La tecla del duende
Los hilos perdurables siguen uniendo afectos. Mientras en El Castillito vedadense recibían su premio los ganadores de la «Camilada», una nueva tecla nacía en Las Tunas. Aquí viajábamos a la Historia en el recuerdo de los combatientes Osmín Fernández, jefe de despacho del Barbudo risueño, y Talía Laucirica, su amiga. Allá se transportaban al futuro animados de cuantos proyectos surgen en un alumbramiento.
Nieves, «la bala», reporta: «¡Al fin se fundó la tertulia tunera! Asistimos 21 personas, que a través de una tela de araña —ocurrencia copiada de la tertulia trinitaria— tejimos la Amistad, tema de nuestro primer encuentro. Se realizó en la Casa de la Prensa, gracias a la presidenta de la UPEC, Adalys Ray.
«Nos reunimos a las diez de la mañana. Se contaron historias, se leyeron fragmentos de Regalo de Jueves, hubo lágrimas de emoción, encuentro entre viejos amigos, visita sorpresiva, acompañada de sus acostumbrados caramelos, de los tecleros de Santiago, Cecilia y Carlos... La seguiremos celebrando los últimos sábados de cada mes, a las dos de la tarde.
«Aunque la asistencia no fue mucha, lo más importante ha sido fundarla y será esencial mantenerla, para así cumplir cabalmente lo que le dijimos a Guille en Guaracabulla. Sobrará entre nosotros la hermandad. Besos con sabor a pólvora. PD: Terminamos comiendo cake aportado por la UJC provincial».
CodiciaCavando para montar un cerco que separara mi terreno del de mis vecinos, me encontré enterrado en el jardín, un viejo cofre lleno de monedas de oro.
A mí no me interesó por la riqueza, sino por lo extraño del hallazgo. Nunca he sido ambicioso y no me importan demasiado los bienes materiales...
Después de desenterrar el cofre, saqué las monedas y las lustré. (¡Estaban tan sucias y herrumbrosas las pobres!). (...)
Solo por pasar el tiempo empecé a imaginarme todas las cosas que se podrían comprar con ellas...
Pensaba en lo loco que se pondría un codicioso que se topara con semejante tesoro... Por suerte, no era mi caso.
Hoy vino un señor a reclamar las monedas. Era mi vecino.
Pretendía sostener, el muy miserable, que las había enterrado su abuelo y que por lo tanto le pertenecían a él.
Me dio tanto fastidio... ¡que lo maté!
(...) Si hay algo que a mí no me importa, son las cosas que se compran con dinero. Pero, eso sí, no soporto la gente codiciosa... (Enviado por Elayna, la «sicosocióloga»)
GraffitiRGVR: Regálame una noche de tu vida; yo te daré mi vida en una noche. Tuya Siempre
Macdreamers: ¿Recuerdas que te gustaba eso que hacía con mi pelo? Pues no lo hago desde que no estás. De Say
Cañón: Se te extraña; por favor, hazte sentir. Teclabana
Raiza: En la Biblia de mi amistad, tú fuiste el Génesis. Yadán
Guille Vilar: Gracias por vestir de Camiladas la voz amiga de tu Juventud 2000. Los tecleros