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Dos elementos carroñosos —y que en definitiva se dan la mano— han sacado a flote los atentados terroristas en Noruega: el desarrollo de la ultraderecha fascista en Europa y el aberrante sentimiento antiislámico que florece en Estados Unidos y sus aliados del Viejo Continente, esparcido además por todo el mundo gracias a su poderosísima maquinaria de control de las mentes.
Anders Behring Breivik, el noruego acusado de hacer explotar las bombas en edificios gubernamentales de Oslo y en el campamento de la juventud del Partido Laborista, hizo un manifiesto de 1 500 páginas que tituló: «2083: una Declaración de Independencia Europea», y donde cita profusamente a blogueros y escritores estadounidenses que durante años han estado apuntando sobre «las amenazas del Islam».
Al parecer esa ascendencia contribuyó a que culpara a políticos noruegos de supuestas fallas en la defensa del país frente a la influencia islámica, y de ahí su determinación violenta. Entre los citados por Breivik está un sitio web llamado Jihad Watch (algo así como Vigilando la Jihad) que opera Robert Spencer, quien lleva años asegurando que los inmigrantes musulmanes constituyen «un grave peligro» para la cultura occidental; también se basó en el blog Atlas Shrugs, de Pamela Geller, otra enemiga del Islam, y no pocas secciones del diario-manifiesto fueron tomadas de Ted Kaczynski, el terrorista estadounidense conocido como Unabomber.
Y son más los autores intelectuales del crimen, consecuencia de un pensamiento neofascista que toma fuerza en Europa, y se expresa en medio de una situación económica crítica y de convulsión social, tal y como sucedió en el pasado siglo y dio lugar al hitlerismo.
¿Será casualidad histórica que estos atentados se produjeron exactamente a 64 años de la voladura del Hotel King David de Jerusalem, por Irgun, la organización de la ultraderecha sionista que masacró allí a 91 personas, y que dirigía Menachem Begin, quien fuera el sexto Primer ministro del Estado de Israel?
Según Marc Sageman, ex agente de la CIA, psiquiatra forense, y consultante sobre terrorismo, Breivik no es un desequilibrado mental, por el contrario considera que con las 84 víctimas que provocó ha querido llamar la atención sobre su pensamiento político, y este lo dejó claro: salvar a Europa y a la civilización occidental del marxismo y de la inmigración musulmana.
Desde el 1ro. de mayo el «cruzado cristiano» detalló a diario su aterrador plan contra «el multiculturalismo en Europa», y se preparó durante años, de forma «obsesiva, ansiosa y narcisista», dicen algunos, y lo puso en práctica con el carro-bomba de Oslo y el ataque armado en la isla de Utoya, donde todavía buscan en las aguas aledañas cuerpos de los masacrados. Y el manifiesto está escrito en inglés…
Pero ni en Europa ni en Estados Unidos hurgan en estos elementos, ni lo nombran terrorista, término que solo dejan para musulmanes y países escapados del dominio imperial. Esta es una certeza.
Por ejemplo, Daryl Johnson, ex analista del Departamento de Seguridad de la Patria creado durante el «cheney-bushismo» y autor primario de un informe de 2009 titulado «Extremismo de la derecha», sugirió entonces que la recesión y la elección de un presidente afroamericano podría incrementar las amenazas desde la supremacía blanca, pero los congresistas conservadores lo rechazaron y Janet Napolitano, entonces secretaria de ese Departamento, se excusó por el documento y lo puso en cuarentena.
Incluso, dice Johnson, mientras el grupo investigador del radicalismo islámico tenía 30 analistas, el del extremismo no-islámico se redujo de seis a solo dos. Note que tanto en uno como en otro se utiliza el término islámico, lo que de por sí es xenófobo y unidireccional en el fomento del odio religioso e ideológico, acusadores de un fundamentalismo político que milita en la ultraderecha. Así, en este caso, el periódico de los poderosos, el Wall Street Journal, dijo: «fue un noruego étnico que no tiene vínculos previos conocidos con grupos islamistas».
Y por ahí camina el reverendo Terry Jones, que quiso quemar el Corán en la Florida, y la cruzada contra el Islam del reverendo Franklin Graham, y la del holandés Geert Wilder, que compara al Koran con Mein Kampf, y las ordenanzas contra el uso del velo musulmán en las escuelas francesas, y las leyes antisharia crepitando en la Oklahoma del terrorista MacVeight, que hizo estallar el edificio donde estaba instalado un círculo infantil, en Arizona y en Florida, y a Israel en su habitual matanza de palestinos, y los ejércitos de Estados Unidos y de la OTAN matando iraquíes, afganos, paquistaníes, libios, y más y más y más…
¡Cuidado!, se clonan, resurgen y andan sueltos los demonios blancos de la ultraderecha fanática…