La tecla del duende
¿Recuerdan Los zapaticos de rosa?, preguntó el profe Julio. Y varios en mi grupo de 1er. año de Periodismo pensamos que aquello tal vez no tenía mucho vínculo con la clase de Géneros de Opinión que el avezado cronista nos impartía. Tras el expectante silencio el maestro citó de memoria al Maestro; recitó, con voz pausada y clara, el texto íntegro del poema.
«Fíjense en el momento en que el Apóstol cuenta: “Se vio sacar los pañuelos/ A una rusa y a una inglesa;/ El aya de la Francesa/ Se quitó los espejuelos”. ¿Qué estaba sucediendo ahí?...».
Pero aún nosotros, que tal vez habíamos escuchado decenas de veces los versos, y hasta alardeábamos de recordar con exactitud algunas estrofas, no sabíamos adónde nos llevaría la reflexión. Y otra vez quedamos sin palabras.
Estaban llorando. Estaban conmovidas hasta las lágrimas con el gesto de Pilar, que acababa de quitarse sus zapaticos para una niña enferma. Pero Martí no lo dice explícitamente, sino que lo sugiere. Lo desliza como quien sí quiere las cosas, para conmover sin estridencias, para comunicar sin panfletarismos. La contención, esa virtud martiana, también debe ser guía de un hombre de la prensa, explicó entonces el docente.
Y evoco hoy la anécdota porque el Doctor Julio García Luis, periodista y profesor de los buenos, lleva desde hace un par de meses el nombre de José Martí junto al suyo.
Su gremio —de las aulas y las redacciones— lo reconoció con el Premio Nacional que honra al Poeta. Y él, que ha esparcido cátedra de excelencia en la vasija de la más honda humildad; que nos ha enseñado junto al Universal que la escritura debe ser ante todo un ejercicio ético; ni siquiera estuvo en Cuba para recibir el galardón: andaba regalando ideas y emociones en la patria donde Martí lloró frente a Bolívar.
Es mayo. Y 19. Y hay Dos Ríos que evocan la caída del Hombre de La Edad de Oro. Pero sus fechas siempre serán de nacimiento, como las buenas clases de uno de sus alumnos: mi querido profe Julio.
Princhy: Puedo ser la montaña altiva y majestuosa, solo porque eres el abismo que me sostiene infinito. Tu Nene
Yoa: Me preguntaste un día por qué te quería tanto... Qué ingenua: Existes. Riky
VA: Eres mi pieza esencial, sin ti me descompongo, pongo, pongo. Tu Wall-E
Jorge: Solo te amaré dos veces: Hoy y Siempre. Maye
«Hay gente loca, por supuesto, y es la que dice que no es verdad sino lo que se ve con los ojos. ¡Como si alguien viera el pensamiento, ni el cariño, ni lo que, allá dentro de su cabeza canosa, va hablándose el padre, para cuando haya trabajado mucho, y tenga con qué comprarle caballos como la seda y velocípedos como la luz a su hijo». José Martí.