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Buscando a Camilo

La noticia estremeció al país de extremo a extremo. Una nota oficial de la sección de Prensa y Radio del Estado Mayor del Ejército Rebelde daba cuenta de la desaparición del avión que transportaba al Comandante Camilo Cienfuegos, jefe del Estado Mayor de esa institución armada.

Precisaba la información que se trataba de un avión bimotor de las FAR, marca Cessna 310 número 53, de cinco plazas, piloteado por el primer teniente Luciano Fariñas y en el que viajaba asimismo el soldado Félix Rodríguez. La aeronave, que volaba con destino a La Habana, había salido del aeropuerto de Camagüey, a las seis de la tarde del día 28 de octubre de 1959.

Añadía la nota: «La búsqueda efectuada hasta ahora ha sido infructuosa, la que se reanudará hoy en toda el área comprendida entre La Habana y Camagüey. La existencia de turbonadas a esa hora entre Ciego de Ávila y Matanzas pueden haber ocasionado algún accidente».

Unos 70 aviones lo buscaron

De inmediato la fuerza área revolucionaria dividió la Isla en 25 zonas que se registrarían de manera minuciosa. Se pensaba en la posibilidad de que el avión perdido pudiera encontrarse entre Sagua y Remedios, por los cayos Fragoso o Francés, por la zona de Yaguajay y la mitad norte de la provincia de Las Villas o en la sección meridional desde Zaza del Medio a la parte cenagosa del extremo sur. Pero más allá de lo posible, en cada una de las 25 zonas se buscó con afán al héroe rebelde.

El Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz dirigió personalmente la búsqueda. Unos 70 aviones lo buscaban, mientras que el mar era surcado por numerosas embarcaciones pesqueras que trataban de avistar la aeronave perdida, y por tierra civiles y militares recorrían la Isla de norte a sur en busca del avión de Camilo.

Decía el periódico Revolución en su edición del 2 de noviembre de 1959: «En las distintas localidades de las provincias de Camagüey, Las Villas y Matanzas, brigadas de campesinos reanudan la búsqueda terrestre. Es un espectáculo emocionante, los trabajadores de las cooperativas arroceras, tomateras, de ganaderías, los carboneros, parten de sus centros de trabajo hacia montes y lomeríos cercanos. Algunos de ellos han pasado noches y madrugadas sin dormir. De zonas marítimas salen grupos de pescadores en pequeñas embarcaciones paran dirigirse a los cayos cercanos. Nadie se da descanso. Todos confían de que en algún lugar pueda hallarse el Comandante Camilo…».

Afirmaba también el diario Revolución, órgano del Movimiento 26 de Julio: «Fidel rodeado de guajiros que lo adoran, conversa con ellos, les da la mano, y para apartarse un poco de la angustia que le produce la desaparición de su fiel compañero, interroga acerca de las condiciones del tiempo…».

Se mueve el Comandante en Jefe a bordo del avión ejecutivo Sierra Maestra. Viaja en la cabina del piloto, desde donde la visibilidad es mayor. Nadie habla en la aeronave. Todos los ojos están fijos en los laberintos de pantanos, ensenadas, manglares, cayos de monte o playas desoladas donde pudo haber caído el avión de Camilo.

En el Sierra Maestra van Celia Sánchez, William Gálvez, Osmany Cienfuegos… A veces, de tan bajo que vuela, parece que el avión toca tierra. Una y otra vez se recorre palmo a palmo la cayería, desde Hicacos hasta cayo Francés, y solo las brumas de la noche hacen desistir la exploración.

Fidel buscaba como queriendo encontrar

Diría años después Lázaro Policarpo Claudio Moriña, piloto del Sierra Maestra: «El Comandante en Jefe era mi copiloto. Nos acostábamos bien tarde en la madrugada y él se levantaba más temprano que yo. Fidel no comía, no tomaba agua, a veces un poquito de vino y yo ni eso, porque él decía que yo estaba piloteando, además, cómo yo iba a comer si él no lo hacía, todos corríamos la misma suerte.

«Se hicieron unas cuadrículas para organizar la búsqueda y que esta fuera más certera, pero a veces hasta nos íbamos de las cuadrículas, volábamos casi rasando la tierra y el mar. Había que verle los ojos a Fidel, cómo buscaba queriendo encontrar, de momento me decía: ¡Tírate ahí mismo! Cómo, si no hay pista; no es posible aterrizar ahí, pero él insistía y nos tirábamos donde fuera.

«Había muchas versiones e informaciones, hasta de brujeros, y él decía que no descartáramos ninguna, se apelaba a lo que fuera con tal de encontrarlo».

De pronto, una noticia llenó el ambiente. Afirmaba que Camilo había aparecido y el pueblo, desbordante de júbilo, en un gesto espontáneo, se echó a la calle y engalanó con banderas las fachadas. La noticia, sin embargo, era tristemente falsa, un infundio de origen trujillista que persiguió burlarse de los sentimientos populares y que aseveraba que el Héroe de Yaguajay había aparecido en Cayo Largo.

Hacia allá voló en helicóptero el Comandante Juan Almeida Bosque. Diría: «Desgraciadamente no hemos encontrado a los compañeros desaparecidos; hemos registrado toda la zona de Cayo Largo sin encontrar señales de ninguna clase. La noticia fue falsa totalmente».

El entonces Comandante Raúl Castro Ruz, ministro de las Fuerzas Armadas, se comunicaba con los mandos de todos los cuerpos para desmentirla, pero frente al Palacio Presidencial unas 3 000 personas se negaban a aceptar la información oficial de la Secretaría de la Presidencia en que se aseguraba que no había confirmación oficial sobre la aparición del Comandante. La reacción fue violenta. Aquella multitud se sintió engañada y, tratando de volcarlo, se abalanzó sobre el camión con el altoparlante que aclaraba la situación.

Cien mil millas registradas

La intensa búsqueda del avión de Camilo se prolongó 15 días, durante los cuales se registraron unas cien mil millas. Pilotos experimentados y conocedores de la historia de la aviación narraron en esos días cómo era posible que un avión abatido por una tormenta llegara a tomar un rumbo equivocado y su piloto, aunque dotado de gran experiencia, llegara a caer en lugares muy distantes y fuera de todo cálculo.

Hacia un tiempo bastante malo. Era el Cessna 310 un avión con combustible para cuatro horas. Cuando, en su último viaje, parte hacia La Habana, le quedan tres horas de combustible, toda vez que no repostó en Camagüey, al regresar de Santiago de Cuba. Se desconoce por qué no lo hizo.

Es probable que el piloto o el propio Camilo pensara que tres horas eran suficientes; dos horas de vuelo hasta La Habana, y una más de margen para sortear cualquier dificultad. Pero el aparato iba expuesto a los riesgos de faltarle gasolina en caso de tener que alejarse demasiado de la costa, luchar contra el mal tiempo o tener que regresar.

Si el piloto hubiese tratado de atravesar la tempestad, ¿qué posibilidades hubiera tenido de un accidente? Inquiere Fidel ante las cámaras de la TV. «Yo digo posibilidad de estrellarse», precisa. Responde un piloto:

«Sí, esa es nuestra opinión. Si él intenta meter la nariz a ese mal tiempo, con esa actividad severa de tempestad eléctrica, lo más probable que ese avión no hubiera resistido el atravesar ese mal tiempo y se hubiera estrellado… nosotros tenemos la plena seguridad de que el piloto Fariñas no se atrevió a cruzar esa tormenta, sino que tiene que haberle huido. Además, ya existe el antecedente… de que el piloto Fariñas en una ocasión se desvió hasta Cayo Hueso huyendo a un mal tiempo y cuando se dio cuenta de que estaba cerca de Cayo Hueso, puso rumbo a La Habana. En esa ocasión la gasolina le alcanzó, pero en esta ocasión de ahora, sabiendo que tenia nada más que para tres horas, si a él se le ocurrió una cosa similar, lo más probable es que no haya podido llegar con combustible a donde él se dirigía».

Misa en la catedral

El 12 de noviembre el Comandante en Jefe comparece en el programa televisivo Ante la prensa: «…se hizo una búsqueda intensa, nosotros hicimos todo lo que humanamente era posible y teníamos que partir de la tesis del accidente… por lo que había ocurrido, por la hora, por el avión, por el tiempo en general, todos los indicios que teníamos. ¿Había que rechazar alguna otra posibilidad? No, nosotros no hemos rechazado ninguna posibilidad, ni posibilidad de encontrarlo, ni posibilidad de encontrar alguna pista, de hallar algo. En la angustia de todos nosotros por encontrar algo, atendíamos todo tipo de informes».

El 14 de noviembre el Consejo de Ministros decretaba siete días de duelo por la desaparición del Comandante Camilo Cienfuegos, y el padre Guillermo Sardiñas, Comandante del Ejército Rebelde, vistiendo la sotana verde olivo que Camilo le obsequiara, auspició en la Catedral de La Habana una misa en su memoria.

Fuentes: Textos de Juan Carlos Rodríguez y Marilyn Rodríguez, Revista Cuba de octubre de 1989 y octubre de 1999.

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