Con la estrella del Che, el mismo día en que el gran revolucionario hubiera cumplido 51 años, se fundó la Asociación Nacional de Economistas y Contadores de Cuba (ANEC) el 14 de junio de 1979. No se debió al azar la coincidencia de alumbrar con el pensamiento y la obra del adelantado cincelador del socialismo, el empeño de una organización que sigue soñando y bregando por un socialismo eficiente.
Muchos preclaros del pensamiento económico cubano han dejado su impronta en la ANEC, desde figuras como Carlos Rafael Rodríguez y Jacinto Torras, hasta Fidel, quien ha sido el más fervoroso entusiasta y colaborador de la asociación, según afirma su presidente, Roberto Verrier, al colorear este cumpleaños de remembranzas y proyecciones, en entrevista con JR.
Verrier no titubeó al afirmar como el logro mayor de la ANEC en estos 30 años, el haber cohesionado una fuerza profesional pensante y actuante de más de 78 000 afiliados, con un elevado sentido de pertenencia a su organización, que ha estado presente en cada una de las proyecciones económicas del país, con un gran compromiso con la Revolución.
—Algunos, afuera y adentro, tildan a la organización de un simple brazo ejecutor de las políticas del Gobierno...
—Que seamos una organización revolucionaria no quiere decir que pretendamos emular con el Ministerio de Economía y Planificación, el de Finanzas y Precios, el de Auditoría y Control y otras estructuras gubernamentales. Cada uno a lo suyo. Somos una asociación no gubernamental; pero siempre se nos tiene en cuenta en las grandes decisiones. Se nos consulta, se nos invita a formar parte de grupos de expertos, de asesoría, en estudios de proyecciones estratégicas. Nos piden apoyo, y nos dejan trabajar solos. No nos dicen cómo debemos hacer lo nuestro. Eso es democracia. Habría que ver cuántos colegios de profesionales en este mundo tienen esas posibilidades.
—¿Existen espacios, dentro de la ANEC, para el debate y la polémica?
—Claro que existen. De hecho nuestros congresos, eventos y talleres se caracterizan por el debate de alto nivel científico. Nuestros afiliados sienten a la ANEC como una polea trasmisora de sus recomendaciones y criterios. Incluso, en nuestra membresía hay quienes divergen de ciertas políticas del país; y la ANEC, con mucho respeto, ha puesto a disposición del Gobierno esas consideraciones.
—¿Cómo la ANEC logra hacerse sentir en tal sentido?
—Por el gran compromiso que tenemos con el país. En la medida en que nos impliquemos en los asuntos, en que con el trabajo demostremos y revelemos las insuficiencias de nuestra economía, y aportemos con nuestras sugerencias, se nos tomará mucho más en cuenta.
—¿Puede citar algunos ejemplos de esa fuerza de la ANEC?
—A principios de los 90, con la caída del socialismo europeo y el inicio del período especial, esta organización prácticamente colapsaba con apenas 12 000 miembros, y logró levantarse para crear los contingentes de economistas, en la asesoría a las UBPC, en la formación de los contadores agrícolas, auditores y sistematizadores, en el fortalecimiento de la docencia universitaria... En cuanto problema del país se nos convocara.
«O, digamos, el trabajo que hemos realizado en las comprobaciones del Control Interno en el universo empresarial del país, de conjunto con varios ministerios, que ha sido el botón de muestra de las vulnerabilidades del descontrol en nuestra economía socialista, tan dañinas y proclives al delito y la corrupción. En las decisiones tomadas por el país con respecto a descontroles en los almacenes mayoristas de alimentos, tuvo mucho protagonismo la organización.
«Otro ejemplo es la participación activa en el diagnóstico, implantación y seguimiento del Perfeccionamiento Empresarial, en la preparación de los directivos; o el trabajo que estamos haciendo en 12 hospitales de la capital, en los que expertos y premios nacionales de Economía están volcados a diagnosticar las fisuras del control interno, asesorando a las direcciones de esos centros... Lo que hemos hecho en cuanto a la discusión colectiva del Plan de la Economía y en los activos de productividad. Estos últimos arrojaron que el 67,5 por ciento de los problemas planteados en las empresas son de solución interna. Y los análisis en cuanto a la cadena de impagos y la deficiente base contractual que la fomenta. Una comisión de expertos nuestra hizo propuestas muy concretas a la dirección del país».
—Aunque es voluntad gubernamental fortalecer la aplicación de la Ley de Distribución socialista, el fomento del pago por resultados ha encontrado escollos burocráticos.
—Hemos trabajado en tal sentido y se están haciendo evaluaciones. Ha habido resistencia y falta de preparación para ello. En muchos sitios ha faltado la motivación al trabajador y la organización necesaria. Olvídate, que las empresas eficientes son aquellas donde los directivos están metidos de lleno en los problemas económicos y laborales, donde se instrumenta el análisis económico como estilo cotidiano. Las auditorías revelan que los nudos están allí donde se desprecia el control, ya sea por inercia o con intenciones malsanas».
—La contabilidad rigurosa, ese caballito de batalla de la eficiencia, anda «matungo» en más de un sitio, a pesar de todos los esfuerzos. Los contadores se han sentido subvalorados mucho tiempo...
—Cada dos años hacemos una encuesta sobre la fluctuación laboral del personal de contabilidad. Y afloran muchos problemas: deficientes condiciones de trabajo, de equipamiento y materiales, e insuficiente estimulación y atención. Quizá ahora mismo no puedan resolverse las desventajas salariales; pero la atención a ellos, el lugar donde los sitúe ese director, la importancia que les dé y el respeto que les tenga, pueden levantar mucho la autoestima de esos profesionales».
—Pareciera que muchos cubanos no conectan la crisis económica y financiera mundial con su vida cotidiana.
—Estamos trabajando en tal sentido, de conjunto con la dirección del Partido. Hay que explicar y razonar mucho. Estamos fomentando la presencia de artículos de nuestros expertos en los medios de difusión, conferencias... Tenemos que conectar cada minuto de la vida del cubano hasta con la caída de las bolsas de valores; de la misma manera en que asumimos el serio problema del envejecimiento de la población, que implica grandes desafíos al país; o la atención y potenciación del relevo en la fuerza laboral y profesional y la atención que ella requiere.
—A 30 años, ¿cuánto del Che hay en la ANEC?
—No es solo la coincidencia en la fecha. No solo está en las imágenes ni en sus ideas, a las cuales apelamos constantemente en nuestras convocatorias. Si aún el Che moviliza es porque no lo dejamos morir, porque está en todos los que no han permitido que nos mine la epidemia del egoísmo y el individualismo; en los inconformes y soñadores, en los responsables del milagro de nuestra sobrevivencia. En todos esos que, sin ser mayoría todavía, nos confirman que el hombre nuevo que él nos anunció sí existe y lucha, con su imagen en el horizonte.