Inter-nos
Le pasó como a Chacumbele, el mismito se mató. El viejo y criollo dicharacho le viene a la medida a Chip Saltsman, aspirante al cargo de presidente del Partido Republicano, quien se pasó de listo, o mejor dicho de racista, al punto de que hasta más de uno en las filas de la ultraderecha de esa agrupación política le ha virado las espaldas.
Saltsman, quien fue jefe de campaña de Mike Huckabee, uno de los pretendientes a la candidatura presidencial del Partido Republicano, se le ocurrió una idea nada feliz para regalar a sus amigos en estas Navidades: enviarles discos compactos con una parodia musical que lleva por título Barack the Magic Negro (Barack, el negro mágico).
La parodia sobre el presidente electo de Estados Unidos, utiliza la melodía de Puff, the Magic Dragon y data de la feroz campaña electoral en pos de la Casa Blanca, cuando incluso fue repetida en un talk-show radial ultraconservador.
El ex líder de los republicanos de Tennessee la resucitó ahora como presente y resulta que muy pocos son los que la encontraron graciosa cuando se mofa del ascenso de Barack Obama y está cantada por alguien que imita al reverendo afroamericano Al Sharpton.
Las agencias noticiosas reportaban que Mike Duncan, actual presidente del Partido Republicano quedó «conmocionado y «espantado» con la letra del regalito, y hasta Newt Gingrich, ex líder republicano de la Cámara de Representantes y uno de los más acérrimos ultraconservadores de la política estadounidense, dio un veredicto tajante: «Esto es tan inapropiado que pudiera descalificar a cualquier candidato al Comité Nacional Republicano que lo utilice».
A esa lista de los avergonzados se une el presidente de los republicanos de Florida, Jim Creer, quien también se sintió «decepcionado por las palabras inapropiadas y las acciones».
Efectivamente, nadie puede encontrar gracioso el «chistecito» en las derrotadas filas políticas del elefante, que buscan por todos los medios recuperar las yardas perdidas el 4 de noviembre pasado, cuando se definió el juego a la democracia para los próximos cuatro años.
«Claramente esto no nos lleva por la dirección correcta», apuntó Duncan.
Las advertencias a Saltsman eran claras, pero el hombre no se dejó «intimidar», y respondió a la desesperada arremetiendo contra los demócratas «liberales» y la prensa a los que acusó de doble rasero; pero alguna publicación avispada tocaba con la levedad de un pétalo el asunto del racismo al apuntar que ni siquiera hay representantes republicanos negros en el Congreso...
El asunto, para otros, peca de trivialidad cuando aseguran que muchos temas de peso aguardan a los políticos y a la sociedad estadounidense: la crisis económica, el desempleo, dos guerras a solucionar, los problemas energéticos, el cambio climático y unos cuantos más.
Pero tal impertinencia no tiene nada de tontada, aunque sea una acción estúpida. Poner en la mira a su presidente por uno de sus orígenes étnicos —el otro es blanco, por cierto— saca a relucir un tema soslayado intencionalmente en buena parte de la campaña, pero que no deja de estar presente en la sociedad estadounidense: los prejuicios raciales.
Y el fanatismo tiene esta y una y mil caras más, algunas nada tontas, pero sí muy peligrosas. Por cierto, The Washington Post criticaba por estos días ciertas deficiencias en el sistema de seguridad del presidente electo Barack Obama, como ciertos fotógrafos que lograron captarlo en traje de baño en una playa de su natal Hawai, donde vacaciona antes de asumir como jefe de Estado, o el casual apagón de 12 horas que lo dejó allí totalmente incomunicado...