Acuse de recibo
El pasado 21 de abril, desde la avenida 8, entre 13 y 17, en Jovellanos, provincia de Matanzas, Omar Pino Quintana denunció aquí que en su cuadra había dos salideros de agua ¡hacía cinco años! Y resaltaba que por allí pasaban funcionarios, a quienes no parecía interesarles.
Al respecto, Edrian García Morales, director general de la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Matanzas, confirma que existían dichos salideros, y así esta queja fue declarada «con razón total».
Señala que «la demora en la solución fue analizada en el comité de prevención, y se llegó a la conclusión de que fue por negligencia del cuadro centro de esa UEB (Unidad Empresarial de Base); por tal motivo en estos momentos nos encontramos en un proceso de entrega y recepción del cargo, debido a esta y otras irregularidades que han existido en el territorio».
La solución se analizó en el área de Mantenimiento, así como los recursos demandados para la ejecución del trabajo de supresión de los salideros, que se efectuó entre el 22 y el 25 de abril, por la brigada del municipio de Jovellanos.
Apunta Edrian que en visita efectuada a Omar, este manifestó su conformidad y satisfacción con los trabajos realizados, y se le ofrecieron disculpas por la demora y molestias ocasionadas a los vecinos de la cuadra.
Agradezco la respuesta y la solución, aunque tardía: algo que permaneció impune durante cinco años se solucionó en cuatro días. Más bien es una victoria pírrica, porque en el fondo revela que quien dejó el cargo por esta y otras causales, nunca tuvo que rendir cuentas a sus superiores, ni a los ciudadanos, por tamaña indolencia. Y, por otra parte, ¿el Gobierno municipal, en una localidad pequeña como Jovellanos, nunca detectó el impune salidero?
Alejandrina Maritza Espinosa Leal vive hace más de 25 años en la finca Solís Viejo, en la sierra Bibanasí, del municipio matancero de Martí. Allí trabaja seis cordeles de tierra que le fueron entregados en usufructo, en la falda de una loma.
Y desde que reside allí, siempre tuvo un camino de acceso desde su hogar hasta la salida de la carretera del circuito norte. Lo que fue una guardarraya de un antiguo campo de caña era la única vía por la que podía entrar y salir.
Cuando se desactivó el central azucarero Esteban Hernández, esas tierras fueron entregadas en usufructo a un productor, quien las cercó, incluyendo la guardarraya. Aisló a Alejandrina, a su nieta y a los tres niños pequeños de esta, que son enfermizos y requieren de tratamiento frecuente en hospitales.
«Considero injusto que me hayan cerrado la vía de acceso por la que puede entrar un medio de transporte —afirma—. Si alguno de los niños se enferma de urgencia, o cualquiera de nosotras, no hay cómo salir en un medio de transporte, y la carretera está distante de la casa».
A ello se suma, refiere, que dos hermanos solicitantes de tierra en usufructo, a quienes aún no les han otorgado las mismas, cercaron el lugar alegando que son de su propiedad.
Asevera Alejandrina que todo se conoce en la Oficina de Tenencia de Tierras de la Delegación de la Agricultura en Martí, y en el Gobierno, Partido y la Dirección de Vivienda en el municipio. Y no aparece la solución.
Ella fue a la Oficina de Tenencia de Tierras de la Delegación Provincial de la Agricultura, y le dijeron que la solución estaba en manos del municipio. Y en la Oficina de Tenencia de Tierras de Martí, la respuesta fue que tenía que seguir esperando a que llegara una nueva resolución.
«¿Cuál es esa nueva resolución? ¿Qué resolución es la que se necesita para dejar un camino de acceso a una vivienda de familia», pregunta la señora, y añade que le han dicho que tiene que nombrar un abogado, porque se trata de un litigio vecinal.
«¿Por qué un abogado —pregunta—, si se trata de tierras del Estado entregadas en usufructo?, y se cuestiona que nadie en el municipio pueda resolver su problema.
«Solo pido que se deje libre la guardarraya que siempre utilicé como camino de acceso a mi vivienda. Además, solicité un subsidio, pues mi rancho está en mal estado, y que fue aprobado en noviembre de 2018, pero no tengo por donde entrar los materiales. Por el trillo que me dejaron solo puede pasar una persona a pie. Y el tiempo corre, tengo que cumplir con el término del subsidio», concluye.