No basta coincidir en habilidades con célebres científicos como Einstein, Marie Curie o Niels Bohr. Es imprescindible que los aspirantes a los Institutos Preuniversitarios Vocacionales de Ciencias Exactas (IPVCE), sepan que estos centros se crearon para garantizar el relevo en las carreras técnicas y sean consecuentes con esa necesidad.
De ser así, hoy en el IPVCE capitalino Vladimir Ilich Lenin no fuera casi indefinible la frontera entre quienes abrazan las carreras de humanidades y quienes siguen atados a la Matemática, la Física y la Química como tablas de salvación de una aptitud que no merece desperdiciarse.
En el Congreso de la Federación Estudiantil de la Enseñanza Media (FEEM) celebrado en los grupos del IPVCE capitalino se puso vinagre en la herida cuando se habló del asunto.
«Hay reclamo de profesionales en el Polo Científico, pero falta mucho por hacer en materia de orientación vocacional», dijo un joven que reconoce que algunos prefieren ser abogados o comunicadores, porque el sector productivo está deprimido, y no siempre los ingenieros reciben toda la remuneración que merecen; en cambio, sin delinquir, en otras profesiones los ingresos son superiores y «la rompedera de cabeza es menor».
Otros aseguraron que si los laboratorios de la escuela funcionaran, serían más interesantes las clases, y también crecería la vocación por la experimentación.
La discusión en las aulas abarcó distintas aristas que sobreavisan a la hora de seleccionar a los muchachos para escuelas como esas, porque no siempre las pruebas de ingreso revelan todo el conocimiento de una persona, ni mucho menos sus valores como seres humanos.
Tan así es que algunos calificaron como disonante y hasta excéntrico el uso en la escuela de equipos sofisticados donde no todos tienen la posibilidad de adquirirlos.
«Para que ese instinto egocéntrico desaparezca, los propios estudiantes de la FEEM debemos trabajar sin ofender a nadie, pero sí dejando claro que esta es una escuela para gente sencilla. La familia también debe desempeñar su papel y evitar que sus hijos trasladen a la escuela tendencias ostentadoras», comentó un estudiante.
Aprovechar el horario de estudio independiente, no dejar para último momento la consolidación de los conocimientos, e interesarse por las jornadas científicas fueron acuerdos reiterados en este Congreso de las aulas de la Lenin, que tocó sensibilidades y propuso metas inmediatas y a mediano plazo.
«Urge desarrollar el sentido de pertenencia», manifestó Amalia Roja, quien no concibe que en una escuela en la que se han invertido tantos miles de pesos para su reparación, la higiene en los albergues todavía es punto fijo en el archivo de asuntos sin resolver.
«Los queremos siempre de vanguardia», instó Fidel cuando hace más de 35 años inauguró este centro. Sin olvidar el momento histórico que editan, estos estudiantes demostraron tener en cuenta esa petición del líder de la Revolución, porque, como dijo Ana Laura Alfonso: «Ahora son tiempos más difíciles y la Patria reclama como nunca jóvenes talentosos y con un arsenal de buenas acciones».