Los que soñamos por la oreja
Si alguien me pusiera en la disyuntiva de intentar definir qué cosa es el trío santaclareño Alter Ego desde el punto de vista musical, yo respondería que se trata de un conjunto de cámara de pequeño formato, que ha adaptado música popular cubana a instrumentos típicos de la cultura campesina de nuestro país. En ellos uno detecta de inmediato al escucharlos, que su principal objetivo radica en experimentar, desde una perspectiva ecuménica, con disímiles sonoridades en la interpretación de los géneros creados en esta porción del mundo, tanto los pertenecientes al ámbito de la música popular como los de la música académica.
Fundado en 2002 en Santa Clara bajo la dirección del laudista Diego Santiago, junto a él en la actualidad integran la formación la guitarrista Esther Martínez y el tresero Edel Hernández. Como se puede apreciar, es este un formato instrumental atípico, lo que contribuye a singularizarlos en su composición o estructura organológica.
Proyecto acunado por la Asociación Hermanos Saíz de Villa Clara, en Alter Ego encontramos una propuesta que por igual potencia las individualidades estilísticas de los tres integrantes en sus respectivos instrumentos, como el trabajo de conjunto de la agrupación, la cual con su desempeño deja claro que en materia de música, tampoco existe hoy sin ayer.
La ópera prima del trío, el fonograma titulado Sones y flores, editado por el sello EGREM, es de esas grabaciones que transmiten cubanía por todos sus costados. Aunque para algunos especialistas que se circunscriben a una estructura rígida para degustar y comprender la música de cámara y académica en general el álbum se inscribe dentro de lo que se entiende por música instrumental, en mi opinión ello es no captar a plenitud la esencia de la propuesta que, según mi parecer, transita por los derroteros de la música de cámara, lo único que con un enfoque no convencional en dicho sentido.
Acorde con semejante idea, creo que Alter Ego retoma el legado de figuras como Alejandro García Caturla, no solo porque interpreten del célebre autor remediano piezas como No quiero juego con tu marido, sino por continuar su ejemplo de asumir en el repertorio obras que, con una estructura concertante, utilizan ritmos populares como el son, la guajira, el chachachá y la guaracha.
Así, el espíritu de transgresión, siempre a partir de la búsqueda y experimentación en manifestaciones de nuestra cultura más autóctona, es una condición que se respira en el fonograma Sones y flores, y que une a Alter Ego con grandes maestros del mundo sonoro cubano como el ya citado Alejandro García Caturla y Amadeo Roldán, u otros de promociones más recientes en el tiempo, como José Antonio, «el Guajiro», Miranda o Eduardo Martín, quien, dicho sea de paso, interviene como productor en el álbum y compositor de buena parte del repertorio interpretado por el trío en el CD.
Una obra como Suite Habana, escrita por Eduardo Martín y para mí uno de los momentos climáticos del primer disco de Alter Ego, corrobora los procesos de ruptura con las convencionales fronteras estilísticas, fenómeno que hoy se produce en lo más avanzado del pensamiento, creación e interpretación musicales entre nuestros compatriotas que se mueven tanto en la llamada música académica, como en la denominada música popular urbana.
Entre los autores de quienes se interpretan composiciones en este álbum, aparecen Perín Vázquez, Alejandro García Caturla, Norberto González, Esther Martínez, Diego Santiago, Salvador Adams y el ya mencionado Eduardo Martín, devenido compositor recurrente de buena parte del repertorio que diversas formaciones de cordófonos punteados llevan adelante en el presente en nuestro país.
Con su ópera prima, el disco Sones y flores, fonograma de impecable factura y con énfasis en las raíces soneras de la música cubana, Alter Ego nos da una clase magistral de lo que cabría definirse como música popular concertante y, en mi opinión, resulta una propuesta artística muy recomendable para llevarse a casa.