Acuse de recibo
Fueron tres años de trabajo, de lejanía de la familia, de restricciones. Y al final de las labores y de la tensión, una nueva tensión: los paquetes que debían llegar a Cuba con los frutos del ahorro y el esfuerzo, retrasados ¿o perdidos? en un limbo inescrutable.
¿Les suena esa historia? Ya han recalado muchas de este triste cariz en Acuse. La de hoy viene en la voz de la máster en Ciencias y sicopedagoga Daury Elena Duany Veranes (edifico S-47, Apto. 7, Micro 7, Santiago de Cuba), quien colaboró en la República Bolivariana de Venezuela de diciembre 2011 a marzo de 2014, específicamente en Cabimas, Maracaibo.
A través de la agencia Espiral remitió la santiaguera seis cajas, en los envíos numerados como 0000 55, 000 53, 0000 43 y 000 95. Recuerda ella que para despachar allá dichos paquetes «debíamos llevar a la agencia de envíos Espiral u otras los documentos de autorizo de la misión que decían «Fin de Misión», con pago personal de nuestro salario, y que rastreábamos su trayecto hasta los puertos; y según la información, de 21 a 45 días estaría, en el caso de los orientales, en el puerto de Santiago de Cuba».
Toda vez que la sicopedagoga envió sus pertenencias cuando aún estaba en la misión, ya han pasado ¡más de tres años! de eso. En este tormentoso tiempo «nos hemos comunicado con Transcargo de Santiago de Cuba y de La Habana; incontables llamadas que fueron transitando desde las primeras (…), esperanzadoras: “Sí, esperamos por aquí, sabemos de esos envíos”; por las consoladoras: “Sí, ya Espiral pagó la deuda de 50 000 dólares y podrán llegar”; hasta las de este año, en los últimos meses (la carta es del pasado 6 de junio), que de Atención al cliente de La Habana, una compañera por el teléfono 6993374, dijo: “Olvídense de que eso llegue, que nada ya les va a llegar. Espiral quebró, aquí nadie les dará razón de su carga”».
Y por supuesto que ante semejantes «bombazos», Daury Elena tuvo que reponerse, para poder al menos escribir y seguir reclamando. Para que alguien le explique, la ayude, la saque de la incertidumbre.
El 29 de abril pasado, aquí mismo vio la luz la respuesta que el Director General del Grupo Empresarial de Transporte Marítimo Portuario (Gemar) ofrecía a la colaboradora granmense Olga Margarita Castillo, que se hallaba en situación parecida a la santiaguera.
Explicaba entonces el directivo que su institución le comunicó a la promovente la situación en que se hallaba su carga y le expresó que «su contrato fue personal, empleando como vía de servicio la agencia Espiral Infinito (inferimos se trate de la misma agencia Espiral)». «La Empresa de Transcargo —remarcaba— no participa en la transportación de la mercancía y se responsabiliza con la carga una vez que arriba al país».
Cerrando aquel Acuse este redactor cuestionaba: «Al mencionarse un contrato “personal” con la agencia Espiral Infinito, ¿qué debe inferirse? ¿Pertenece a Cuba o a Venezuela? ¿Existe alguna cláusula o convenio en virtud del cual Gemar y Espiral Infinito sean corresponsables por el destino final de las cargas?».
Como no obtuvimos respuesta entonces, la interrogante sigue en pie, con el agravante de que son centenares, según le explicaron a Daury Elena en Transcargo, los colaboradores que se hallan en este limbo.
¿Qué hacer? ¿Quién y cómo ampara o representa a estos colaboradores cubanos para que se recupere el resultado de su sacrificio? Urgen respuestas.