Frente al espejo
«Estimado periodista Javier Dueñas: con sumo interés he seguido los artículos en los cuales se ha referido a uno de los antivalores que gradualmente han ido escalando y lacerando la urbanidad de nuestros conciudadanos, las palabras soeces o malas palabras (A palabras necias, oídos preocupados, Javier Dueñas Oquendo, 8 de septiembre). Creo que sobre todo se trata del contexto, pues si estas ocurrieran excepcionalmente entre iguales y en espacios íntimos no tendrían mayores consecuencias. Este es solo un matiz, no una justificación.
«El uso inapropiado de palabras groseras es solo uno en el lamentable glosario de deficiente urbanidad que confrontamos. Siempre me pregunto qué dirían ante estas conductas nuestros próceres de la independencia que, además del valor para defender con el filo del machete sus ideales, mantenían —aun en las zozobras y penurias de la vida de campamento— los más hermosos gestos de conducta caballeresca. Léase si no sobre la vida de Céspedes, Agramonte, Maceo o Martí. Y es que, como bien se sabe, lo cortés no quita lo valiente.
«Múltiples son las razones, tanto de índole objetiva como subjetiva, unas internas y otras externas y no podemos abordarlas en el breve espacio de un mensaje. (…) La falta de urbanidad, entre otros males, implica que se desdibujen los límites entre lo íntimo y lo público…
«Al respecto, un buen principio de contraataque ha sido el discurso del Presidente de la nación en la última sesión del Parlamento cubano. Sin embargo, hay personas que parecen no haberlo escuchado o no haberlo entendido…
«Todo problema social demanda estudio para obtener conclusiones más objetivas y emprender métodos de sanación más eficaces. Sin embargo, algo debe irse haciendo al respecto. Todo sistema educativo incluye entre sus componentes el premio y el castigo, pues es la forma de que los implicados sepan si adelantan o no. (…)
«Esta labor no se puede dejar simplemente al arbitrio de cada cual, sino que tiene que involucrar a todo el sistema de la sociedad y demanda constancia y sistematicidad, además de rigor, para resultar eficiente. Solo así se puede lograr exorcizar un mal que, de lo contrario, puede cambiar radicalmente la amable naturaleza de un pueblo». (Manuel García Verdecia, escritor, vicepresidente primero de la Uneac en Holguín)