Acuse de recibo
Juan Antonio Rosales Rodríguez (calle 4 No. 72 M, entre 13 y 19, Reparto Siboney, Bayamo) es trabajador por cuenta propia en la modalidad de operador de audio, y se queja de la Dirección Municipal de Cultura de esa ciudad, a la cual presta sus servicios.
Refiere el remitente que desde julio de 2017 se han venido presentando irregularidades con los pagos que esa institución debe hacerle por dicho servicio.
El contrato que ambas partes suscribieron, subraya Rosales, en uno de sus párrafos dice: «El cliente abonará al prestador la cifra fijada por cada trabajo realizado en un plazo de un mes. Si el cliente violara este acápite, está en la obligación de abonarle al prestador el dos por ciento por cada día de mora».
Y aclara que el prestador es él, y el cliente la Dirección Municipal de Cultura.
«No hacen el pago por mora, y mucho menos pagan en tiempo y forma», subraya Rosales y agrega: «Se ha tratado de revertir la situación, pero al parecer no va a suceder. Lo único que obtengo por respuesta es que el Departamento Económico del Gobierno municipal no pone en tiempo y forma la cifra monetaria para estos pagos.
«Mientras tanto, afirma, seguimos manteniendo nuestras familias del aire, y los impuestos tampoco esperan por nosotros, pues el año pasado fui multado por no pagar en tiempo, y todo se debió a esta situación, que es irresistible», refiere.
La disciplina de pagos es una obligación económica y moral por igual para los sectores estatal y no estatal. Pero así como los trabajadores por cuenta propia están obligados a cumplir con la política fiscal y con sus acreedores estatales, las entidades que, en nombre del Estado socialista quebranten los contratos, debían ser penalizadas. Lo primero es dar el ejemplo de rigor y respeto, desde la institucionalidad.
Bicicletas eléctricas… ¿Sin piezas de repuesto ni baterías?
El septuagenario Leonardo Benedicto Ruiz, Gloria del deporte cubano en tiro deportivo, y residente en Julio Sanguily 255, La Vigía, Camagüey, se compró hace dos años una bicicleta eléctrica para sortear las grandes distancias de esa ciudad. Pero...
Siempre hay un pero: presentó problemas ya con la batería. Y en la unidad de venta le dijeron que no han entrado, nadie sabe por qué. Leonardo llamó a la empresa productora de esas bicicletas eléctricas en Villa Clara, y le informaron que no hay piezas de repuesto.
Sin embargo, el camagüeyano contrasta ese deficitario panorama con las informaciones recientes en la prensa acerca de producciones de bicicletas eléctricas en el país:
«¿Cómo es posible que se produzca un artículo que vale 658 CUC (16 450 CUP), y no se le garantice las piezas de repuesto, en especial la batería? Quizá en una sociedad de consumo tenga justificación, pero en la nuestra, que todo se planifica, no tiene justificación alguna», concluye el exatleta.
De madre lo de las postales…
Luis Bravo Fariñas (Calle 9 No 17007, entre A y B, Altahabana, La Habana) relata que con motivo del Día de las Madres, envió postales de felicitación a su esposa y otras mamás en el país, y a su nuera, en Chile. Unas llegaron a sus destinos, incluida la de Chile, pero otras no.
«¿Dónde estarán? ¿Por qué no llegaron? ¿Las devolverán al remitente? ¿Las habré perdido junto con el dinero invertido? ¿Quién dará la cara? ¡Me siento molesto y estafado!», afirma Luis.
Cada año irrumpe aquí la paradoja que no cesa:
Por un lado, Correos de Cuba hace ingentes esfuerzos por garantizar producciones elevadas de postales hermosas y amorosas por el Día de las Madres, con diversidad de motivos.
Por el otro, continúan las quejas sobre postales impuestas con tiempo, que nunca llegan a sus destinatarias. ¿Dónde se extravían? ¿Por qué no llegan todas, como años atrás? ¿Qué puede decir Correos de Cuba, sobre esta modalidad de engaño al consumidor con el bien más preciado: el amor y el cariño?