Acuse de recibo
No descubrimos el agua tibia al repetir que el pago de los trabajadores es sagrado y todo lo que lo afecte debe combatirse con energía. Pero nos viene a la mente esa idea cuando se reciben cartas como las de los habaneros limpiadores de áreas verdes Alejandro Márquez y Abel Márquez (avenida 253 No. 4011, e/ 40 y 42), y Yanny Maqueira (avenida 245 No. 3808, e/ 38 y 40), en La Lisa, Punta Brava.
Cuentan los remitentes que han tenido reiteradas complicaciones referentes a irregularidades con su salario en la Empresa de Saneamiento Básico de La Habana, a la que pertenecen, ubicada en Ave. 51 y 124, Marianao.
«Somos los encargados del mantenimiento de las zanjas, ríos y arroyos de la localidad de Punta Brava, explican los capitalinos. Nuestro trabajo consiste en la limpieza manual. Realizamos dos operaciones fundamentales: chapeo y zanjeo. El chapeo consiste en cortar la vegetación que sobresalga diez centímetros sobre la superficie, con un ancho de dos metros desde la orilla de la zanja (...). El zanjeo consiste en la limpieza de basura y desobstrucción del cauce mediante el gancheo (recogida con ganchos) de la basura en la zanja».
Pero resulta que la medición de las zanjas para pagar por el correspondiente trabajo ha tenido unos vaivenes que los empleados no logran explicarse. Por lo general, razonan ellos, si a un trabajador se le asigna la limpieza (chapeo y zanjeo) de un cauce de diez metros, eso se mantiene relativamente estable. No cambia de medida todos los días una zanja en un área verde. Sin embargo, el «metraje» por el que les han pagado ha tenido asombrosas fluctuaciones.
Y en otros momentos, en los que la cantidad de trabajo asignada debía fluctuar porque, por ejemplo, se encuentran haciendo 12 hombres las labores de 16, entonces se ha consignado el mismo volumen de faena.
Detallan los remitentes las cifras facturadas en distintos meses para ilustrar su reflexión: marzo de 2015: zanjeo-900 metros; octubre de 2015: zanjeo-22 020 m; enero de 2016: zanjeo-5 000 m; noviembre de 2016: zanjeo-10 540 m.
Y abundan los limpiadores en su misiva acerca de diversas gestiones y reclamaciones infructuosas al interior de la empresa. Así, ejemplifican que un técnico provincial de la entidad al que se dirigió Yanny Maqueira «para pedirle la producción y la tarifa salarial del mes anterior», le dijo «que nosotros no necesitábamos saber nada de eso». Algo similar le ocurrió a Alejandro Márquez cuando le solicitó la factura al Director de la Base Oeste de la institución.
«Esta situación ya es conocida por todos. Nadie ha hecho absolutamente nada. En menos de tres años hemos tenido aproximadamente (…) seis directores en la base. El sistema de pago nunca se ha discutido», se duelen los habaneros.
Urge que estas demandas no sigan yéndose por la zanja de la desatención, añade este redactor.
El mayabequense Eligio A. Álvarez González (avenida 19 No. 2809, e/28 y 30, Quivicán), no se explica cómo pueden existir dos escenarios tan diametralmente opuestos: «En la terminal de ómnibus del Cotorro (Ave. 101) hay colocadas en un cristal a la entrada —visibles para el público— unas hojas de papel escrita a lápiz o bolígrafo, con los horarios de salida de todas las rutas de esa terminal, tanto de las que tienen pocas salidas como de las que lo hacen con más frecuencia y tienen confronta (A-10).
«En la terminal de Santiago de las Vegas no tienen nada de esto, ni siquiera para las rutas con pocas salidas y sin confronta (45, 46, 440, 476). Una vez pusieron un letrero que decía: “No moleste. No pregunte nada. No sabemos cuándo sale la guagua”», narra el lector en carta fechada el 29 de enero y recibida el 27 de febrero en JR.
¿Cómo se explica esto?, inquiere Eligio, cuando ambas instituciones no pertenecen a provincias ni organismos distintos. ¿Será tan difícil para la que no lo hace informar al público al que se debe?