Acuse de recibo
Calientes, como chorros de agua hirviendo, suelen recalar en nuestro espacio angustias con los refrigeradores. Falta de previsión, ineficiencias, dilaciones y mucho más se conjugan para que la reparación de estos aparatos se obstaculice frecuentemente y les derrita la existencia a sus dueños. Hoy damos paso a dos misivas desde la capital.
La primera viene a nombre de Mayelín Piedra Trujillo (Zona 15, Edif. 608, Apto. 34, Alamar, La Habana del Este), quien desde el 20 de agosto de 2016 tuvo que reportar su equipo de refrigeración, en el taller de la Zona 1 (12 plantas), del mencionado reparto.
«Pasadas las 72 horas se personó en mi casa el mecánico y dictaminó que era la máquina, que ya no tenía arreglo, por lo que debería ser cambiada, y me dio la orden de servicio 2037. (…) Ahí comenzó mi odisea», cuenta la remitente.
A partir de ese instante, semana tras semana se presentaba Mayelín en el referido taller para mantenerse informada sobre la entrada de las máquinas. Esto le ocasionó incluso llegadas tarde a su trabajo, y la consiguiente rebaja salarial; pero ella sentía necesario darle seguimiento al asunto. Y al parecer, por lo que narra, no estaba muy errada.
El 10 de febrero de 2017 me persono en la Empresa Unidad Empresarial de Base–Programa de Ahorro Energético (UEB-PAE), sita en 20 de Mayo y Martha Abreu, Cerro (…), y planteo mi inconformidad ante el administrador y el segundo de la unidad. Estos se comunican con el taller de la zona 1 (12 plantas) (…) y allí le confirmaron que estaba reportada mi máquina del refrigerador por rotura y que ocupaba uno de los primeros cinco lugares en el escalafón para adquirir este equipo», evoca la doliente.
«El 14 de marzo de 2017 —detalla—, me comunican del taller que ya mi refrigerador tenía instalada la máquina, pero que tenía que esperar para probarla. Al día siguiente me personé en el taller y cuál no sería mi sorpresa al anunciarme José (jefe de las reparaciones), que mi refrigerador tenía salidero, por lo que había que cambiarle el mueble».
Y desde entonces lleva esta habanera esperando, molestando a sus vecinos para guardar alimentos y enviando a su niña de diez años a la escuela con el pomo de agua y el refresco al tiempo.
Aclara la lectora que siempre ha sido bien tratada en el taller, tanto por José como por los demás empleados y por el administrador; pero no entiende que deba aguardarse tanto para esta gestión tan importante en cualquier hogar. Se trata de un equipo que puntualmente sigue pagando de su salario, y del que hace más de un año y medio no disfruta la familia.
Similares angustias ha padecido Pablo García Pérez (calle 4ta, No. 105, entre 11 y 13, Parcelación Moderna, Arroyo Naranjo). El aparato de él dejó de congelar en noviembre de 2016. Los técnicos certificaron entonces que se trataba de un salidero de gas por la tubería interior del congelador.
«Con fecha 14/11/2016 se abrió la orden 6136 en el consolidado La Lira, del municipio Arroyo Naranjo, para que se le efectuara el cambio de mueble, al ser la única solución que tiene la rotura», rememora el afectado.
Desde ese momento hasta la fecha —añade— ha hecho unas cuantas visitas al referido taller, se ha entrevistado con el administrador y este siempre le ha informado que no han entrado muebles para realizar el cambio.
«He esperado pacientemente la solución de este problema, pero no veo ninguna perspectiva, y es bastante triste, después de haber realizado una inversión que debería ser duradera (6109.68 pesos) (…); está en la casa como un objeto decorativo, siendo tan necesario», sostiene el habanero.
¿Cuándo les llegará un poco de frío a estas dos familias? ¿Qué alternativas hay trazadas para que la reparación y reposición de piezas de estos equipos deje de ser una calamidad?