Miguel de Marcos Periodista cubano. Autor: Juventud Rebelde Publicado: 13/03/2025 | 10:22 pm
Un comentario realizado en la anterior edición de Los Regañones nos lleva directamente a nuestro invitado de hoy. Al referirme al humor en la prensa y la literatura cité un escrito de Samuel Feijóo en el prólogo del libro Cuentos cubanos de humor, cuya selección de autores realizara el propio Feijóo: «El verdadero cuento de humor (en Cuba) no acaba de surgir como estilo de un verdadero prosista hasta la aparición de Miguel de Marcos, cuyos Cuentos pantuflares se cargan de humor de principio a fin».
Algunas personas se han interesado por saber un poco más sobre este periodista y escritor nacido en La Habana a finales del siglo XIX y cuya obra, y efectivo paso por la prensa cubana, tuvo lugar en la primera mitad del pasado siglo XX.
En mi investigación pude corroborar que, según varios sitios de internet, «Miguel de Marcos García (La Habana,1884-1954) estudió la Primaria en el colegio Melitón Pérez. Se graduó de bachiller en el Instituto de La Habana (1912) y terminó Derecho Civil en la Universidad de La Habana en 1916. Ejerció esta profesión durante tres años, pero la abandonó para dedicarse al periodismo.
«Después de colaborar en el diario Cuba, en el que se inició como periodista, fue redactor y colaborador de las publicaciones de su época: Tiempo, Prensa Libre (del que fue subdirector), Diario de la Marina, La Nación, Heraldo de Cuba, El Mundo, Carteles, Avance, Bohemia y Grafos. En la prensa ejerció funciones de director, subdirector, jefe de Redacción, jefe de páginas políticas, entrevistador de personalidades cubanas y extranjeras, cronista parlamentario y editorialista».
En 1938 ingresó como miembro de la Academia Nacional de Artes y Letras, con el trabajo El arte y la ciencia de informar. Perteneció además a la Asociación de Escritores y Artistas Americanos. Figura en la historia de la literatura cubana como maestro del humor y la ironía. Sus obras de ficción más relevantes fueron las novelas Papaíto Mayarí y Fotuto, ambas de humor y costumbrismo criollo. Escribió dos volúmenes de cuentos: Lujuria. Cuentos nefandos y Fábula de la vida apacible. Cuentos pantuflares.
A lo largo de su extensa carrera como periodista utilizó los seudónimos de Mig, Tirso Asís y Teodorico Raposo. Cuando la televisión llegó a Cuba se convirtió en uno de los panelistas del programa Ante la prensa, y se destacó por su criterio agudo y polémico que siempre lo acompañó. Miguel de Marcos recibió los premios Justo de Lara y Juan Gualberto Gómez, que fueron los dos galardones periodísticos más importantes de la Cuba republicana.
En el libro Cuentos de humor encontré algunos de sus geniales textos y en la revista Bohemia, online, del pasado 30 de diciembre de 2024, disfruté de un artículo titulado «Un escritor olvidado también hace reír», escrito por el entrañable periodista y amigo Luis Hernández Serrano, que sugiero, porque hace un merecido homenaje y acercamiento profundo a este insigne periodista y escritor cubano, Miguel de Marcos, que hizo del humor su lenguaje más certero.
Inventario del planeta
(fragmento)
Eudaldo Malpica pudiera decir como Lue Durtain: He recorrido el mundo como un poeta, no como un agente de turismo. Cierto. Eudaldo Malpica salió una tarde de 1907 del puerto de La Habana, a bordo de La Champagne. Tenía entonces 30 años. Iba a buscar paisajes, ruinas, monumentos, civilizaciones. Iba a tentar un inventario del planeta, como le dijo al cochero que lo condujo al Muelle de Luz. Es una tarea que lleva tiempo. La prolongó durante 36 años. Hace unos días, a bordo del Magallanes, regresó a Cuba. Ahora Eudaldo Malpica es un anciano florido, elegante, todavía esbelto, las mejillas rosadas, el paso ágil y elástico. Tiene dos méritos suficientes después de haber hecho tan larga estancia en el extranjero: no ha mixtificado con tintes suspectos sus abundantes cabellos blancos y conserva en el fondo de su alma un amor inmarcesible por Cuba, y específicamente por esta Habana en que naciera. Pero uno no abandona impunemente, por tanto tiempo, la querida tierra natal. Se circula, entonces, con un aire desvaído y fantasmal. Nuevos rostros, casi todos desconocidos, nuevas imágenes que tienen desgarramiento y contorsiones. Y palabras que estallan en el aire y que parecen brotar de un lenguaje recóndito. Eudaldo Malpica, que aún conserva su viejo palacio del Cerro, salió un día de La Habana, para inventariar el planeta. Ahora se ve forzado a realizar el descubrimiento de la vida cubana. Pero Eudaldo Malpica, a los 66 años, no está fatigado, y su curiosidad es la misma de sus años mozos.
En el muelle preguntó inmediatamente por algunos viejos amigos, y en su interrogación intercalaba una ternura:
—¿Qué es de la vida de Alejandro Goytisolo? Gran muchacho, fuerte, vivaz. Le complacían las cenas tumultuosas en La Chorrera, y allí oficiaba sobre un arroz con pollo que embadurnaba con vino de Jerez.
—Se ñampió hace dos años.
—No comprendo —repuso Malpica.
—Muy fácil, viejo. Se ñampió, es decir, se murió. Era lógico, después de todo. El excelente Goytisolo estaba ya un poco ocambo.
—¿Ocambo? No comprendo esa palabra. ¿Qué quiere decir ocambo?
—Ay, chico, llegas a Cuba después de una ausencia de 36 años. Te lanzaste por esos mundos a inventariar el planeta. Vuelves a Cuba y no entiendes nuestro lenguaje. Es preciso que te pongas al día, porque de lo contrario una conversación contigo será un fastidio.
Miguel de Marcos
Fábulas de la vida apacible, La Habana, 1943 y Cuentos Pantuflares, 1947. Reeditado en Cuentos cubanos de humor. Editorial Letras Cubanas, 1979. Selección Samuel Feijóo.
Amílkar Feria Flores. Pintor, ilustrador, caricaturista, grabador, escritor y artista visual. Licenciado en Pedagogía en Artes; Diplomado en Antropología cultural y en Producción simbólica. Su desempeño se ha centrado en la ilustración artística para prensa y libros. Durante algunos años colaboró con las páginas de dedeté y publicaciones periódicas como Bohemia, Cuba Internacional, Revista del Libro Cubano, Manos, La Calle, La Isla Infinita, Habanera, Alma Mater, Juventud Técnica, Lapiztola, La Letra del Escriba, La Gaceta de Cuba, Boletín del Gabinete de Arqueología de la OHCH, Zunzún, Tono, El Caribe Arqueológico, y en las páginas digitales de la AIN, la revista Pionero y el Centro de Información para la prensa. Entre sus obras publicadas se destacan: Las dulces horas, Algunas animalezas y otras bestialidades y Crónicas diluvianas. Cuenta con numerosas exposiciones personales y colectivas en Cuba y el extranjero. También ha ejercido el magisterio en múltiples centros de estudios.