La tecla del duende
Más de 150 tecleros festejaron el décimo aniversario de la sección, el sexto de las peñas de JR y el Día del Amor. El sábado 12 en el Instituto Internacional de Periodismo y el domingo 13 en el Multicine Infanta, se buscó «la poesía de querernos». Fernando Martínez envió desde Venezuela estos versos para la cita:
Duende, te pido permiso/ y a los Tecleros también,/ para subir en el tren/ del festejo. De improviso,/ asumo este compromiso/ de cantar dos cumpleaños:/ la Tecla cumple diez años/ y la Tertulia Ocurrente/ hoy festeja exactamente la dicha de los seis años.
Aquella solicitud/ de Polanco para un texto/ a Guillermo, fue pretexto,/ para alumbrar la virtud,/ la Tecla del Juventud/ tan Rebelde y Ocurrente,/ nació de padre excelente/ del periodista mejor,/ de sus lectores, lector,/ palabra igual, diferente.
Pero faltaba la cita/ presencial y una ocurrente,/ sugirió agrupar la gente/ en Tertulia que concita,/ oportunidad bendita:/ doce de febrero el día/ del dos mil cinco, nacía/ de la Tecla el mejor fruto;/ el Hueco del Instituto/ acogió la cofradía.
Y el Guille, con su ocurrencia/ hizo nacer el encuentro,/ la magia que habita dentro/ de los tecleros, su esencia,/ compartida en la vivencia/ de una familia inmediata,/ torrente que se desata/ en lágrimas y sonrisas,/ un sitio donde no hay prisas:/ pausa de vida sensata.
Sin embargo la ironía/ lanza una trampa al camino;/ ilógico desatino/ donde todo es alegría,/ casi en el centro del día/ la muerte lanza su manto,/ y en medio de nuestro espanto/ el Genio emprende su adiós:/ aún se quiebra la voz/ y nos amenaza el llanto.
(...) Pero no existe revés/ pues otros sí continuamos;/ se percibe que triunfamos/ más de tres años después.
Hay una Tertulia viva/ en La Habana, fundadora,/ con la fuerza creadora/ del Duende y su comitiva;/ Walkyria, superactiva,/ Haydée siempre tan precisa,/ Nevalis, Oscar de prisa,/ Betty, Mignelys que cita/ al vecino y nos invita/ a curar con su sonrisa.
Sábado a las dos en punto,/ segundo de cada mes,/ están Rene, Radamés/ y Nancy que vino junto/ a Víctor, con el conjunto/ de su familia teclera;/ llega Nena, zalamera,/ vinieron Gilda y Julián;/ los Cinco Héroes están/ en su voz y acción cimera.
(...) En Santa Clara y Santiago,/ Bayamo, Guaracabulla,/ siempre se genera bulla,/ puede aparecer un trago,/ la ternura causa estrago/ si alguien se muestra reacio;/ Matanzas tiene su espacio/ en el Palacio de Junco/ y si alguna vez fue trunco,/ va renaciendo, despacio.
Del Yumurí llega El Moro/ con su doble militancia/ y Luis Oscar, con prestancia,/ sumando Colón al foro;/ la UCI empina su coro/ con las palabras más bellas;/ en Las Tunas quedan Huellas/ de humedad, pero La Bala,/ busca pólvora y exhala/ besos, con polvo de estrellas.
Cienfuegos forma su «cosa»/ también Florida y Morón,/ por Holguín anda el Cañón/ y Cary, tan cari-ñosa;/ anda Naivi, presurosa/ por las tierras avileñas,/ y las huestes pinareñas/ en la ciudad y San Juan,/ sumando tecleros van/ como el Yayabo en sus Peñas.
Y si no está concebida/ la Tertulia en estos lares,/ sepan que cruzó los mares/ porque la Tecla es mi vida,/ es mi punto de partida/ en los sueños que persigo,/ te puedo decir, mi amigo/ sin fanfarrias ni alharacas:/ la Tecla vive en Caracas,/ porque la traje conmigo.