Inhumado el capitán de navío Norberto Collado, que trascendiera por timonear el yate Granma. Envían Fidel y Raúl ofrendas florales
EL capitán de navío Norberto Collado Abreu se ha ido. Y lo ha hecho sirviéndole a la Revolución hasta el último momento de su vida, en una trayectoria que comenzó antes que trascendiera por timonear el yate Granma con su caravana libertaria.
Durante la ceremonia militar de inhumación de sus restos en el Panteón de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de la Necrópolis de Colón, efectuada en la tarde de este miércoles, el vicealmirante Pedro Pérez Betancourt, jefe de la Marina de Guerra Revolucionaria, aseguró que el Granma seguirá surcando, con su timonel, la historia nacional.
Ante la pérdida de tan valioso compañero, el alto oficial ratificó el compromiso de que seguiremos navegando victoriosos en la defensa de la Patria y el Socialismo.
El jefe de la Marina de Guerra Revolucionaria también destacó la modestia, sencillez y disciplina en el cumplimiento de las tareas del capitán de navío Collado, así como subrayó su lealtad a Fidel y Raúl.
Las ofrendas florales del máximo líder de la Revolución Cubana, Fidel Castro, y del General de Ejército Raúl Castro, sobresalieron entre las enviadas al sepelio, así como las que hicieron llegar el Comandante de la Revolución Juan Almeida Bosque y el ministro de la FAR, general de cuerpo de ejército Julio Casas Regueiro.
Durante la ceremonia militar de inhumación, que transcurrió en presencia del miembro del Buró Político del Partido y ministro del Interior, general de cuerpo de ejército Abelardo Colomé Ibarra, se reconoció la inmensa obra que fue haciendo Collado de su vida. Un hombre que se creció por encima de las discriminaciones raciales y su humilde procedencia, e ingresó desde muy joven a la Marina de Guerra de Cuba.
Por su participación en actividades clandestinas contra el tirano Fulgencio Batista cumplió prisión en el llamado Presidio Modelo y se incorporó al Movimiento 26 de Julio. Con posterioridad a la amnistía de 1955 marchó al exilio y se unió al grupo de jóvenes que se entrenaban en México para hacer realidad la Revolución.
Su larga experiencia como marino lo avaló para ser seleccionado como timonel de la nave que desembarcó el 2 de diciembre de 1956. Después de la sorpresiva acción de Alegría de Pío fue capturado y condenado a prisión hasta el triunfo del 1ro. de enero.
A inicios de 1959 se incorporó a la Marina de Guerra Revolucionaria, donde ocupó diferentes responsabilidades. En 1981 fue designado además para prestar servicios en el cuidado y la atención al yate Granma.
Desde entonces se dedicó a preservar con esmero su preciado tesoro, así como a inculcar a las nuevas generaciones el amor por la insigne embarcación y su historia.
Al sepelio también asistieron jefes principales y combatientes de las FAR y el MININT, dirigentes del Partido y el Gobierno, así como Julio Martínez, primer secretario de la Unión de Jóvenes Comunistas, y Miriam Yanet Martín, presidenta de la Organización de Pioneros, entre otros dirigentes.