Baracoa, la meca del cacao en Cuba, dispone de 4 164 hectáreas de este cultivo; 3 469 de estas en producción y 515 en desarrollo, además de unas ciento ochenta que urge renovar. Autor: Lisván Lescaille Durand Publicado: 21/09/2017 | 04:59 pm
BARACOA, Guantánamo.— Toma chocolate y paga lo que debes… Si todo fluyera como en el estribillo de esa popular canción, a los cubanos nos resultaría sencillo degustar cualquiera de los derivados del, etimológicamente nombrado, alimento de los dioses: el cacao.
Esa es una posibilidad que empieza a asomar en medio del zigzagueo del viaducto La Farola, impresionante paraje hasta donde vendedores furtivos le acercan al viajero estuches de polvo de chocolate, bolas de cacao y las demandadas tabletas.
Sin embargo, la realidad de ese cultivo, devenido símbolo de la Primada de Cuba, dista mucho de la bonanza, pese a ser el sitio cubano más propicio para la cosecha por sus envidiables condiciones climáticas, temperatura adecuada y riqueza de sus suelos.
Registros de la Empresa Municipal de Cacao ubican su récord histórico de producción —contabilizado desde 1972—en la temporada 2004, cuando acopiaron unos 33 000 quintales del renglón exportable, pero en lo adelante acercarse a la referida cifra ha sido asignatura reprobada allí a causa de una suma de problemas objetivos y subjetivos.
Clodualdo Cuza Navarro, jefe de Producción de la Empresa, explicó que en 2008 alcanzaron unos 20 000 quintales de cacao pulpa, y al año siguiente totalizaron 23 400, en una escalada que pretende, al cerrar la presente zafra, superar los 28 000 quintales.
«Estamos a punto de culminar la zafra grande que comenzó en enero y termina en junio, y los volúmenes son halagüeños: alrededor de 23 000 quintales, lo que significa casi el 80 por ciento de la cosecha total, pues la contienda chica —en los últimos tres meses del año— debe generar el 20 por ciento restante en el acopio de la mazorca, aseguró Cuza Navarro.
Bellota en picada
«Resulta muy costoso producir el cacao; el dinero se te va solo en las atenciones culturales: poda, deshije, limpia… y durante la cosecha tumbar la bellota y sacarla del campo hasta los puntos de entrega; muchas de esas tareas tienes que pagarlas, porque solo no puedes hacerlas… Cuando tiras el número, no te da la cuenta con el precio actual de 55 pesos el quintal de cacao».
Quien así se expresa es el guajiro Esmeraldo Columbié, un cacaotero que también produce otros cultivos varios, mejor pagados a partir de incrementos en los precios de comercialización. Y es la lógica de los campesinos baracoenses, sin que les falte conciencia de lo prioritario que resulta el cacao para el país.
Según Emersindo Legrá Quintero, presidente de la CCS cacaotera Wilber Galano, se gastan más de 25 pesos por cada quintal en la atención cultural a las plantaciones para que rindan óptimamente.
«Hay que reconocer también que el año pasado, y en el presente, las asignaciones de recursos para los trabajadores fueron buenas: hubo machetes, botas, algunos insumos y no faltó la estimulación especial con el módulo alimentario, según la capacidad de compra del productor», afirma Legrá, quien tiene 89 cooperativistas enteramente dedicados a esa semilla, y alcanza rendimientos que superan los 200 quintales por caballería.
Más allá de la política de precio, el acopio de la bellota está marcado por otras dificultades que el jefe de Producción de la Empresa no tarda en enumerar: «En Baracoa están envejeciendo los productores dedicados al cultivo, sin que aparezca la continuidad generacional para mantener la tradición.
«Persiste la necesidad —continúa Cuza Navarro— de renovar plantaciones y sembrar áreas nuevas, tarea para la que se diseñó un programa de desarrollo hasta 2016 que contempla la siembra de 1 751 hectáreas, capaces de producir unos 35 000 quintales de cacao en ese lapso.
«Igualmente significativo resulta el proyecto inversionista para beneficiar a unas ciento cincuenta caballerías del cultivo sembradas en zonas bajas y requeridas de drenaje, desde río Miel hasta Mata-Guandao, que comenzó en 2009, y contempla la ejecución de canales y zanjas para llevar el agua estancada hasta el mar».
El directivo reconoce también que una mejor atención a la base productiva, como está sucediendo en esta zafra, para conocer de primera mano las necesidades del campesino, contribuiría a elevar el acopio del fruto.
Según las estadísticas, Baracoa, la meca del cacao en Cuba, dispone de 4 164 hectáreas de cacao; 3 469 de estas en producción y 515 en desarrollo, además de unas ciento ochenta que urge renovar porque pasan de 40 años.
El cruceteo del cacao
«El cruceteo insensato» de algunas producciones, un asunto puesto en la palestra pública por el General de Ejército Raúl Castro, presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, para ilustrar los sinsentidos del acopio y distribución de leche, también invade al cacao; en este caso por una limitación objetiva: falta de capacidad en los secaderos baracoenses.
Por esa razón, explica Cuza Navarro, buena parte del cacao acopiado en Baracoa se transporta a secaderos de San Antonio del Sur y Maisí, y luego retorna a la Primada para su ingreso en la planta de beneficio, y su posterior procesamiento en la fábrica de chocolate Rubén David Suárez Abella, inaugurada por el Che en abril de 1963.
«En la Primada no existen las condiciones para secar todo el cacao. El municipio dispone de unos 10 000 metros cuadrados de secaderos en regular o mal estado. En un pico de cosecha hemos tenido producciones en cuatro municipios: Baracoa, Imías, San Antonio del Sur y Maisí, lo cual conspira contra la calidad final de esa materia prima que indefectiblemente desciende cuando se viola el ciclo entre uno y otro momento del proceso.
«De manera que no es solo el gasto de combustible y transporte, sino el incumplimiento de cifras para la exportación, así como producciones de algunos derivados que requieren la materia prima con altos estándares. Se proyecta ampliar la capacidad de secadero hasta unos 50 000 metros cuadrados», apuntó el funcionario.
Los implicados en la producción del cacao, al igual que los del café, no pasan por alto el inconveniente de depender del transporte de la base de carga municipal, el cual, aseguran, no siempre está disponible para cumplir con los ciclos de la pulpa.
«Esta es una actividad especializada que necesita un parque tecnológico con las condiciones adecuadas para ese producto. En mayo tuvimos que batallar duro para que no se afectaran totalmente unas cien toneladas, que luego de situarlas en San Antonio del Sur no había trasporte para traerlas hasta la planta de beneficio de Baracoa. La base de carga no siempre puede atender esta prioridad, porque tiene otras muchas», consideró el jefe de Producción.