Operación de córnea. Fotos: Franklin Reyes
Camagüey.— Motivos para andar ufanos con su hospital provincial tienen hoy los camagüeyanos. Inaugurado el 14 de enero de 1962, el Manuel Ascunce Domenech era en aquel entonces el más moderno de los hospitales del interior del país, una joya en la que condiciones superiores en los servicios, unidas a la sólida formación científica y hondas convicciones humanas y revolucionarias de su personal, le convertirían en un paradigma de institución hospitalaria para las provincias centrales.
Centros similares se multiplicaron en los territorios cercanos, con estructuras cómodas y funcionales; otras concepciones de salud se impusieron... la moderna tecnología, al igual que la añeja estructura del edificio, víctima del paso del tiempo y la falta de acciones de rehabilitación general, lo fueron deteriorando.
Presa de las limitaciones anduvo entonces el servicio de este hospital clínico-quirúrgico y de urgencias durante varios años.
Se convirtieron entonces en reto cotidiano de sus más de 2 000 trabajadores mantener la vitalidad de los 43 servicios, atender con calidad a unos 2 500 pacientes en consulta externa diariamente, realizar 21 000 operaciones al año (el 50 por ciento de las que realiza la provincia), recibir 11 000 pacientes en el servicio de urgencias, en medio de dificultades con la calidad del agua, un sistema hidrosanitario caótico, filtraciones de la cisterna, problemas con las calderas, el banco de oxígeno, la turbina, la lavandería y un equipamiento muchas veces por debajo de los requerimientos contemporáneos.
LA CURA DE TRANSFORMAREl Manuel Ascunce cuenta con una moderna tecnología que lo equipara con instituciones punteras en el país. Desde el año 2003 un proyecto transformador renueva mucho más que los cimientos y paredes del hospital, apuesta por el mejoramiento continuo de sus recursos humanos, por dar real significado a conceptos como ética médica, calidad del servicio...
Con todos los tintes de quien ha vivido el desafío desde la intensidad de cada detalle, el doctor Raúl Koely Padrón, director hace cuatro años de la institución, habla de los cambios.
«Después de muchas acciones logramos ser el hospital número 24 incluido en los programas de la Batalla de Ideas y con ello tuvimos la oportunidad de encaminar 11 objetos de obra de los más críticos.
«Hoy tenemos terminado un Centro de Medicina Natural y Tradicional, la cámara fría funcionando, un nodo de informática con 70 puntos y un centro de audio-video, que da la posibilidad de visualizar y discutir imágenes en movimiento.
«También se construyó una cisterna para 400 metros cúbicos, una consulta externa múltiple de primer y segundo niveles, una consulta externa de Oftalmología, también de primer y segundo niveles; un Centro de Cirugía Oftalmológica, con cinco salones y ocho posiciones quirúrgicas, y un Centro de Imagenología, con tecnología de última generación en este campo, y todo eso en una primera fase.
«En etapas posteriores nos proponemos el mejoramiento de las redes hidrosanitarias y eléctricas, de la lavandería, un incinerador de desechos, una unidad central quirúrgica, la casa de calderas, la conclusión de trabajos en servicios como Nefrología, Urología, Quemados...».
Unos 13 000 pacientes nacionales y extranjeros han sido intervenidos quirúrgicamente de diferentes patologías oftalmológicas en tierra agramontina, sin complicación alguna. Convencido de que no llega lejos la transformación estructural si no va acompañada de un cambio en la ética, la moral y los servicios, el doctor Koely Padrón, especialista de segundo grado en Cirugía y Cuidados Intensivos, devenido enamorado de la Administración de salud, defiende ante todo el cambio en las personas.
«En eso estamos muy ocupados en el centro, en convertir en un sistema de trabajo cotidiano el cómo conducirnos, cómo comportarnos, cómo tratar a las personas, cómo prestar un mejor servicio...
Para el directivo es esencial entender que lo material no debe ser un pretexto para hacer las cosas mejor. «Lo máximo de los servicios es cuando se brinda una calidad total, que es la suma de la calidad técnica más la calidad percibida...».
Los frutos de tal concepción de trabajo, unidos a las mejoras constructivas y tecnológicas, ya se traducen no solo en mayor limpieza y comodidad para los pacientes, en mejores condiciones para los médicos, sino también en el registro de importantes indicadores de salud, por debajo de la media nacional.
TRAS EL LENTE DEL MILAGROExámen en la lámpara de hendiduras. Apoyados en el rigor y nivel técnico que los convierte en una potencia en el campo de la Oftalmología de la Isla, y a tono con las nuevas concepciones de trabajo, llevaron la operación Milagro a Camagüey.
Gracias a la heroicidad de una decena de médicos, aún sin todas las condiciones, unos 13 000 pacientes nacionales y extranjeros fueron intervenidos quirúrgicamente de diferentes patologías oftalmológicas en tierra agramontina, sin complicación alguna.
Esa experiencia, que incluye la realización de pesquisajes en municipios, es aprovechada hoy en el nuevo Centro de Cirugía Oftalmológica, dotado de la más moderna tecnología, que lo equipara con instituciones punteras de la especialidad en el país, y que posibilita la realización de un elevado número de intervenciones diarias, entre estas operaciones complejas, como los transplantes de córnea.
La formación de especialistas de Oftalmología para la región central y la extensión de un sistema de trabajo marcado por la calidad ya dejan su huella en tierra agramontina.
El mayor logro del Manuel Ascunce Domenech, según su director, está en haber encontrado el camino de la insatisfacción constante. Los principales problemas, reitera, siguen estando en la mente del hombre.