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El presagio de las ballenas

Autor:

Lisván Lescaille Durand

Habitantes boracoenses asocian el trágico azote de mar de leva en ese litoral con la extraña visita de un ejemplar adulto de la especie que lo precedió en dos semanas  Baracoa, Guantánamo.— Desde el amasijo que fue su hogar del malecón baracoense y con la vista fija en el azul del océano, Adelaida lanza el reproche: «Este mar es un resala’o; mira lo que me hizo».

La rodean decenas de objetos en desorden, fragmentos de muebles, paredes, cristales, ventanas y puertas; pero Adelaida sigue escudriñando con su mirada en el mar infinito, como quien trata de desentrañar un enigma.

Piensa, quizá, que desde algún punto lejano de esa inmensidad oceánica partió el ataque sorpresivo y furioso de las olas que irrumpieron en su vivienda y en las de otros 167 vecinos hasta arrasar literalmente 47 de estas y dejar al resto con daños severos.

Un círculo infantil, una institución escolar, un parque, un agromercado y cinco edificios multifamiliares sufrieron la arremetida del mar; el fenómeno no arrebató vidas humanas, pero son cuantiosas las pérdidas materiales.

¿Qué ocurrió? «La llegada de un mar de leva que partió de las grandes olas que se generan en el Atlántico, unas veces a causa de anticiclones migratorios combinados con frentes fríos, otras por huracanes o tormentas tropicales», asegura el meteorólogo Enrique Perigó, jefe del Grupo de Pronósticos del Centro Meteorológico de Guantánamo.

Según Perigó, Las Bahamas actúan como barrera natural que impide al oleaje descargar su tremendo poder sobre el norte de Cuba, pero una brecha de 54 kilómetros en el Paso de Mayaguana da acceso a un cañón profundo que se extiende hasta muy cerca de las costas de Baracoa, a través del cual las olas generadas a cientos de kilómetros llegan a este punto de la Isla prácticamente sin perder altura ni intensidad.

Rumor en el malecón

Es la explicación del experto; pero en Baracoa, donde superstición, mitos, leyendas, imaginación e intuición cohabitan con la ciudad y su gente, algunos asocian el trágico hecho a la extraña visita que lo precedió en dos semanas, aunque algunos de ellos basan su afirmación en factores naturales.

A principios de marzo irrumpió en el litoral baracoense una ballena adulta acompañada de su bebé. Las dos danzaron paralelamente al malecón, muy próximas a la orilla. La gente acudió a disfrutar «aquel espectáculo que fue algo maravilloso, pero trágico, porque ellas trajeron la desgracia que vino después», sostiene Adelaida Cuza.

«Siempre he oído decir que un pez grande cerca de la costa es mala señal; ahora lo creo, porque detrás de la ballena vino el desastre; aquí jamás había ocurrido algo semejante», comenta Gloria Mosqueda, mientras a unos metros de ella,Maribel Merencio exterioriza su convicción de que «esos bichos enormes vinieron a presagiar la tragedia, nos estaban anunciando el mal tiempo y no nos dimos cuenta, pero traían el aviso. Yo he leído que las ballenas son misteriosas».

«Viven muy lejos de aquí, en zonas polares, son de agua fría, ¿qué otra cosa vinieron a hacer a este lugar, que no fuera avisarnos del peligro del mar?», pregunta Josefina Pineda, otra vecina de Baracoa y agrega: «Ellas nos advirtieron, y nosotros no escuchamos su alerta».

«Aquellas ballenas trajeron la tempestad; aquí dicen que por ellas llegó la desgracia», fustiga Iraelda O’Conor, interpelada por Ofelia Cuza. «No es justo culparlas a ellas, pues su visita trajo distracción. No hay superstición en que hayan venido; lo hicieron para evadir el mal tiempo, sencillamente percibieron un comportamiento anormal de la naturaleza en el lugar donde estaban».

¿Real o supuesto el vínculo entre la extraña visita de las ballenas a Baracoa y el desastre que sobrevino después? ¿Misterio, casualidad o simple rumor?

Superstición aparte

Como estudioso de los cambios del clima y sus efectos, el meteorólogo Enrique Perigó no descarta la posibilidad de que sea cierta la relación entre la llegada de los cetáceos y la posterior embestida del mar: «De hecho, algunos estudios prueban la aguda sensibilidad y las conductas extrañas de ciertas especies de animales ante los cambios de tiempo.

«De manera que, desde ese punto de vista, la llegada de las ballenas a Baracoa quizá pudo ser la señal de lo que venía; lo admito solo como una posibilidad, porque no dispongo de pruebas que lo demuestren científicamente».

En medio del rumor y la interrogante, una verdad se abre paso: los baracoenses no enfrentan solos la destrucción que el mar les provocó; desde los primeros instantes las autoridades políticas y gubernamentales, a instancia de municipio y provincia, acudieron al lugar del desastre.

También llegó hasta la Ciudad Primada de Cuba Carlos Lage Dávila, miembro del Buró Político del Partido y vicepresidente del Consejo de Estado, quien evaluó la situación en el litoral baracoense, dialogó con los afectados y reiteró que el país dispone de los recursos necesarios para restablecer la normalidad en el tiempo más breve posible.

Quizá la imaginación de los baracoenses y el paso del tiempo conviertan en una leyenda más, de las tantas que pueblan a Baracoa, el vínculo, real o supuesto, entre la presencia de las ballenas en la costa y el mar de leva que le siguió. La ciudad-paisaje, una de las más antiguas de América, fundada en 1511 por Diego Velázquez, no tardará en recobrar el tradicional atractivo del malecón desde donde Adelaida mira hacia el azul del mar infinito como quien trata de desentrañar, o espantar, el enigma de la ola «maldita».

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