Lecturas
...que el monumento a José Martí, en el Parque Central de La Habana, fue el primero que se erigió a la memoria del Apóstol de nuestra Independencia?
Es obra del escultor cubano José Vilalta Saavedra. En 1899 la revista habanera El Fígaro realizó una encuesta para determinar qué estatua debía colocarse en lo que era entonces lo más céntrico y concurrido de la capital, y la respuesta decidió que fuera la del Héroe Nacional. Al año siguiente se creó una comisión de patriotas para llevar adelante el proyecto. Por suscripción popular se recaudaron cinco mil pesos para la obra y el Ayuntamiento de La Habana, la Secretaría de Obras Públicas y algunos particulares cubrieron los gastos adicionales.
El monumento es de mármol de Carrara y se compone de pedestal, fuste y estatua. En el fuste se observan varias figuras en alto relieve que representan a la Patria, el Ejército Libertador y al pueblo cubano, todos de tamaño heroico, aunque no tanto como la estatua, en la que Martí aparece de pie, con indumentaria característica y en actitud de quien dirige la palabra a un auditorio. También se aprecia, en el fuste, el Escudo de la República.
En noviembre de 1904, el mayor general Máximo Gómez colocó la primera piedra del monumento. Y tres meses después, el 24 de febrero de 1905, se inauguraba en una ceremonia que encabezaron el mismo Gómez y el presidente Estrada Palma. El General en Jefe del Ejército Libertador izó entonces la Bandera cubana a los acordes del Himno Invasor y pronunció una alocución, antes de que Estrada Palma develara el monumento. Cerró el acto un desfile militar.
SAN JUAN DE DIOS...que el primer hospital cubano del que se tiene noticia se inauguró alrededor de 1556?
Se llamó Hospital de San Felipe y Santiago y se ubicaba en la manzana que encuadraron más tarde las calles de Aguiar, Habana, Empedrado y San Juan de Dios. Recibió el calificativo de Nuevo, lo que advierte que existía uno anterior, sobre el que no se tiene información y terminaría incorporándosele. En 1603 comenzó a llamarse Hospital de San Juan de Dios, por haber quedado al cuidado de la Orden hospitalaria de igual nombre, que estableció allí un convento y noviciado de dichos frailes. A mediados del siglo XVII contaba con cien camas.
Entonces el templo daba sobre las calles Aguiar y Empedrado. El acceso al hospital se hacía asimismo por la calle Aguiar. Contaba con otra puerta, por San Juan de Dios, para la extracción de los cadáveres. Disponía en el patio de un pequeño cementerio propio, sin contar que también se hacían inhumaciones en nichos situados bajo la iglesia.
En 1842, debido a la ley general de secularización, los «juaninos», como se llamaba a los frailes de San Juan de Dios, abandonaron el hospital, que quedó a cargo de una empleomanía civil. En 1857 el edificio se convirtió en establecimiento de beneficencia pública, y en 1870 fue demolido.
Allí funcionaba, desde 1845, el Departamento de Anatomía de la Escuela de Medicina, ubicado antes en San Ambrosio. Al demolerse el inmueble, esa materia comenzó a impartirse en el edificio de San Dionisio (antigua Casa de Locos) junto al cementerio de Espada.
El terreno que ocupó el hospital es el del parque de San Juan de Dios, en La Habana Vieja.
EL CERRO...que en 1863 se dijo que el Cerro no podría confundirse con el cuerpo unido de La Habana porque los separaban largos espacios despoblados?
Mire usted cómo cambió la cosa y en tan poco tiempo.
Los orígenes de esa barriada se remontan a los años iniciales del siglo XIX, cuando empezó a atravesarla una calzada que unía la capital con Marianao y seguía hacia Pinar del Río. A partir de ahí el Cerro comenzó a poblarse. Los habaneros más acomodados lo escogieron como sitio de veraneo o de residencia permanente. En la zona buscaron asiento, entre otros, los condes de Fernandina y de Santovenia, el de Lombillo y el de Villanueva, y el marqués de Esteban, en cuya residencia pasaba sus temporadas de descanso el obispo Espada.
Apuntaba el historiador Jacobo de la Pezuela que no había en la zona, por lo menos en las casonas cuyas fachadas miraban a la calzada, una que no fuera correcta, espaciosa y elegante, y que eran muy pocas las que carecían de jardines posteriores. Proseguía:
«Es acaso el punto más ameno y la mejor residencia de recreo que se encuentra en toda la Isla. Nada más animado que su aspecto cuando, sentadas las familias por la tarde bajo los cobertizos de sus casas, concurren por la calzada muchas de la capital en carruaje descubierto».
Aparte de la calzada misma, en 1863 el Cerro contaba solo con dos calles; la de Tulipán y la de la esquina llamada de Buenos Aires. Tenía, sin embargo, un mal mayor, la insalubridad, debida a su vegetación y, sobre todo, al paso de las aguas del Acueducto y de la Zanja Real. Eso hizo que muchas familias lo abandonaran cuando el Vedado se situó en la preferencia de los de mayores posibilidades.
PLAZA DE LA FRATERNIDAD...que la muy concurrida Plaza de la Fraternidad se llama realmente Plaza de la Fraternidad Americana?
Repare en un detalle. En la esquina de Monte y Cienfuegos hay un establecimiento comercial cuyo nombre está grabado en el piso de granito del portal. Se llama La Zambumbia. Y es que el espacio original de esta plaza, cenagoso, anegado, cubierto de mangles, una vez desmontado, limpio y abierto al tránsito, se convirtió en lugar de reunión de grupos de habaneros que iban allí a chismorrear y refrescar con un vaso de zambumbia, mezcla de miel de caña y agua a la que, como opción, se añadía ají guaguao. Se efectuaban allí, al aire libre, representaciones teatrales y hasta había una iglesia: la primitiva ermita de Guadalupe.
Todo eso fue así hasta 1740, cuando el área fue escogida por la escasa guarnición de entonces para la realización de sus ejercicios militares. Su espacio se amplió en 1763 y, con la demolición de la ermita, volvió a crecer en 1771. En el Campo de Marte, como se le nombraba, la tropa hacía sus prácticas, con gran aparato y para entretenimiento y júbilo de la vecinería, hasta que llegó a entorpecer el crecimiento de la ciudad. Fue así que se decidió limitarlo y el Campo de Marte, sensiblemente reducido en su extensión, quedó cercado. Lo rodeaban la Fuente de la India, la Alameda de Isabel II, los almacenes del Camino de Hierro y la estación ferroviaria de Villanueva y, entre otras construcciones de menor importancia, el imponente Palacio de Aldama. Y también, en la esquina de Monte y Amistad, el famoso café Marte y Belona, desmantelado en 1954.
Se pensó en erigir allí un monumento en honor de Cristóbal Colón, idea que se frustró cuando la Iglesia Católica se negó a ceder los supuestos restos del Almirante que se conservaban en la Catedral y que, según el proyecto, debían ubicarse allí. En 1892 la alcaldía habanera dispuso el embellecimiento del lugar, convertido ya otra vez en lodazal, pero el ejército interventor norteamericano lo volvió a utilizar como campo de instrucción e incluso instaló allí un campamento. Fracasó asimismo la tentativa de levantar en el área el monumento a Máximo Gómez. Hubo un zoológico incipiente...
Llegó así el año de 1928. La Habana se transformaba bajo el patrocinio del doctor Carlos Miguel de Céspedes, entonces secretario de Obras Públicas, a quien apodaban El Dinámico. El Paseo del Prado se transformó de la noche a la mañana: se trazó la Avenida de las Misiones; se construyó el Capitolio; se levantó la escalinata de la Universidad; se planeó el Hotel Nacional, la instalación hotelera de lujo que faltaba a la capital...
Correspondió precisamente a Carlos Miguel la idea de convertir el viejo Campo de Marte en una plaza moderna. La zona, con la construcción del Capitolio, había adquirido rango prominente en el paisaje urbano de la capital.
Se le llamó Plaza de la Fraternidad Americana. En su parcela mayor se sembró un árbol que comenzó a ser llamado de la misma manera. Una ceiba que se había plantado originalmente en el Cerro, el 20 de mayo de 1902, el mismo día de la instauración de la República y que se trasplantó en el rediseñado espacio para que poco después fuera ceñida con tierra de todas las repúblicas del continente, traída por los jefes de las misiones acreditadas a la Sexta Conferencia Internacional Americana, que tuvo por sede La Habana.
VILLANUEVA...que el habanero Claudio Martínez de Pinillos, conde de Villanueva (1780-1853), uno de los más brillantes servidores que tuvo España en Cuba, murió a consecuencia del ataque cerebral que le provocó una discusión?
Fue Tesorero General del Ejército y desempeñó varias veces, de manera interina, la Intendencia General de Hacienda hasta que en 1825 se calzó ese cargo en propiedad y lo mantuvo a lo largo de 26 años consecutivos. La eficacia de su gestión se demuestra cuando se sabe que acrecentó las rentas públicas de dos millones de pesos, que se recaudaban cuando asumió el puesto, a 37 millones, en 1837, e hizo ascender las exportaciones de tabaco de 70 000 arrobas en 1829, a 616 000 en 1835. Además, bajo su mando y por su iniciativa se construyeron caminos y puentes, hospitales y edificios públicos... Adquirieron impulso los estudios de Medicina y de Náutica y se mejoró notablemente el Jardín Botánico.
Pocos cubanos recibieron en su tiempo tantos honores por parte de la Corona española. La rara y codiciada Grandeza de España la recibió en 1845 y seis años después era llamado a Madrid, donde se le nombró Consejero de Ultramar. Allí falleció, de manera fulminante, en el mismo edificio del Consejo.