Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Plan contra Plan

La Operación Verdad, en 1959, desmintió las calumnias que ya impugnaban a la naciente Revolución Cubana. Desde ese día Fidel confió en Raúl como segundo jefe, lo cual fue aprobado por el pueblo

Autor:

Juventud Rebelde

La primera vez que se hizo la propuesta de Raúl Castro como segundo jefe de la Revolución Cubana estuvo vinculada a un episodio que forma parte de la historia del periodismo en Cuba: la Operación Verdad.

Ello ocurrió en la concentración de un millón de cubanos frente al antiguo Palacio Presidencial, en la Avenida de las Misiones, efectuada el 21 de enero de 1959, solo tres semanas después del triunfo revolucionario, para repudiar la primera campaña de desinformación del imperio sobre la naciente Revolución Cubana.

Entonces, el aparato propagandístico de Estados Unidos, principalmente a través de sus agencias cablegráficas AP y UPI, revistas como Life, Newsweek, US News and World Report y sus principales periódicos, montaron toda una campaña internacional acusando a la dirección de la Revolución Cubana de convertir al país en un «baño de sangre» con los juicios de los tribunales revolucionarios y las sanciones de fusilamiento a un grupo de los más connotados criminales de guerra de la dictadura de Batista. Figuras del gobierno de Eisenhower y numerosos congresistas norteamericanos fueron fuentes para la injusta campaña contra Cuba.

Ante la magnitud que alcanzó la desinformación sobre lo que realmente pasaba en Cuba, para intentar contrarrestarla, la Revolución, con el apoyo de las principales instituciones periodísticas existentes entonces, el Colegio de Periodistas y la Asociación de Reporters de La Habana, organizó lo que se conoció como Operación Verdad. Se cursaron invitaciones a alrededor de 400 periodistas de Estados Unidos, América Latina y Europa para que se reunieran en La Habana y viesen con sus propios ojos el diluvio de mentiras y calumnias que los grandes medios de comunicación, agrupados en la Sociedad Interamericana de Prensa, publicaban a diario.

La Operación Verdad tuvo dos actividades centrales: la concentración frente a Palacio el 21 de enero, y un encuentro de Fidel al día siguiente con los casi 400 periodistas que acudieron a la cita, que se realizó en el salón Copa Room del hotel Riviera.

A un país genocida, como ya lo era Estados Unidos, pues había cometido crímenes tan monstruosos como los bombardeos atómicos a las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki, a causa de los cuales murieron más de 200 000 personas, no podía resultarle agradable que se aplicase en Cuba la justicia a un grupo de torturadores y criminales batistianos, instruidos y armados por los planes de colaboración militar existentes entre el Pentágono, el FBI, la CIA y otras dependencias estadounidenses y la dictadura de Batista.

De todo ello habló Fidel al pueblo y al mundo en la concentración frente a Palacio. Y también de que ya habían comenzado a lanzarse amenazas de muerte y a fraguarse planes de atentados contra él y otros dirigentes de la Revolución.

Sobre este aspecto, Fidel dijo: «Lo que voy a decir al pueblo de Cuba es que no tenga temor… es que las revoluciones no pueden depender de un hombre… es que las ideas justas no pueden depender de un hombre, y además que los líderes no nos podemos meter en una caja de caudales».

Continuó Fidel diciendo que sería invariable su determinación de desafiar todos los peligros, pasara lo que pasara, y advirtió a los enemigos de Cuba: «…asesinándome a mí no van más que a fortalecer la Revolución. Le voy a proponer a la dirección del Movimiento 26 de Julio que designe al compañero Raúl Castro como segundo jefe… Lo hago no porque sea mi hermano, que todo el mundo lo sabe, sino porque lo considero con cualidades suficientes para sustituirme en el caso de que yo muriera en esta lucha. Porque, además, es un compañero de firmes convicciones revolucionarias, que ha demostrado su capacidad en la lucha; que fue el que dirigió el ataque al Moncada, el II Frente Frank País, demostrando capacidad como organizador y como militar».

Tal propuesta hecha hace 47 años fue acogida con una salva de aplausos. Fidel consultó al millón de cubanos allí reunidos si aprobaban la designación de Raúl como segundo jefe de la Revolución, y un ¡SÍ! unánime y sostenido llenó el aire de la Avenida de las Misiones en aquel 21 de enero de 1959.

LECCIÓN APRENDIDA

Foto: Raúl Abreu Martí nos dejó una lección de combate frente a los planes del imperio que las generaciones del Moncada, Girón, la Crisis de Octubre, Angola, Etiopía, y la actual, la de la Batalla de Ideas, hemos tenido siempre muy presente: Plan contra plan. A cada plan imperial para destruirnos o causarnos daños, un plan revolucionario para enfrentarlo. La Operación Verdad fue un plan para contrarrestar la primera gran campaña mediática de desinformación. La designación de Raúl como segundo jefe de la Revolución fue otro plan para enfrentar los planes del imperio para eliminar físicamente a Fidel. Ese último no se desmontó a lo largo de todos estos años.

En las circunstancias actuales, cuando Fidel, debido a una delicada y compleja intervención quirúrgica, ha debido traspasar temporalmente sus principales responsabilidades como Primer Secretario del Partido y Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, e incluso como Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, a manos de Raúl, recordar el hecho que señala la primera ocasión en que él fue designado segundo jefe de la Revolución tiene una gran significación.

Los momentos actuales son quizá los de mayor peligro para la Revolución. Los gobernantes dementes del imperio no han ocultado sus planes agresivos para destruirnos. Acaban de actualizar el Plan Bush para una llamada transición democrática, que es injerencista y anexionista desde su primera hasta la última línea. Dentro de este existe un anexo secreto que no hay que tener mucho olfato político para suponer sus intenciones malévolas.

Ahora, tras el anuncio de la enfermedad de Fidel y el traspaso de sus responsabilidades a Raúl y a un grupo de compañeros de la dirección del Partido, Bush ha hecho una declaración de tipo gangsteril: que ha de tomar nota sobre aquellos que obstaculicen la transición hacia la democracia diseñada por Estados Unidos para Cuba.

¿A quien pretenderá asustar el «lobo feroz» Bush con esas palabras? ¿Al pueblo de Cuba, a Fidel en su lecho de recuperación o a quienes les ha traspasado provisionalmente sus responsabilidades? No creemos que la tontería del inquilino de la Casa Blanca llegue al extremo de pensar o pretender eso, sabiendo que los cubanos y sus dirigentes revolucionarios están curados de espanto desde hace ya 47 años. Contra Cuba han ensayado casi todo, hasta la amenaza del empleo de armas nucleares. Y en Cuba nadie ha temblado jamás frente a agresiones, invasiones y bloqueos, brutales acciones terroristas y guerras biológicas, provocaciones de la SINA y fabricación de quintacolumnistas, guerras mediáticas, desinformación e infamias y plancitos injerencistas y anexionistas como los de Bush.

El Plan de Cuba contra el Plan de Bush está hoy más activado que nunca. Que se lo metan en sus cabecitas delirantes los que allá en Washington y Miami siguen pensando o dando pasos para un zarpazo contra la Patria de Martí y Fidel.

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