La tecla del duende
Su prosa ha sido, en las últimas décadas de Cuba, cátedra de escritura y de civismo, de sabrosa batalla intelectual y de utopía. Desde ella, «tirando a dar, pero con una sonrisa», es decir, «riflexionando», Héctor Zumbado Argueta, o mejor dicho, H. Zumbado, como solía firmar, nos impulsa, aunque las noticias digan que ya no estará más. A este «curdonauta» conflictivo difícilmente lo quieran en el Más Allá. Aquí te esperamos, Maestro, para brindar, otra vez, con tus limonadas.
«Un amigo me preguntaba el otro día cómo podría definirse el burocratismo.// —Mira —le dije—, no es fácil porque el concepto es amplio, abarca mucho. Puede incluso abarcar toda una región o todo un país. Pero, digamos —haciendo un intento, un profundo esfuerzo intelectual— que una de sus definiciones podría ser: “La tendencia, que a veces se convierte en obsesión, por controlarlo todo hasta el más mínimo detalle y, luego, la incapacidad de llevarlo a cabo”.// —No entiendo muy bien —me dijo mi amigo—, necesito un ejemplo.// —Bueno, un buen burócrata, un burócrata legítimo, pura sangre, espera que las croquetas de Quivicán, por ejemplo, sean igualitas, exactas, a las croquetas de Gibara. Entonces crea modelos, redacta orientaciones y circulares, imprime carteles, plegables y murales explicando al detalle los íntimos parámetros del modo y manera en que debe confeccionarse una croqueta. Convoca a reuniones, llama por teléfono, local y distancia, emplea el télex, gasta gasolina visitando unidades, exhorta, explica, impulsa, entusiasma y orienta. Y luego, claro, la croqueta de Gibara no resulta ser igualitica a la croqueta de Quivicán. Porque una croqueta es una croqueta y no un tornillo de media pulgada que sale de un torno. Aunque, naturalmente, hay croquetas que parecen y saben a tornillos de media pulgada». (H.Z.)
«Las manos rígidas, como de barro seco. Los dedos engarrotados, inflexibles, duros. Y el cerebro recubierto por una fina película de hollín.// Así es Chapucio. Una especie de Rey Midas, pero al revés. Todo lo que toca se convierte en caca.// Chapucio es el tipo que, cuando le pega un sello a un sobre, la goma se queda toda embarrada alrededor del sello. Es el pegote, la chapucería inconfundible, inimitable, integral. Si se hace el nudo de la corbata, lo que sale es una cosa retorcida, que no se sabe si es un nudo marinero o un tirabuzón...». (H.Z.)
Homenaje a los papás de los duendes tuneros. Este domingo, 3:00 p.m., en la casa de Arturo, reparto Aeropuerto.
Utilizar el humor —el nuestro, implacable con todo lo falso, con lo solemnemente falso— es, además de una necesidad expresiva, una obligación nacional. Abel Prieto