Fotos: Roberto Suárez
Una nueva experiencia se desarrolla en algunas unidades de combate de las FAR: los soldados que al concluir sus estudios preuniversitarios obtuvieron carrera, y aquellos que optan por la Orden 18, reciben durante el Servicio Militar Activo una preparación docente encaminada a mantenerlos vinculados al estudio
Al soldado Maisel Estrada ya no le preocupa cómo serán sus inicios en la Universidad de Ciencias Informáticas (UCI) el próximo curso. En septiembre de 2007 este joven granmense terminará el Servicio Militar Activo (SMA), donde además de la preparación combativa, recibe una instrucción docente encaminada a repasar los conocimientos adquiridos en el preuniversitario.
«Soy de los que cogió carrera diferida —explicó a JR. Llegué aquí en junio y regreso en agosto del próximo año. Aunque son solo 14 meses, uno se desvincula del estudio, y este programa nos brinda la posibilidad de mantenernos en contacto con él, refrescar lo estudiado en el “pre” y nos permite una mayor preparación antes de entrar a la Universidad».
Maisel Estrada Acorde con la carrera que estudiará Maisel, el joven recluta recibe semanalmente dos turnos de Matemáticas, Historia y Computación; en esta última se incluye el tiempo de máquina.
«Los profesores están muy bien capacitados —añade. Lo que estamos dando no es nuevo, pero es muy bueno, porque refrescamos los conocimientos y así no pasaremos tanto trabajo cuando ingresemos a los estudios universitarios».
INSTRUCCIÓN NECESARIAMaisel es uno de los tantos jóvenes beneficiados con este nuevo proyecto de superación cultural que desarrollan las Fuerzas Armadas Revolucionarias en algunas de sus unidades. Se trata, en esencia, de que los combatientes que al concluir el preuniversitario obtuvieron una carrera, y aquellos que están optando por la Orden 18 del Ministro de las FAR, además de la preparación combativa y política establecida para el Servicio Militar Activo, mantengan el vínculo con el estudio y reciban un programa de superación cultural encaminado a repasar sus principales conocimientos del bachillerato.
La experiencia comenzó este año y se irá extendiendo gradualmente en la medida en que en las FAR se evalúen los resultados y se creen las condiciones materiales que lo permitan.
El teniente coronel Fernando Quivillet, jefe del organismo político de esta gran unidad de tanques visitada por JR, explicó a esta reportera que allí son beneficiados con este método unos 600 combatientes. De ellos, casi 500 son jóvenes que al terminar el preuniversitario obtuvieron carrera, y ahora están cumpliendo los 14 meses de SMA establecidos para ellos.
—¿Cómo se han organizado las clases?
—Las dividimos en tres grupos. Uno de Letras, para los estudiantes de las carreras de Humanidades, que reciben clases de Español e Historia; otro donde se incluyen las especialidades relacionadas con la salud, que dan Biología y Matemáticas, y un tercero donde se agrupan las ingenierías, que reciben también Matemáticas e Historia.
«Además, a todos los soldados-estudiantes se les imparten en la semana clases de Computación, incluidas las horas de tiempo de máquina para practicar. Para ello hemos habilitado dos laboratorios con computadoras y varias aulas.
«En total son 25 grupos de 20 soldados cada uno. Los profesores son de la Sede Universitaria Municipal de Boyeros y de la Universidad de La Habana».
—Habrán tenido que crear condiciones para esta nueva actividad.
—En realidad, desde hace varios años las FAR lleva a cabo un proceso de renovación y mejoramiento de las condiciones de vida y de trabajo en todas sus unidades, de manera que no fue complejo habilitar las aulas y laboratorios de computación para estos jóvenes soldados.
HIJO DE GATO...«Siempre me gustó la Medicina. Mis padres son médicos y he visto sus resultados, cómo han podido curar enfermedades. Por eso, cuando me propusieron optar por la Orden 18, no lo pensé dos veces. Me gusta esa profesión y quiero prestarle mucho interés para llegar a ser alguien en la vida».
Quien así se expresa es el soldado Michel Adrián Betancourt, un manzanillero de 19 años que llegó a la capital en agosto de 2005 para pasar el Servicio Militar, y que gracias a sus méritos acaba de ganar la posibilidad de ingresar en la Universidad una vez concluido el SMA.
Michel estudió en el IPUEC Osvaldo Herrera, en el municipio granmense de Bartolomé Masó. No obtuvo carrera y pensó incorporarse a las FAR, pero después se decidió por la rama de la salud.
«Ahora estoy aprovechando la posibilidad que me están dando para poder estudiar la carrera que había deseado en un inicio».
—¿Qué opinas de la preparación que te imparten?
—Además de la preparación combativa y política necesaria para todo joven cubano que cumple con el Servicio Militar, esta otra oportunidad nos permite reafirmar nuestros conocimientos del «pre» para, cuando volvamos a nuestras casas, enfrentar la carrera universitaria con más facilidad y no tener baches docentes.
«Mis padres consideran que esto es un éxito, porque cuando hoy un joven egresado del Servicio Militar se integra a la Universidad, la comprensión de las clases se hace un poco difícil».
Daniel Díaz También el soldado Daniel Díaz es hijo de un médico, y desde pequeño le gustaba ver cómo su padre ayudaba a los demás. Por eso decidió seguir su camino. En mayo pasado, antes de ser llamado al SMA, cuando juntos disfrutaban las vacaciones en Pinar del Río, la mamá de Daniel llamó por teléfono desde Granma, donde reside el muchacho, para darles a ambos una grata noticia: le habían otorgado la especialidad de Medicina.
«Fue un día muy feliz —recuerda— porque él (su papá) se fue a cumplir misión en Bolivia el 8 de junio, y se marchó con esa tranquilidad».
Para Daniel, los turnos de Biología son, lógicamente, sus preferidos.
«Hicimos un recordatorio de lo que habíamos dado antes, para que el profesor conociera cómo estaba nuestro aprendizaje. Empezamos con los virus: el del sida, estudiamos cómo se introduce en nuestro organismo y por qué es tan difícil de contrarrestar si no nos protegemos en las relaciones sexuales. Vimos las proteínas, los carbohidratos, los lípidos y las grasas. Yo tenía algún conocimiento, pero cuando recibí la clase lo profundicé más, ya que es un profesor más preparado».
Tanto los jóvenes como sus familiares han acogido con alegría esta iniciativa desplegada por las FAR. Y es que, decididamente, todo aquello que contribuya al desarrollo intelectual de nuestros jóvenes, es loable y oportuno.