Frente al espejo
«He leído con detenimiento su artículo Diferentes sí, indiferentes no (Mileyda Menéndez Dávila), publicado en la edición dominical del 19 de octubre, y sepa que me ha conmovido. Cada vez que tengo oportunidad, me gusta insistir en este tema del menosprecio a los demás, o como también lo definió usted: “la indiferencia, el desprecio, las fobias, el aire de superioridad...”.
«Por las funciones que realizo, tengo la posibilidad de comunicarme con varios colectivos de trabajadores, y unos días atrás contaba a unos colegas acerca de la escena que presencié en una unidad comercial... Una señora que por sus ademanes parecía del campo, de piel curtida y manchada por el sol, deseaba comprar un par de zapatos para su niño; y sucedió lo mismo que usted narra en su escrito. La dependienta la maltrató, y en su rostro era visible el desagrado hacia esa humilde mujer.
«El tema toca a muchos, y también en su artículo encajan aquellos que creen que vestir mejor o tener mayores ingresos, los hace mejores seres humanos. Gracias por su escrito. Hace falta leer a menudo cosas así, para que el alma empobrecida de aquellos que se creen tan superiores mejore algún día, ¿no cree?». (Bárbara Rodríguez Morales, jefa del Grupo de Asesoría Jurídica, División Oriente Norte, Cadena de Tiendas, TRD Caribe)
«Felicitaciones calurosas a usted y a JR por su comentario La eterna reunión (Julio Martínez Molina, 16 de octubre). Lo exhorto a publicar futuros trabajos que continúen llamando la atención hacia la necesidad de disminuir el “reunionismo”. Es cierto que existen reuniones muy necesarias, pero en mi experiencia personal la gran mayoría de las que se realizan —convocadas en muchas ocasiones “de ahora para luego”— solo sirven para que los asistentes pierdan el tiempo —que es lo único que no se recupera en la vida— y no puedan atender adecuadamente su trabajo». (Doctor Eugenio Selman-Housein Abdo)
«Hace tiempo estoy por escribirte, porque soy habitual y fanático de tu sección semanal en JR, que viene a llenar un espacio necesario del cual carecíamos (Ciro Bianchi Ross, página dominical Lectura). Para mí, ese “costumbrismo” que fue injustamente criticado o tenido a menos hasta por gente como nuestro admirado Alejo Carpentier —claro, en otro momento y contexto—, es una maravilla, y cada día más importante si de recuperar la “memoria histórica” se trata. Aguardo impaciente el libro tuyo y deseo que reúnas varios, pues espero que no terminen nunca». (Leonardo Acosta, Premio Nacional de Literatura)
«Soy amante de la Tecla del Duende como en otro tiempo lo fui de la Tecla Ocurrente. Fue amor a primera vista, como si alguien hubiera planificado nuestro encuentro para una mañana de jueves. Desde entonces fui “flechada” y se ha convertido en necesidad mi encuentro con esa sección cada semana, pero debo admitir que Frente al Espejo me ha cautivado... No me ocurrió de golpe, como con las Teclas; aprendí a amarlo poco a poco, y sus diversos temas me llevan cada miércoles y sábado a recordar que hay gente de la buena, de la que agradece y lee. Eso nos da la medida de que nada está perdido, que vale la pena lo que se hace, que los esfuerzos no son en vano». (Naibi Fernández Gallardo, estudiante de tercer año de Psicología)
«Recientemente entré a su página web y me pareció muy interesante todo lo que publican. Hay mucho para leer y comentar. Soy ilustrador de las páginas de opinión del diario La República, en Lima, Perú. También realizo las viñetas de humor gráfico en el mismo diario. Los felicito. Buen periodismo». (Fernando Atoche Díaz)
Y aunque el paso inexorable de Cronos nos va alejando del 21 de octubre último, aniversario 43 de JR, aún se respiran aires de celebración. Animadas por esos ecos y acaso contagiadas con el concurso sobre vivencias y música que recientemente lanzó la Tecla del Duende (Música, 9 de octubre), dos lectoras enviaron al periódico, desde Cárdenas, un saludo muy singular. Lean y díganme si no es toda una invitación a continuar soñando y siendo jóvenes rebeldes:
Que el maquillaje no apague tu risa/que el equipaje no lastre tus alas/que el calendario no venga con prisas/que el diccionario detenga las balas/que las persianas corrijan la aurora/que gane el quiero la guerra del puedo/que los que esperan no cuenten las horas/que los que matan se mueran de miedo. Que el fin del mundo te pille bailando/que el escenario me tiña las canas/que nunca sepas ni cómo ni cuándo, /ni ciento volando, ni ayer ni mañana. Que el corazón no se pase de moda/que los otoños te doren la piel/que cada noche sea noche de bodas/que no se ponga la luna de miel. Que todas las noches sean noches de boda/que todas las lunas sean lunas de miel... (Noche de bodas, Joaquín Sabina)