Los que soñamos por la oreja
Si bien es cierto que la existencia de un mercado nacional para el disco cubano continúa siendo algo que no se atisba en el horizonte, también resulta verdad que nuestros sellos discográficos siguen editando diversos fonogramas, más allá de que demoren en circular y de que logren ser o no comercializados. En espera de que tales problemas algún día se solucionen, a los que trabajamos en los medios nos toca promocionar lo que las disqueras publican. A tono con lo anterior, hoy reseño un par de álbumes grabados por artistas de gran prestigio entre nosotros.
Argelia Fragoso. Foto: Roberto Morejón.
Cualquier mínimo conocedor de la música cubana de las últimas décadas sabe que decir los nombres de Argelia Fragoso y Pancho Amat es hablar de segura calidad en lo que ellos hagan en materia sonora. Tal criterio vuelve a corroborarse al escuchar la producción discográfica que ambos realizaron en fecha reciente, bajo el título de Inesperadamente, nombre otorgado al fonograma a partir de un tema original de Luz Casals y Ruy Velozo, acerca del cual nuestros compatriotas hacen una singular versión.
Pancho Amat. Foto: Roberto Ruiz.
Contentivo de 12 cortes, en el álbum encontramos una interesante alternancia entre piezas de autores cubanos y otras de creadores foráneos. Igualmente, llama la atención que en el material también aparece un tema compuesto por la misma Argelia Fragoso, Café chachachá, una curiosidad pues la intérprete nunca ha sido conocida como compositora, sino como una extraordinaria cantante.
Un aspecto que también sobresale a lo largo de la grabación es el trabajo de orquestaciones de los 12 temas recogidos en el disco, labor acreditada a Pancho Amat. Entre lo más prominente del álbum, además del aludido Inesperadamente, mencionaría Olvidarte (Pancho Céspedes), Tu llegada (Meme Solís), Si vuelves (Marta Valdés), Conformidad (Vicente Garrido) y especialmente En ti multiplicado (Pancho Amat), toda una clase para cualquier interesado en conocer cómo se maneja la forma de armonizar dos voces en la música tradicional cubana.
Fonograma impecable en su realización técnico-artística, lamentablemente por las características de lo que en la actualidad prevalece en el consumo de materia sonora en Cuba, mucho me temo que el CD pasará sin penas ni glorias entre nosotros, al margen de que para los amantes de la buena música cubana la propuesta reúna lo necesario para un pleno disfrute.
Otro disco al que quiero referirme es el titulado Entre cuerdas, de César López. Desde que en los 80 de la anterior centuria debutase este camagüeyano como parte de la agrupación Afrojazz, de Bobby Carcassés, una de las principales escuelas para los jazzistas cubanos, todos los que éramos frecuentes visitantes del entonces llamado Maxim Club, donde la formación tenía su cuartel general, sabíamos que el muchacho estaba llamado a ser uno de los principales saxofonistas de nuestro país. Por esos días, César era aún estudiante del Instituto Superior de Arte, pero tenía plena conciencia de que, además de recibir clases académicas de gentes tan prestigiosas como Miguel Villafruela, para llegar a dominar los secretos de la improvisación en el jazz resultaba definitorio la experiencia que representa tocar sistemáticamente.
Después de aquel primer momento, López pasó otro gran conservatorio de la historia de la música popular cubana. Me refiero al grupo Irakere, de Chucho Valdés, en el que alcanzó la plena madurez como saxofonista. Así, cuando César inició su carrera ya como figura frontal de su propio proyecto hacia mediados de los 90, la agrupación denominada Habana Ensemble, estaba listo para acometer lo que se propusiera como instrumentista.
En Entre cuerdas (sello Colibrí) hallamos siete cortes compuestos y orquestados por este saxofonista, que esta vez no nos entrega un trabajo puramente en los códigos del jazz, sino que se mueve en una atmósfera sonora típica de la música de cámara.
Para lograr la sonoridad que se propuso al concebir el disco, César contó con los servicios de la Orquesta del ISA adjunta al Lyceum Mozartiano de La Habana, dirigida por el maestro José Antonio Méndez Padrón. A ellos se unen otros instrumentistas procedentes del mundo del jazz y que son el complemento ideal para temas en los que López ejecuta como solista el saxofón soprano, el alto y la flauta.
Entre mis cortes favoritos del álbum aparecen Providencia, en virtud del lirismo que nos transmite el saxo; Sin adiós, sentido tributo con mucho de jazz a su antiguo compañero en Irakere, el también saxofonista Carlos Averhoff, y Cachao family, para mí una de las piezas más logradas desde el punto de vista orquestal en el CD y en la cual, además de destacarse el protagonista de la grabación, sobresale el pianista invitado Alejandro Falcón.
Con grabación, mezcla y masterización a cargo del ingeniero de sonido Orestes Águila, sin la menor discusión Entre cuerdas se encuentra en el listado de los álbumes más llamativos en el conjunto de los dados a conocer a propósito del Cubadisco 2015.