«Representar los intereses de los estudiantes no es servir de correo, llevar las opiniones a la dirección del centro y se acabó. Algunos problemas pueden no tener solución inmediata, pero siempre debemos presentar una respuesta a las inquietudes. Si la FEU no la obtiene, el mecanismo falla y ¿qué van a buscar los estudiantes en la organización si no canaliza sus intereses y sus opiniones?
«No queremos dirigentes populistas que den a cualquiera la razón, que no critiquen, que de tan buena gente hagan daño... dirigentes de este tipo no sirven. Ahora, hay que exigir las respuestas y, cuando se pueda, dar las soluciones». Felipe Pérez Roque (presidente de la FEU entre 1988 y 1990). Fragmento de la entrevista publicada en el No. 312, febrero de 1989.
«(...) los estudiantes pensaban que la FEU estaba para resolverte solo problemas de recreación, olvidando que lo esencial era la docencia y de la docencia pasamos al fraude. Nos dimos cuenta que no había que crear nuevos mecanismos para luchar contra el fraude, sino aprovechar los existentes, muy poco explotados debido, precisamente, al criterio recreacionista que predominaba sobre la FEU». Carmen Rosa Báez (presidenta de la FEU entre 1990 y 1993). Fragmento de una entrevista publicada en el No. 316, agosto de 1989. Entonces presidía la FEU en la Universidad Central de Las Villas.
«Creo que si desconociéramos la individualidad de cada estudiante estaríamos de espaldas a la realidad de la heterogeneidad de carácter y personalidad que comparte nuestras aulas y desconoceríamos la importancia del trabajo en cada brigada, el necesario desencadenamiento del debate de ideas que debe darse en nuestras aulas, la necesidad de trabajar por ver reflejado en nuestro hacer las ideas e inquietudes estudiantiles y por crear el espacio para cada estudiante, promoviendo disímiles actividades; es decir, que nuestra propia proyección como organización ha reconocido y respetado a lo largo de la historia la individualidad y eso no entra en contraposición con el hecho de que trabajemos en función de lograr objetivos generales que movilicen a la mayoría de los estudiantes y los convoquen a lo que te he explicado anteriormente y que es en síntesis estar comprometidos con el país y brindar nuestro modesto aporte donde se necesite». Carlos Valenciaga Díaz (presidente de la FEU entre 1997 y 1999). Fragmento de la entrevista publicada en el No. 336, octubre-diciembre de 1997.
«Nosotros debemos ser, pero aún no somos, una nueva generación. Nos faltan proposiciones, y nos falta ir más a la ofensiva, y nos falta más cimiento cultural: ahora hay más conciencia de que debemos alcanzarlo, pero todavía no lo tenemos. (...) Es paradójico que algunos tengan una idea de lo que es ser revolucionario que en verdad responde a lo que representa no serlo. Pareciera ser norma que un revolucionario deba ser estrictamente convencional, repetir lo que le han dicho, no asumir riesgos, parar una idea "por si acaso", o seguir trabajando con códigos que ya se sabe que no funcionan o que difunden un mensaje distinto del que se desea comunicar. A veces tenemos muy instalado ese tipo de convicción sobre lo que significa ser revolucionario, y entonces somos víctimas de ella. Un buen punto de partida o ruptura para los que con sinceridad queremos asumir posiciones revolucionarias, sería romper con eso, negarnos a ser víctimas de ese modo de actuar, de esos vicios, de esa rutina de la que muchas veces somos parte». Carlos Lage Codorniú, actual presidente de la FEU, en el número especial de Alma Mater (Nro. 457, de noviembre de 2007) dedicado al aniversario 85 de la revista.