentira era verdad.
«Periódicos independientes, periódico que diga la verdad se queda sin anuncio, todo esta movido por el afán de lucro, por el dinero. Que distinto es el resultado cuando el pueblo esta bien orientado, cuando conoce la verdad, cuando el pueblo lucha por algo y para algo, cuando la vida de los pueblos tiene un sentido, cuando un pueblo tiene un ideal, cuando tiene algo por lo cual luchar.
«Que distinto el resultado, nosotros tenemos la más completa seguridad, de que a pesar de todos los agravios que hemos sufrido, a pesar de todas las agresiones que ha soportado nuestro país, si aquí estuviera la sede de la ONU ningún ciudadano insultaría a un solo visitante, porque los cubanos en ese momento sabríamos que había llegado la oportunidad de demostrar que somos mil veces más decentes que los imperialistas.
«Nosotros vimos hospitalidad, caballerosidad y decencia en los negros humildes de Harlen».
Fidel recordó que en ese momento se oye explotar un petardo, y él miró el reloj, para ver si era «el cañonazo de las nueve», popular tradición de la capital cubana nacida en la colonia.
«Una bomba, pregunté, y se oyeron exclamaciones de paredón, venceremos y cantan el himno nacional, y exclaman viva Cuba, viva la Revolución».
Y continúe diciendo: Ese petardito ya todo el mundo sabe quién lo pagó. Que ingenuos son, si cuando tiraban bombas de 500 y 1 000 libras que decían Made in USA no pudieron; ni sus aviones y cañones no pudieron hacer nada, los casquitos se tuvieron que rendir, no pudieron tomar la Sierra Maestra.
Y continuó recordando Fidel el discurso de aquel día: «Si el pueblo esta aquí en plan de resistir, no ya los petarditos, sino lo que tiren o caiga, aunque sean bombas atómicas (no había ocurrido todavía la crisis de octubre) acotó.
«Por cada petardito que tiran los imperialistas nosotros construimos 500 escuelas; por cada uno hacemos tres veces más cooperativas; por cada petardito nacionalizamos un central azucarero yanqui; por cada petardito nacionalizamos un banco yanqui; por cada petardito refinamos cientos de miles de barriles de petróleo; por cada petardito creamos cien escuelas en nuestros campos; por cada petardito convertimos un cuartel en escuela; por cada petardito hacemos una ley revolucionaria; por cada petardito nosotros armamos por lo menos 1 000 milicianos».
Todo esto iba acompañado de exclamaciones y aplausos— recordó Fidel—, y continúo citando el histórico discurso: «Parece que se han creído que vienen los marines, que ya esta el café colado. Vamos a establecer un sistema de vigilancia revolucionaria colectiva, vamos a ver cómo se pueden mover aquí los lacayos del Imperialismo.
«Nosotros vivimos en toda la ciudad. Que todo el mundo sepa quién vive, qué hace y que relaciones tuvo con la tiranía, y a qué se dedica, con quién se junta, en qué actividades anda, porque si creen que van a poder enfrentarse con el pueblo, tremendo chasco se van a llevar, porque para que el pueblo observe, vigile, para que cuando vean que la masa del pueblo se organiza, no hay imperialista, ni lacayo del imperialismo, ni instrumento que pueda moverse.
«Están jugando con el pueblo y no saben todavía quien es el pueblo. Están jugando con el pueblo y no saben todavía la tremenda fuerza revolucionaria que hay en el pueblo».