Acuse de recibo
Desde la comunidad Ariguanabo, en el municipio artemiseño de Bauta, Ailyn Tur Perera pregunta por qué los ómnibus que trasladan a los trabajadores de la Zona Especial de Desarrollo Mariel (ZEDM) no pueden recoger a personas varadas en su trayecto cuando tienen capacidades vacías.
Ailyn, quien es miembro del Ministerio del Interior y reside en el apartamento 9 del edificio 6 de esa comunidad, cuenta que esos vehículos se trasladan por esa provincia, en muchos casos con pocos trabajadores o hasta vacíos sin ofrecer la posibilidad de una ayuda solidaria.
«Para las personas que vivimos en lugares tan distantes y de difícil acceso, afirma, es muy doloroso estar desde las cinco de la mañana en una parada para llegar a nuestros centros de trabajo o hasta para algún turno médico; y que esos ómnibus te pasen por el lado y no recojan a nadie. Eso genera malas opiniones de la población y disgusto».
Cuenta que llamó al jefe de Transporte de esos ómnibus, y este le manifestó que era una orientación de Epidemiología en la provincia por antecedentes de contagios de la COVID-19. Y ella, que comprende la prioridad que tiene ese transporte para los trabajadores de la ZEDM y para la economía del país, también cree que exigiendo las normas de aislamiento y medidas de protección como los nasobucos, bien podrían dar una manito, aunque sea en determinadas paradas, a quienes desesperan.
«¿Ese personal no vive en el mismo pueblo, comprando en la misma tienda o bodega?, pregunta. ¿Sus hijos no van a las mismas escuelas que los de los demás? ¿Realmente esas personas están pensando como país, como pide la dirección de la Revolución y nuestro Presidente? ¿Alguien ha analizado en algún momento la cantidad de combustible que gastan esas guaguas que no recogen ni a los trabajadores de otras áreas dentro del mismo proyecto, y en ocasiones hasta llegan para recoger, indistintamente, uno o dos trabajadores cada ómnibus?».
La doctora Nereida Peña Aguilera (calle 3ra., edificio 4, apto. 1, Chivirico, Santiago de Cuba) escribe porque ya perdió la paciencia luego de esperar porque Ferrocarriles de Cuba la indemnice por la pérdida de un bulto.
Refiere que ella es colaboradora de la Salud Pública que cumplió misión en Burkina Faso, y en abril de 2019 envió desde allí con un colega, en su carga no acompañada, un bulto que contenía dos colchones cameros, dos gomas de bicicleta número 26, dos cámaras y 72 rayos.
Dicho envío, prosigue, llegó sin problemas a La Habana y fue recogido por su compañero, junto a los de él. Y lo envió el 17 de mayo de 2019 por Expreso de Ferrocarriles y con el número 16394, hacia Santiago de Cuba.
Y al cumplir Nereida su misión en julio de ese año, sus familiares le comunicaron que el bulto no había llegado. Tras múltiples llamadas, e ir personalmente a ferrocarriles en Santiago de Cuba, le informaron que la valija llegó, pero le faltaban nada menos que 30 bultos, entre ellos el suyo. Que debía hacer una denuncia.
Nereida fue a la Fiscalía Provincial e hizo la denuncia por apropiación indebida número 10675 de 2019 en la 2da. Estación de la Policía Nacional Revolucionaria. Y el caso pasó a la Fiscalía Municipal.
«Según las investigaciones, señala, los responsables son los de Ferrocarriles de La Habana. Pero ya ha transcurrido más de un año y dos meses que se dio esa respuesta. Y no veo nada claro.
«En diciembre vinieron los compañeros de Ferrocarriles de La Habana y dijeron que nos iban a indemnizar las pérdidas. Hasta hoy, silencio total: ni dinero, ni el bulto que con tanto sacrificio logré y envié para disfrutarlo. Sabrá Dios quien está durmiendo sobre mis colchones», concluye.
Antonia Méndez González (calle 225 no. 20639, entre 206 y 210, Fontanar, Boyeros, La Habana) dice que en su cuadra hay varios salideros de agua potable que corren por toda la calle. Ya en dos ocasiones hubo casos de dengue, y una señora mayor se cayó y se fracturó un hombro.
Refiere que se han quejado con el delegado del Poder Popular, Higiene y la Dirección Municipal de Salud Pública. Y se llamó a Aguas de La Habana del territorio el 13 de agosto pasado. «Y seguimos sin solución, apunta. Tenemos 23 niños y un total de 145 personas solo donde existen los salideros», concluye Antonia.