La participación de los recidentes cómicos fue una expresión de confianza en los delegados electos. Autor: Juan Moreno Publicado: 21/09/2017 | 04:57 pm
Este 19 de mayo los 15 093 delegados y delegadas elegidos en las urnas por el pueblo se reúnen por derecho propio para integrar y dejar constituidas las 169 asambleas municipales del Poder Popular.
No habrá mejor homenaje al Apóstol, quien tanto creyó, defendió y vio que el gobierno de los hombres es la misión más alta del ser humano, y por ello solamente debía confiarse a hombres probados, sanos, útiles y capaces.
Que estos hombres se reúnan hoy, tal como lo establecen la Constitución de la República y la Ley Electoral, para tomar posesión de sus cargos, juramentar como delegados a las asambleas municipales del Poder Popular y elegir mediante voto secreto a sus presidente y vicepresidentes, debe resultar un acto auténtico, profundo y de meditación sobre las grandes obligaciones que deben cumplir durante un período de dos años y medio, tiempo de su mandato.
Hay que asumir con honor, entre otros, los deberes de dar a conocer a la Asamblea y a la Administración de la localidad las opiniones, necesidades y dificultades que les trasmitan sus electores; informar a sus electores sobre la política que sigue la Asamblea y las medidas adoptadas para la solución de necesidades planteadas por la población o las dificultades que se presentan para resolverlas, y rendir cuenta periódicamente a sus electores de su gestión personal.
El pueblo que los nominó y luego los eligió como sus delegados así lo espera. Actuar con toda la autoridad política y moral que demandan los tiempos actuales, en los ámbitos de su circunscripción, consejo popular y municipio; representar de manera real a todos los miembros de su comunidad, atenderlos, escucharlos, defenderlos y acompañarlos, resultará un homenaje cotidiano a ese cubano universal que obró para el bien de todos.
Las asambleas municipales del Poder Popular que este día quedarán constituidas deben ser, ante todo, las conductoras, las guías, las controladoras, las fiscalizadoras, con autoridad y con moral, de sus comunidades, y con ese desempeño posibilitar la participación y la acción colectiva en el ejercicio del Gobierno desde abajo.