Miembros de la OCLAE durante una manifestación en Sao Paolo.
«La juventud ya no pide. Exige que se reconozca el derecho a exteriorizar su pensamiento propio. (...) proclamamos bien alto el derecho sagrado a la insurrección (...) la única puerta que nos queda abierta a la esperanza es el destino heroico de la juventud (...) El sacrificio es nuestro mejor estímulo; la redención espiritual de los jóvenes, nuestra única recompensa (...) los dolores que nos quedan son las libertades que nos faltan (...) estamos pisando sobre una revolución. Estamos viviendo una hora americana».Esos fueron algunos de los enérgicos postulados del denominado «Manifiesto Liminar» del Movimiento de Córdoba, en la Argentina de 1918.
Algún tiempo después, el 20 de enero de 1922, por iniciativa del líder estudiantil y comunista cubano Julio Antonio Mella, se creó en La Habana la Federación Estudiantil Universitaria (FEU), y en 1923 se efectuó en la capital cubana el Primer Congreso Nacional de Estudiantes.
No puede soslayarse el hecho histórico de que, concluida la II Guerra Mundial con la victoria sobre el fascismo, cobra fuerza en algunos sectores estudiantiles la idea de la necesidad de crear estructuras de integración para impulsar los esfuerzos realizados por un joven cubano de 21 años, estudiante de Derecho, nombrado Fidel Alejandro Castro Ruz, quien realizó contactos con organizaciones estudiantiles de Panamá, Venezuela, Colombia y Argentina con vistas a la realización en abril de 1948 de un Congreso Estudiantil Universitario en Bogotá.
Este evento se proponía la creación de una organización continental de estudiantes con un definido carácter unitario, solidario y antiimperialista, e incentivar en los jóvenes del Movimiento Estudiantil la lucha contra las tiranías de América Latina y a favor de la democracia, por la independencia de Puerto Rico, la devolución del Canal de Panamá, ocupado militarmente por los Estados Unidos, y la desaparición de los regímenes coloniales que subsistían en la región.
El Congreso, que coincidió con una reunión de la Organización de Estados Americanos (OEA), promovida por el gobierno norteamericano en la capital colombiana para consolidar su dominio en el continente, no pudo terminar sus labores, porque el mismo día en que comenzó —el 9 de abril de 1948— fue asesinado en Bogotá el líder popular Jorge Eliécer Gaitán, iniciándose lo que en la historia se conoce como El Bogotazo, durante el cual las fuerzas reaccionarias llevaron a cabo en la capital una de las represiones más sangrientas que se recuerdan en el continente.
FUNDACIÓN DE LA OCLAEEsas duras realidades sedimentaron condiciones propicias para que surgiera una integración estudiantil de nuevo tipo.
El Congreso donde se proclamó la solidaridad con todos los pueblos oprimidos y explotados del mundo, con todos los que luchaban por su libertad contra el imperialismo y en especial la disposición de ir a combatir al lado del pueblo vietnamita contra el yanqui opresor, fue el mismo que decidió unánimemente, el 11 de agosto de 1966, en La Habana, durante el IV Congreso Latinoamericano de Estudiantes, la creación de la Organización Continental Latinoamericana de Estudiantes (OCLAE) cuyos 40 años celebramos precisamente hoy.
La nueva organización de estudiantes recogía la antorcha de las tradiciones revolucionarias del movimiento estudiantil de latinoamericanos y caribeños.
La OCLAE se dedicaría por entero al fortalecimiento de la unidad y la solidaridad del movimiento estudiantil de América Latina y el Caribe; a la coordinación de las luchas del estudiantado contra el imperialismo y sus secuelas de dependencia y explotación, así como a favor de la reforma y democratización de la enseñanza y el bienestar estudiantil.
La OCLAE ha sido y es una firme síntesis de la larga y rica tradición de lucha del estudiantado latinoamericano y caribeño por la conquista y defensa de sus legítimos derechos y reivindicaciones, y por la reforma y democratización de la enseñanza y su destacado rol en el combate de los pueblos contra la dominación imperialista, en aras de la liberación nacional, la independencia, la democracia, la paz y el desarrollo.
Trece Congresos Latinoamericanos de Estudiantes (CLAE) se han realizado en estos 40 años, el primero en Uruguay, en 1955, y el último en Guadalajara, México, en 2002.
Todos han resultado espacios de verdadera unidad estudiantil, cargados de historia y de combatividad. Y uno de esos, el VI CLAE, en La Habana, en marzo de 1979, aprobó la creación de la Orden José Rafael Varona, y su entonces recién electo secretariado permanente acordó otorgarla al Comandante en Jefe Fidel Castro, el 19 de marzo de ese año.
A 40 años de lograrse una integración de estudiantes y jóvenes como la que aquel cubano veinteañero, Fidel Castro, quiso que se creara en 1948, podemos decir que esta especie de Estado Mayor o de Cuartel General del estudiantado del continente y del Caribe que es justamente la OCLAE, goza de buena salud y sigue siendo —sobre todo en un mundo convulso como el de hoy— fragua de verdadera esperanza estudiantil y juvenil.