Inter-nos
Apenas ha transcurrido ocho días del año 2013 y ya los drones estadounidenses han bombardeado las zonas tribales de Waziristán, en la frontera paquistaní-afgana, en seis ocasiones, sumando 35 muertos a su lista, de los cuales la mayoría son civiles, pero todos aparecen en los informes oficiales para los medios de prensa como «combatientes talibanes».
El 6 de enero, en el ataque contra dos casas supuestamente utilizadas para «esconder combatientes tribales» en Babar Ziarat, se lanzaron diez misiles. Por supuesto quedaron totalmente destruidas y fueron 17 los muertos, entre ellos el líder de la tribu Mehsud, Hakimullah Mehsud, un talibán. Suficiente para justificar la operación. Así mismo hicieron unos días antes en esa área, cuando Estados Unidos levantó como trofeo haber ejecutado con su drone al líder militante paquistaní Maulvi Nazir Wazir… y a otras 14 personas.
Con estos resultados, el Pentágono y la CIA, ejecutores del programa de los drones, aseguran que su estrategia de estos golpes aéreos a distancia y dirigidos por computadoras, sí es efectiva.
Aunque no los inventó Obama, porque en 2007 hubo cinco golpes con drones, es evidente que incrementó dramáticamente su uso y lo refendra en el nuevo mandato.
Otros tres hechos hay que vincularlos en este comienzo de año, para entender cómo se mueve EE.UU. en sus guerras cada vez más sofisticadas en los métodos de violar el principal derecho humano, el de la vida.
Y todo para preservar sus intereses imperiales —aun a costa de violar también la soberanía de otros— en cualquier oscuro o iluminado rincón del mundo.
Uno: dos ex altos funcionarios del Gobierno de Obama han criticado lo que consideran una estrategia equivocada porque incrementa la ira y los sentimientos antiestadounidenses.
Ellos son Michael Boyle, quien fue consejero de la Casa Blanca contra el terrorismo y ha escrito su opinión razonada para el Chatham Housejournal Internacional Affairs; y el general Stanley McChrystal, despedido por sus críticas al incremento de tropas en Afganistán, y ahora habla —también razonadamente— contra la guerra de los drones.
Dos: Obama ha nominado a John Brennan como director de la CIA, un hombre con 25 años en la agencia de espionaje y guerra sucia, considerado el arquitecto de los asesinatos selectivos de «enemigos terroristas». Recordemos que Brennan recibió el rechazo en 2009 por su vinculación con el programa de torturas de la CIA, de George W. Bush, el hijo. Pero ahora pudiera pasar su designación.
Tres: Sumergido en el silencio de la gran prensa —como prefieren que queden los programas del Pentágono y de la CIA que conjugan tortura, rendiciones de «terroristas», asesinatos selectivos y masacres de civiles—, Brian Terrell está encarcelado en la prisión federal de Yankton, Dakota del Sur, por protestar contra el programa drone.
El 15 de abril de 2012, Terrell y otros dos amigos caminaron pacíficamente y entraron en la base de la Fuerza Aérea Whiteman, en Missouri, para presentarle una carta al comandante de la instalación militar llamándolo a poner fin a la guerra de los drones, a que ni una sola bomba estadounidense más cayera contra los niños y las mujeres afganas y paquistaníes, lo que incrementaría la verdadera seguridad de Estados Unidos.
Terrell fue arrestado de inmediato, juzgado y sentenciado a seis meses y los está cumpliendo. Este es su tercer arresto por participar en el movimiento pacifista.
Entonces, los drones tienen más de una víctima, tanto en esas aldeas distantes como en una distante y oscura celda en Missouri…