Ada Rosa Alfonso Rosales. Autor: Roberto Suárez Publicado: 21/09/2017 | 04:51 pm
Ernest Hemingway, el dios de bronce de la literatura americana, abandonó Cuba repentinamente el 25 de julio de 1960. Un año después, en el amanecer del 2 de julio de 1961 se suicidó en Estados Unidos. Dos tiros en el cielo de la boca pusieron fin a la vida del Premio Nobel de Literatura 1954 y Pulitzer 1953. La noticia recorrió el mundo y todavía hoy es objeto de debates.
Mucho se ha especulado al respecto y también acerca de las causas que lo llevaron a dejar la Finca Vigía, con todas sus pertenencias dentro; entre ellas, los manuscritos sin concluir de algunas de sus novelas. Según plantean la mayoría de sus biógrafos, la decisión de marcharse se debió a que se sintió frustrado ante el triunfo de la Revolución Cubana. Sin embargo, la especialista Ada Rosa Alfonso Rosales, directora del Museo Ernest Hemingway, asegura que el entonces embajador de los Estados Unidos, Philip Wilson Bonsal, obligó al autor de El Viejo y el mar a abandonar la Isla.
Es un hecho, plantea, que lo forzaron a irse. En enero de 1959 Hemingway había dado unas declaraciones a la prensa estadounidense a favor de la Revolución (estaba en Norteamérica en ese momento), en las que expresó su esperanza con lo que sucedía en la Isla y apoyó el ajusticiamiento a los esbirros de la tiranía de Batista. Él vivió la experiencia de que le mataran un perro, aquí en la finca, en un registro que se le hizo en el año 57.
«A su regreso a Cuba, en marzo del 59, se le dio un gran recibimiento en el que dijo que era cubano y que los cubanos iban a ganar. Se planteaba que Hemingway llegó el 4 de noviembre, pero René Villarreal, su mayordomo, en el libro El hijo cubano de Hemingway, señala que fue en marzo. Además, nosotros recientemente hallamos anotaciones, en una de las paredes del baño, que demuestran que estuvo en esa fecha en Vigía. Ahí está registrado el peso corporal que tenía en marzo y abril».
Pero no fueron estas las únicas declaraciones que dio sobre el proceso revolucionario cubano. «Con motivo de la visita que el 4 de febrero de 1960 le hizo Anastás Mikoyán, primer ministro de la Unión Soviética, Hemingway afirmó al periódico Pravda —esto lo reprodujo luego la revista Time—, que la Revolución Cubana es indestructible y fabulosa. Podrás imaginarte cómo debieron caerle esas palabras al gobierno de EE.UU.».
La gota que, en opinión de Ada Rosa Alfonso, colmó la copa fue lo ocurrido el 15 de mayo de ese mismo año durante la premiación del torneo de pesca de la aguja. El Comandante en Jefe Fidel Castro había ganado varios premios individuales y ellos hablaron mucho ese día. Compartieron y fueron ampliamente fotografiados. «Poco después llegaron a su casa y le dijeron que si permanecía en Cuba sería considerado un traidor».
La directora del Museo, situado en la Finca Vigía, respalda su hipótesis de que Hemingway no abandonó Cuba, a partir de datos encontrados en el libro Correr con los toros, de Valery Danby Smith, hoy Valery Hemingway. «En ese texto la última secretaria de Hemingway (que después de la muerte del escritor pasó a ser la nuera, al casarse con su hijo Gregory), lo deja bien claro».
Otro elemento a favor de este planteamiento, sostiene, es que cuando llega a los Estados Unidos, el 25 de julio del 60, no fue para su casa en la cabaña en Sun Valley sino que se quedó en Nueva York y, unos días después, el 4 de agosto, viajó a España. Además, él dejó aquí toda la obra que tenía sin concluir; y un escritor no deja atrás su obra. Mucho menos un escritor como Hemingway.
«Esta es mi apreciación de los hechos. Él siempre tuvo claro regresar. No se trata solo de los bienes materiales que dejaba. Hemingway amaba Finca Vigía, era su lugar para escribir y al que invariablemente volvía. Era el lugar del cual se envanecía, que tenía 18 variedades de mangos, y que estaba cercano de La Habana y de Cojímar, a donde iba a navegar en su yate Pilar.
«Hemingway nunca tuvo problemas con el gobierno cubano. Incluso, estando en Estados Unidos se comunicó con algunos amigos suyos para indagar acerca de su posible regreso y estos le afirmaron que podía hacerlo cuando quisiera.
«En uno de sus libros encontramos un brazalete del movimiento 26 de Julio y bonos del Partido Socialista Popular, de Guanabacoa, al que contribuía con dinero».
Un objetivo del FBI
Bien conocido es que el también autor de Por quién doblan las campanas y de un importante número de libros, padecía estados depresivos. Por tanto, no sería de extrañar que las presiones para que abandonara la Isla hayan incidido de algún modo en el agravamiento de su estado mental. La directora del Museo prefiere no ser categórica al respecto. Pero tampoco descarta esa posibilidad.
La familia de Hemingway, y de esto han escrito muchos estudiosos, tiene tendencia al suicidio. En 1928 se quitó la vida el padre y en el 61, Hemingway. Después lo hizo su único hermano varón y, posteriormente, una hermana. «Está en entredicho que la nieta Margot, hija de su primogénito John, también haya puesto fin a su existencia de ese modo».
«Hemingway había manifestado su firme disposición de suicidarse y practicaba en Finca Vigía cómo lo iba a llevar a efecto. En la primavera del 58 le dijo a un periodista de Paris Review que cuando un escritor no era capaz de escribir, lo mejor que podía hacer era dejar de existir. Lo cuenta el mayordomo y muchas personas que vivieron con él, también lo dice Valery en su libro.
«En el año 59 intentaba terminar de escribir Verano sangriento y no lograba reducir la cantidad de palabras que le pedía el editor. El hecho de que tuviera que abandonar su casa de más de 21 años, obligado, pudo haber sido un elemento más para aumentar su estado depresivo. Estaba enfermo, mal del hígado, con problemas oculares, diabetes, y encima tuvo que irse de Vigía y dejar atrás propiedades, gatos, amigos.
«Los investigadores hablan también de un suicidio inducido. Entre los medicamentos que tomaba estaba la reserpina, indicado para la presión alta pero que también es un depresivo profundo. El médico conocía su estado y, sin embargo, se lo indicó. Su expediente en la clínica de los Hermanos Mayo no se puede consultar. No dan acceso a él. También le dieron electroshock, que era un proceder adecuado para la época.
«Se dice que tenía paranoia, de que lo estaba persiguiendo el FBI. Pero no era mucha alucinación cuando ellos tienen un voluminoso expediente de él. Hemingway era un objetivo del FBI. Mi opinión es que sí fue perseguido. Es más, todavía hay una parte importante de su expediente que no ha sido desclasificada. Se suicidó como mismo lo planificó: con una escopeta apuntando al cielo de la boca y disparada con el dedo pulgar del pie», concluyó Ada Rosa Alfonso.