Como se informó oportunamente, el 19 de febrero de 2010 se celebró en La Habana una nueva ronda de conversaciones migratorias con el Gobierno de los Estados Unidos.
Al igual que durante la ronda celebrada en Nueva York, durante este intercambio se habló de otros temas. En esta ocasión la delegación de Cuba reiteró las propuestas hechas en julio a la parte norteamericana, referentes a la cooperación en el enfrentamiento al narcotráfico, al terrorismo y al tráfico de personas, para proteger el medio ambiente y enfrentar los desastres naturales. En particular, expresamos nuestra disposición a firmar con el Gobierno de los Estados Unidos un acuerdo para el enfrentamiento al narcotráfico, sobre la base del proyecto presentado recientemente por Cuba, en enero del 2010, por los canales diplomáticos.
Adicionalmente, la delegación de Cuba reiteró los temas esenciales a abordar en un eventual proceso de diálogo dirigido a mejorar las relaciones: el levantamiento del bloqueo económico, comercial y financiero; la exclusión de Cuba de la espuria lista de países terroristas; la abrogación de la Ley de Ajuste Cubano y la «política de pies secos-pies mojados»; la compensación por daños económicos y humanos, la devolución del territorio ocupado por la Base Naval de Guantánamo; el fin de las agresiones radiales y televisivas desde los Estados Unidos contra Cuba, y el cese del financiamiento a la subversión interna.
La delegación cubana abordó a fondo, como tema esencial en esa agenda la solicitud de liberación de los Cinco antiterroristas cubanos que sufren, desde hace once años, injusta prisión en los Estados Unidos por luchar contra el terrorismo.
Contrario al espíritu de cooperación y entendimiento mostrado por la parte cubana, una vez efectuadas las conversaciones migratorias, la delegación norteamericana convocó a decenas de sus mercenarios a quienes incluso transportó a la residencia del Jefe de la SINA, demostrando nuevamente que sus prioridades se relacionan más con el apoyo a la contrarrevolución y la promoción de la subversión para derrocar a la Revolución Cubana que con la creación de un clima conducente a la solución real de los problemas bilaterales. Estos elementos contrarrevolucionarios se benefician de una parte de los más de 20 millones de dólares que no se quedan en Miami y que el Gobierno de EE.UU. dedica anualmente a la labor de desestabilización y subversión contra Cuba.
Desde el propio día de su llegada al país, el jefe de la delegación norteamericana fue advertido por el Ministerio de Relaciones Exteriores sobre nuestro rechazo al aprovechamiento de su breve estancia para organizar un evento provocador, ajeno al espíritu de las conversaciones migratorias.
Con esta conducta ofensiva hacia las autoridades y el pueblo cubano, el gobierno norteamericano confirma que siguen en vigor los instrumentos de la política subversiva contra Cuba, pone de manifiesto su falta de voluntad real para mejorar los vínculos con nuestro país y para dejar atrás las acciones de burda injerencia, que históricamente han sido el mayor obstáculo a la normalización de las relaciones entre ambos países.
El Ministerio de Relaciones Exteriores reitera la disposición ya expresada por el gobierno cubano de sostener un diálogo respetuoso sobre cualquier tema con el Gobierno de los Estados Unidos siempre que este sea entre iguales, sin menoscabo a la independencia, soberanía y autodeterminación.
20 de febrero de 2010