Frente al espejo
«Estoy de acuerdo con el artículo y me alegra muchísimo ver este tipo de trabajo en la prensa (El duro eslabón, Luis Raúl Vázquez Muñoz, 11 de marzo). El maestro debe ser respetado por los padres y por el sistema educativo. Esa consideración ha de basarse en no quitarle la autoridad delante de los alumnos, en el trabajo continuo en su formación y señalarles los problemas cuando ocurren pero con el respeto y procedimiento debidos.
«Si queremos hombres mejores en el futuro, al maestro hay que darle el lugar que le corresponde, valorizarlo más en la sociedad, lo cual no solo implica mejor salario; también y sobre todo respeto y consideración.
«Muchos jóvenes tienen vocación por el magisterio y por enseñar, pero desde la escuela y la familia se desestimula esa inclinación. Este tema debe ser abordado con más frecuencia y profundidad en los medios...».(Galina)
«Muy estimado José Alejandro: Gracias por publicar en su sección el tema de Misiones adentro (José Alejandro Rodríguez, Acuse de Recibo, 10 de marzo). Tengo más de 40 años de trabajo en una institución de salud, de la que soy fundadora y me siento orgullosa de ello, y aprecio muchísimo lo que el lector y usted expresan en cuanto al esfuerzo y el amor con que trabajamos en muchos centros de este tipo, sin pensar en el tiempo que empleamos ni en el pago que recibimos a cambio. Esto compensa la tristeza que nos da ver comentarios adversos que, lamentablemente, en muchos casos son ciertos. Por eso todos debemos luchar para recuperar el prestigio ganado por nuestro sistema de salud, tan justo y humano».(Walkyria Cao Fonticoba)
«Estimado Ciro: Tengo 59 años y desde los 14 soy seguidor de la vida gloriosa del Apóstol. Créame que no pude evitar, al leer su brillante trabajo (Cómo murió José Martí III, Ciro Bianchi Ross, página de Lectura), que las lágrimas asomaran a mis ojos, como siempre que evoco aquel trágico hecho.
«Martí sabía, al igual que el Che, que en una Revolución se triunfa o se muere si es verdadera. Creo que en lo más íntimo de su ser él sabía que su sangre tenía que abonar la tierra cubana para que floreciera lo que tenemos hoy. Aquella sangre dio hombres como Mella y Fidel». (Dr. Carlos Cordero)