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Necesita atención urgente

El pasado 18 de agosto recibí una carta de Yunaikys Galbán Martínez, desde la finca El Tomeguín, en el municipio matancero de Perico, con una de esas historias duras que merece una mirada sensible y atención urgente, ahora que se está profundizando el trabajo social y la atención a los casos vulnerables en nuestra sociedad.

Cuenta que su hijo de 15 años, Cristian Sentil Galbán, estudia en la escuela especial Mártires de Bolivia, de ese municipio. Es de lento aprendizaje y escasa retención.

Y ella, quien laboraba como cuidadora de personas encamadas y postradas por el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, no pudo continuar trabajando por sus padecimientos: es diabética, hipertensa, cardiópata, y presenta insuficiencia respiratoria, por lo que vive con persistente falta de aire. Y está presentando problema renal.

Con el nuevo ordenamiento monetario, refiere, la trabajadora social que le atiende le hizo el expediente para una prestación económica. En enero del actual año le pagaron 2 060 pesos por ese concepto. Y hasta hoy no han vuelto a pagarle.

Manifiesta que en reiteradas ocasiones se ha presentado ante la trabajadora social con su queja, y esta le ha expresado que  hay que esperar.

Esperando y esperando, y sin una respuesta efectiva, fue a la Dirección Municipal de Trabajo y Seguridad Social y pudo contactar con el Director, quien le respondió que había que buscar su expediente.

«Lo cierto, afirma Yunaikys, es que hasta la fecha no aparece el expediente ni se le da solución al problema. Además, el compañero que entrega las chequeras me manifestó que el expediente estaba para Colón.

«Veo que el proceso, en lugar de progresar, está retrocediendo por parte de alguien que no quiere trabajar bien. ¿Cómo se está trabajando? ¿Con qué documento me realizaron entonces el primer pago? Si ni mi hijo ni yo podemos trabajar, ¿de qué vivimos? ¿Cómo puedo comprar mis medicamentos y los alimentos? Me siento desamparada», concluye.

Ídem

Rosalía Lara Pérez (calle Reina no. 455, entre Gervasio y Belascoaín, Centro Habana, La Habana) es madre de cinco  niños, dos de ellos epilépticos; y conociendo el programa del gobierno para ayudar en materia de vivienda a madres con tres niños o más, acudió al Gobierno de ese municipio.

«Allí, expresa, me entrevisté con Carmita, de la Construcción, quien me explicó que no hay vivienda ni nada. No sé a dónde más acudir. Vivo en un cuarto en mal estado en hacinamiento, deshabilitado el baño. Sin espacio apenas para caminar. Cuando llueve se moja toda la habitación. Necesito, por favor solución a mi problema», concluye.

Lamentablemente, por la urgencia y la desesperación con que escribió, la queja de Rosalía es muy escueta, incluso al extremo de no identificar el cargo de la funcionaria Carmita, si es la vicepresidenta del Gobierno que atiende Construcción; y si al menos le dio alguna esperanza para el futuro. Si no fue así, es lamentable que en estas circunstancias solo haya un No rotundo para casos tan urgidos y sensibles.

Con casa, y sin contador eléctrico

Georgina Himely Fernández refiere que el 20 de julio pasado concluyó lo más difícil: la ejecución de su vivienda, una célula básica en la calle 10ma. No. 2-C, entre 37 y Línea, en la localidad matancera de Los Arabos. Sin embargo, no se ha podido mudar, pues no cuenta con el metro contador de la electricidad.

Recientemente, plantea, se entregaron unos cuantos contadores. Y cuando su hermano reclamó el de ella, le manifestaron que habían entregado pocos, y se desconocía cuándo se volverían a repartir, y que esa distribución no correspondía a la Organización Básica Eléctrica, sino «a la Dirección Municipal de la Vivienda, o a una comisión creada al efecto».

Otra respuesta sin muchas esperanzas.

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