Las tres del domingo
¿Cuántas veces se podrá saltar la cuerda en 24 horas? La respuesta parece ser, hasta el momento, 151 409. Ese fue el número de saltos que dio el japonés Hijiki Ikuyama para romper su propio récord. El joven de 36 años se trazó un plan que siguió al pie de la letra: tomar descansos de diez minutos cada 20 minutos para poder completar la jrnada de brinquitos; y aunque ahora le apasione imponer marcas mundiales el gusto por saltar la suiza tiene un origen más sencillo y romántico: «Estaba enamorado de mi maestra —confiesa— y pensé en varias maneras de obtener algo de su atención. Como ella era muy buena saltando la cuerda, pensé que dominar eso la impresionaría».
En la lucha por quien se lleva el trofeo, otra vez ganó el tiburón, como en el libro de Ernest Hemingway. Pero esta vez, el imponente animal era un inmenso tiburón blanco del sur de Australia, que, contrario al de la novela, no tenía tanta paciencia para la lucha con el pescador; así que —sin esperar ni tan siquiera que fuera capturada la presa— decidió robarse de un salto la carnada e irse tan tranquilo con la barriga llena y el corazón contento.
Si se es amante de los caninos, un restaurante en Texas ofrece el trabajo de sus sueños: cien dólares por cada hora que pases acariciando cachorros. Pero quien piense que el local se quedará con el primer postor que aparezca está muy equivocado, la oferta de empleo impone requisitos y, en especial, tener grandes «habilidades» en el complejo arte de darles mimos a los perritos. Por supuesto, que eso de ser un acariciador certificado de canes debe tener su complejidad, en especial cuando el empleador pide ser creativo en explicar por qué eres el mejor.