Acuse de recibo
Anels Rumbaut Cruz (Barcelona, No. 104, entre Alemán y Río, Santa Clara) es una madre soltera con tres niños, que conoce el programa del Gobierno cubano para priorizar casos como el de ella y sabe de tantas dificultades económicas. Pero confiesa que no ha tenido suerte con múltiples gestiones que ha hecho.
Cuenta ella que el mayor de los niños es autista, y la pequeña padece el síndrome de lóbulo medio, una inflamación y/o obstrucción repetida o persistente de un segmento o lóbulo pulmonar que desemboca en cambios crónicos con posible atelectasia, fibrosis e incluso bronquiectasias distales al bronquio obstruido.
Y con sus tres pequeños Anels vive hacinada junto a su madre en apenas un cuarto con baño de cuatro por cuatro metros.
Refiere que en varias ocasiones se ha dirigido a las autoridades del territorio. Y la respuesta que recibió el pasado año fue que la iban a incluir en el Plan estatal de 2021.
«Pero de entonces para acá, manifiesta, ya ha pasado un año. Y mi situación está cada vez peor. Mi madre está enferma de los nervios, grita mucho y agrede a todos. Mi niño autista está descontrolado con esa situación, sin contar que para todos es estresante estar aislados en casa por la pandemia.
«Pero para él es peor. Está haciendo crisis muy seguidas. Se lastima él y a quien tenga a su alrededor. Es muy difícil todo. Yo busqué un alquiler en espera de que me solucionaran el problema de la vivienda, pero de nuevo se complicó la COVID-19 y no tengo quién me los cuide, por lo que tuve que dejar de trabajar y regresar al cuarto.
«Me entrevisté con el funcionario Eduardo, quien atiende Vivienda en la Asamblea Municipal del Poder Popular, y salí devastada con la conversación: que hay atrasos en la construcción de viviendas, y él no puede decirme cuándo me otorgarán la mía, que eso demora. En fin, que mi problema no tiene arreglo por ahora», concluye.
Felipe Felipe (Calle 23, No.1613 apto. 31, entre 28 y 30 Vedado, la Habana) alerta de un fenómeno que él viene observando hace tiempo con los precios fraccionarios en tiendas en moneda nacional. Y lo define así: «Se le redondea al cliente para no devolverle el menudo de vuelto».
Tal parece que ya eso estuviera institucionalizado, refiere, y toma como muestra la tienda El Danubio de 23 y 26, en Vedado, donde le ha sucedido tanto en la parte de los cárnicos como en la de víveres y la de los productos de aseo.
«El 21 de julio, cuenta, se estaba vendiendo allí dos pomos de aceite por persona (ahora anotado en la libreta) a un costo de $48,75 cada uno, para un total de $97,50. Al arribar a pagarlo me dice la cajera que son 100 pesos. Le reclamo y me contesta que no hay menudo.
Le explico que en otras ocasiones eso mismo me había pasado allí. Ella le dice a la otra dependienta que está entregando el aceite que me dé un peso, y esta me lo tira con mala gana a la mesa; cuando en sí lo que me tiene que devolver son 2,50.
«Indignado me fui, al igual que otra persona que compró detrás de mí, a quien escuché decir que eso siempre pasaba allí. Supongo que el dinero que sobra no lo entregan al Banco, sino que se lo reparten como “propina”.
«Me cuestiono si el responsable de esta tienda tiene conocimiento de lo que está pasando. Espero que esta queja lo indigne un poco y vayan al Banco por menudo y cobren lo debido. Estoy jubilado con 72 años y para mí cada centavo cuenta», concluye el veterano.
Sería esclarecedor que las autoridades de Comercio Interior y las cadenas de tiendas explicaron este asunto, tan viejo como persistente, pero que ahora, con la inflación que vive el país, hay que contenerlo con firmeza, por respeto a los consumidores. ¿Acaso no tienen las unidades comerciales garantizado el suficiente menudo en las sucursales bancarias?