Los recién graduados asumen la responsabilidad asignada a la altura de más experiencia. Foto: Liurka Rodríguez PRAMBANAN, Indonesia.—la doctora Yunilka Pérez debe ser de las más jóvenes que integran la Brigada Médica Cubana en Indonesia. No cuenta más de 25 años. La muchacha guarda como recuerdo singular aquel día de septiembre pasado en que recibió su título de graduada en Ciencias Médicas. Fue en el coliseo de la Ciudad Deportiva, a la misma hora en que se creaba el ya célebre Contingente Internacional de Médicos Especializados en situaciones de Desastre y Epidemias, Henry Reeve.
Desde entonces comenzaron también las misiones de esta cienfueguera y del resto de sus compañeros que completan la cifra de 135 cooperantes cubanos en la Isla de Java. Si no fuera por sus jóvenes rostros nadie podría distinguirlos. Y es que asumen la responsabilidad asignada a la altura de los de más experiencia.
En uno de los dos hospitales de campaña, el Antonio Maceo de Prambanan, es posible tropezar con siete de los mencionados bisoños. Dainerys Pérez Lastre, por ejemplo, vive la prolongación de su núcleo familiar en el que todos escogieron la medicina como profesión, incluyendo a su hermano mayor. Para suerte del colectivo, dedica su tiempo libre a recoger las memorias y los hechos de mayor relevancia que ocurren durante estas nuevas jornadas de solidaridad.
Del cuaderno de la joven, salen prestadas algunas líneas, que trascienden el carácter estático que suele tener toda letra impresa para mostrar toda su dimensión humana e inmortal:
«El domingo acude una paciente de 55 años con una fractura. La pérdida de sangre era profusa por lo que se decidió operarla de inmediato. Es llevada al salón de operaciones con cifras de hemoglobina de 10,6 g/l. Se le administra volumen a pesar de lo cual se mantuvo hipotensa, por lo que se decide transfundirle 420 cc de sangre homóloga. Por primera vez en nuestro hospital de campaña, de tan solo 20 días, se realiza este procedimiento. Geydy, la técnica de laboratorio, transfundió de brazo a brazo (de familiar a paciente). La recuperación fue satisfactoria, aunque mantuvo una ligera hipotensión que mejoró paulatinamente. Salió del salón de operaciones ventilando espontáneamente, con una frecuencia cardiaca de 94 l/min y con tensión arterial estable».
Los «recién graduados», como ya los han bautizado, no temen al alto grado de exigencia que supone una labor como la que desempeñan. No desdeñan el hecho de trabajar entre especialistas con otros métodos o estilos arraigados, sino que los aprenden y renuevan. A la par, transmiten su espíritu y su necesidad de seguir formándose, mucho más en condiciones de campaña como lo fue Paquistán y lo es Indonesia. Se trata, sin dudas, de otra universidad que los prepara y fortalece.