El impacto de la crisis mundial en el Caribe y los desafíos que la hegemonía estadounidense significa para la integración regional ocuparon parte de las reflexiones casi al concluir el segundo día del XII Encuentro Internacional de Economistas sobre Globalización y Problemas del Desarrollo, un evento en el que la hecatombe nacida en EE.UU. centra, mayormente, los análisis, donde no ha faltado el debate.
En tal sentido, varias de las intervenciones de la jornada coincidieron en que la crisis no se está «resolviendo» —como afirman algunos para defender un sistema que vuelve a demostrar sus falencias— y señalaron entre sus causas el apetito voraz de un consumismo que está depredando al planeta.
En uno de los momentos de mayor debate de la jornada, voces de diversas naciones —Bolivia, Cuba, Argentina, México, Ecuador, entre otras— se alzaron contra la defensa que hiciera el Banco Mundial (BM) de un sistema económico que ha perpetuado las desigualdades, tanto entre naciones como al interior de ellas. Según el brasileño Francisco Ferreira, funcionario de ese organismo financiero internacional, lo necesario es «cambiar muchas cosas del sistema, pero no el sistema».
En contraposición, expertos y estudiantes de economía latinoamericanos ratificaron la idea de que las enormes diferencias que siguen marcando al planeta son una muestra evidente de que el capitalismo ha fracasado, y afirmaron que acabar con las desigualdades pasa por asegurar a todos, derechos como la educación y salud. Pero ello es incompatible con el propio sistema capitalista que, en su afán por incrementar ganancias, ha convertido a estos sectores en una fuente de negocios.
Aunque han tratado de cambiar su imagen, el BM y el FMI fueron calificados como brazos manejados por EE.UU. y sus socios europeos, en su intento por mantener vivo el neoliberalismo.
Concesivo, Ferreira reconoció la estructura antidemocrática de la entidad que representa, y aceptó que ello es otro ejemplo de desigualdad.
Otras consecuencias
El negativo impacto en el turismo caribeño —una de sus principales fuentes de ingreso— del desempleo y la baja en los salarios provocados por la crisis en los países ricos y, especialmente, en Estados Unidos, fue subrayado por Rafael Barreiro Romeo, del Fondo Monetario Internacional (FMI).
Según Barreiro, la falta de trabajo en EE.UU. se ubica entre el 10 y el 12 por ciento y, en general, se refirió a una «recesión» más profunda que la de principios de los años 2000 allí y en otros países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). Ello ha tenido un reflejo equivalente en la caída del turismo desde esos países hacia el Caribe.
Cuba es la excepción, dijo Barreiro, quien apuntó que si se levantaran las restricciones que prohíben a los estadounidenses viajar a nuestro país, los turistas de esa nación hacia la Isla estarían, en el primer año, en un promedio de entre 3,5 y cinco millones.
El Caribe también estuvo en la mira del panel durante el cual la investigadora del Observatorio Latinoamericano de Geopolítica, Ana Esther Ceceña, advirtió sobre otro mal que se cierne, aún más peligrosamente, sobre la zona: la creciente militarización norteamericana allí y en toda América Latina, una región donde los halcones tienen ya 13 bases, además de la IV Flota.
Ceceña denunció la existencia de una ofensiva militar dirigida por el Pentágono que apunta a mantener la hegemonía yanqui, instrumentada para contrarrestar lo que los sectores de poder en EE.UU. consideran como «fuerzas adversas».
Según la experta, se trata de una ofensiva que comenzó con el ataque de fuerzas colombianas a un campamento de las FARC en Sucumbíos, Ecuador, en marzo de 2008, con lo que se traspoló a América Latina el concepto estadounidense de «guerra preventiva». La saga siguió con el golpe de Estado a Honduras, fraguado en la base yanqui de Palmerola y que, cuanto menos, desgajó a un país del ALBA; luego, los acuerdos que concedieron a Washington el uso de, al menos, siete bases militares en Colombia y, más recientemente, con el aparatoso despliegue militar yanqui a propósito del terremoto en Haití, apuntó la experta mexicana.
Los «tanques pensantes» en EE.UU. miran hacia el futuro para mantener su hegemonía en una región que, además, atesora riquezas como las que se hallan en la Amazonía.