Los que soñamos por la oreja
Ser un excelente músico, de los que maravillan con sus interpretaciones, no siempre es sinónimo de resultar a la par una buena persona. Cuando nos encontramos ante alguien que reúne ambas condiciones, uno no puede menos que admirarlo. Tal es el caso de Jorge Luis Valdés, más conocido por todos como Chicoy, que en el 2013 celebra sus 40 años de vida artística.
Como parte del ya imprescindible espacio denominado En Confluencia, encuentro llevado a cabo el segundo domingo de cada mes, a partir de las cinco de la tarde, en la Casa del Alba Cultural (Línea y D, Vedado) y conducido por el notable compositor e intérprete Eduardo Martín, el pasado 10 de febrero se rindió homenaje a Chicoy por arribar a cuatro décadas de trayectoria como instrumentista.
Fue gratificante apreciar la cantidad de personas que nos reunimos a propósito del tributo a Jorge Luis Valdés. En particular, me llamó la atención el elevado número de músicos presentes, sobre todo guitarristas, algo que no ocurre con la frecuencia debida, según he podido comprobar al concurrir a otros homenajes de esta índole. Y es que a las maneras correctas con las que siempre se proyecta Chicoy en el trato para con los demás, hay que añadir que él ha ayudado durante mucho tiempo a la formación de múltiples instrumentistas.
Un repaso a la biografía de este guitarrista, nacido el 28 de julio de 1955, nos indica que él comenzó sus andares musicales como integrante de bandas de rock.
De aquella etapa sobresale su estadía en la agrupación Los Barbas. Luego vendría el paso por el grupo Los 3 + 1, donde empezó a conocer los secretos de la música cubana. Justo por esos años tuvo sus iniciales lances con el jazz, gracias a Bobby Carcassés, quien fue la primera persona que le mostró las ilimitadas posibilidades creativas de lo jazzístico.
En el camino de los maestros que marcaron el futuro devenir de Jorge Luis Valdés, hay que aludir obligatoriamente al pianista Felipe Dulzaides, de cuya agrupación Chicoy fue miembro durante cuatro años. Recuerdo que en dicho período, yo iba con frecuencia al Bar Elegante del Hotel Riviera, donde ellos tocaban cada noche y me impresionaba comprobar que el público pedía cualquier tema de los llamados standards y tras una indicación de Felipe para señalar la armonía de la pieza, sin previo ensayo la banda arrancaba a tocar, con los sucesivos solos de cada músico. Estoy convencido de que esa fue una escuela definitoria para el ulterior quehacer de Jorge Luis.
En cuanto a la función llevada a cabo el domingo 10, sencillamente resultó algo de lujo. Por un espectáculo como el que disfrutamos de manera gratuita en la Casa del Alba Cultural, en cualquier escenario del mundo habría que pagar una elevada cifra. Tras las palabras de presentación a cargo del anfitrión de la velada, Eduardo Martín, y la entrega del Premio de Honor de Cubadisco al homenajeado por su obra de toda la vida, se hizo la maravilla de la música.
De inicio, Chicoy fue acompañado por el contrabajista Jorge Reyes, su viejo colega de antiguos proyectos como Perspectiva; así como por su hijo, el baterista Oliver Valdés. Con semejante formación clásica de trío, el énfasis del repertorio cayó en la ejecución de la guitarra eléctrica limpia, es decir, sin el empleo de efectos o con la utilización de muy pocos. Aquí Chicoy se lució en el uso de frases octavadas, pasajes con secuencias de acordes aumentados, disminuidos, de novena, oncena, trecena, empleados no solo en el plano armónico sino también como parte del diseño melódico.
Un segundo momento vino con la participación de Bobby Carcassés, quien le rindió tributo a Valdés con el estreno de su pieza Chicoy’s Blues. Tras ello, se unieron a Jorge Luis en el escenario Javier Zalba, Yandy Martínez, Ramsés Rodríguez y Roberto Fonseca, para interpretar de este último varios temas del CD Yo, un repertorio en el que la world music, el jazz rock y lo cubano se unen en uno de los trabajos más impresionantes que he oído de nuestra gente en meses recientes, y donde Chicoy se lució de lo lindo desde su guitarra procesada por múltiples efectos.
Concierto memorable, la función en homenaje a Jorge Luis Valdés, «Chicoy», hizo real aquello de que «honor a quien honor merece».