Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Javier Dueñas

Frente al espejo

Como una carta de presentación

«Con sumo interés he leído su oportuno y fundamentado artículo (Sin chaquetas por decreto, Alina Perera Robbio, 22 de septiembre) sobre ciertas vestimentas, aparecido en el Juventud dominical. Siempre he dicho que vestir es una forma de presentar nuestra consideración a los demás. Uno viste de cierta manera no solo por estar a gusto, sino también para que los demás sientan placer en relacionarse con uno. Algunas personas razonan que vestir de un modo u otro no es significativo. No lo creo. Hay algo en el interior de la persona que lo impulsa a andar desaliñado, con ropas impropias para ciertos casos, con ropas convencionalmente adecuadas o elegantemente.

«Cada cual escoge un mensaje que pasar a los otros, bien sea de agresividad, de desdén o de armonía. Cuando era muchacho recuerdo que los padres siempre trataban que uno vistiera lo más pulcro y decoroso que pudiera, «pobre, pero decente», era la frase que sintetizaba el deseo de alcanzar respetabilidad en la vida.

«La tendencia es vestir con brillos, letreros y ropas que rezuman cierto gusto cabaretero y marginal independientemente de la hora o el sitio. La ropa que llevamos es una señal de nuestra personalidad. Sé bien que no es exactamente la esencia de nuestra personalidad, pero siempre recuerdo que Lenin decía que «en la espuma está también la esencia», o sea, que en cuestiones que pueden parecer superficiales se refleja también la fibra más honda de nuestro ser. Por esto creo que es necesario que insistamos en rechazar modas y modos que nada tienen que ver con el donaire y la bonhomía del cubano». (Manuel García Verdecia)

«Lo importante es que con Leinier no nos ocurra como con la pelota (Golpes que enseñan, Abdul Nasser Thabet, 26 de septiembre), creer que siempre hay que ganar, el ajedrez es una lucha en la cual se mezclan conocimientos, estados de ánimo, creatividad, elementos objetivos y subjetivos; lo importante, lo verdaderamente importante es su estilo de competencia, su modestia, su cubanía, y que da al ajedrez cubano una proyección de respeto internacional... No importa Leinier, derrotas, tablas y triunfos, ese es el ajedrez, pero tu calidad ajedrecística tiene que ir siempre, pero siempre, aparejada a tu calidad humana». (Miguel Ortega)

 

 

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