Acuse de recibo
Por motivos de trabajo, Aminael Rodríguez Castillo debía viajar de La Habana a Camagüey el pasado 18 de junio, y reservó un pasaje en la Agencia Viazul, por supuesto en CUC. Se imaginaba una vía expedita y con todos los azules detalles de la puntualidad y el confort.
La salida estaba prevista para las 8:40 a.m., por lo cual los pasajeros debieron estar una hora antes en la terminal frente al Zoológico de 26, como establece la agencia.
Pero cerca de las ocho de la mañana, la chequeadora de los boletines informó por el audio local que todas las salidas programadas entre las 08:00 a.m. y las 13:00 p.m. estaban retrasadas. Así, sin ninguna información de por qué. Y ante las reclamaciones de algunos viajeros, solo dijo, mostrando un file azul, que ahí estaba el libro de quejas y sugerencias, por si alguien deseaba plantear algo, que se lo solicitara para entregarle una página foliada y la entregara en la dirección de la terminal.
A las 8 y 30 de la mañana, Aminael se acercó a las taquillas de información de la terminal y solicitó que le aclararan el motivo del atraso en las salidas de los ómnibus programados. Y la respuesta de dos empleadas fue que ellas no tenían ninguna información al respecto, que habían notificado lo que les había dicho el jefe de operaciones de la base de transporte. Que más tarde se presentaría algún funcionario para precisar y dar mayor información a los viajeros.
«Es totalmente incomprensible, señala Aminael, que en un servicio planificado con anticipación, salidas de ómnibus diarias previstas con un cronograma que supongo sea analizado y revisado por un equipo de trabajo, de pronto se cancelen todas las salidas y nadie dé la más mínima explicación».
Para colmo de las molestias, agrega la incomodidad reinante en el salón de la terminal: un local ubicado dentro de lo que fue otra instalación con paneles de vidrio en todo su perímetro, diseñado para un sistema de climatización que no funciona. Las consolas, supo averiguando allí, se llevaron a reparar hace un largo tiempo y no han regresado.
Calor infernal, sin un bebedero o una simple caja de agua; esta última fue retirada porque Salud Pública le detectó un criadero de mosquitos, y entonces «resolvieron como el que sorprende a la esposa traicionándolo y bota el sofá», señala Aminael.
El único servicio eficiente y puntual que Aminael observó durante la angustiosa espera de más de ocho horas, fue el cobro del baño. A la llegada a este lugar el hedor era infernal. Luego tres empleadas lo limpiaron, «y cual centinelas apostadas en la puerta de un polvorín no te dejaban pasar si antes no abonabas el peso; a riesgo de que si no lo tenías debías ir a buscarlo o hacer las necesidades más elementales de un ser humano en la puerta», refiere.
Otra muestra de indisciplina y falta de exigencia, según Aminael, fue que a las 8 y 35 de la mañana llegó el ómnibus 865, el cual, según las indicaciones del expedidor y el anuncio del audio local, debía salir rumbo a Varadero. Pero el chofer de este le ripostó al primero que él iba para Viñales, pues tenía que recoger unas cosas que tenía por allá. Y partió para Viñales.
Finalmente, sobre las tres de la tarde, un equipo de la Empresa de Ómnibus Nacionales cubrió la ruta Habana-Camagüey del turno 8:40 a.m., sin que absolutamente nadie aclarara el motivo de los retrasos.
«Si de antemano se conocía del atraso de esta y de las otras salidas, apunta, y la solución era cubrir con los vehículos de la Empresa de Ómnibus Nacionales, ¿por qué no se realizó en el horario previsto, o por lo menos no se ofreció una explicación convincente a los viajeros.
«Le recuerdo a Viazul que es la encargada de la transportación de muchos turistas que van hacia lugares de destino con horario y días programados, y que de no llegar el día y la hora prevista simplemente porque Viazul retrasó sus salidas, les causan perjuicios que la empresa debería cubrir, además de los que causa a los que obligadamente por razones de trabajo debemos encomendarnos a sus pésimos servicios», explica.
Como una paradoja todavía resuena en el mal recuerdo de Aminael el lema estampado en una gigantografía en el salón de la terminal donde desesperó más de ocho horas: El destino lo pone usted, la exclusividad la ponemos nosotros.
«¿A qué exclusividad se refieren?», pregunta el pasajero, y espera una respuesta de Viazul allí, en su hogar, en O’Reilly 360, apto. 1, entre Habana y Compostela, La Habana Vieja, La Habana.