Acuse de recibo
Rodelsi Hernández (Enrique Villuendas 56, entre Veteranos y José Grau, Ranchuelo, Villa Clara) vindica en su carta el derecho vulnerado de su padre de 86 años, José Ramón Hernández, a reponer su prótesis auditiva averiada, y denuncia lo que considera «falta de transparencia del Centro Auditivo de Villa Clara» en la prestación de sus servicios.
Precisa Rodelsi que hace alrededor de un año el aparato de su padre fue diagnosticado sin posibilidades de reparación en dicho centro. Tuvo que entregar la prótesis, sin que mediara comprobante alguno, para ser anotado en una lista de espera, en la cual le dieron un número que estaba entre el 160 y el 170 (no recuerda el número exacto, pero sí el rango).
Al inquirir sobre la lista, le dijeron a Rodelsi que ahí anotaban en orden consecutivo, según fueran llegando los pacientes, y que los de reposición no tenían prioridad. Entraban por la misma vía y debían esperar por su turno. Le dijeron también que ellos iban citando a cada paciente, según el teléfono anotado. No obstante, los interesados podían llamar y estar al tanto.
Rodelsi llamaba periódicamente, y siempre respondían que no habían llegado los aparatos. Pero a inicios de 2015 se enteró de que había entrado un lote al Centro. Se presento allí, y le informaron que habían recibido 200 aparatos auditivos, y que ya los habían repartido.
Entonces, él solicitó que buscaran a su papá en la lista, porque a lo mejor habían llamado a la casa en un momento en que no había nadie. ¡Oh, sorpresa!, la libreta que contenía la lista de espera ya no existía. Buscaron en una computadora portátil, que mediante el sistema Excel, tenía organizados a los pacientes por municipios. Cuando precisaron el de Ranchuelo, y encuentran los datos del anciano, le informaron al hijo que no le fue asignado el aparato a aquel.
Rodelsi argumentó que si habían entrado 200, y su papá tenía entre el lugar 160 y el 170, lo lógico es que le hubieran asignado uno de esos dispositivos. Y entonces le explicaron que se orientó organizar la lista por municipios, y asignar a cada uno una cantidad de prótesis, en dependencia del número de pacientes de cada territorio. Y también se le informó que se estaba priorizando a los trabajadores jóvenes.
Esperaron una nueva asignación de aparatos. Y hace poco más de dos semanas supieron que habían llegado, pero no sabían cuándo los iban a asignar, porque «no tienen médicos preparados para realizar los ajustes de los mismos, y están en función de esa preparación».
Con los antecedentes experimentados, Rodelsi se presentó en el Centro Auditivo, y allí se enteró de que existe una nueva categoría de pacientes, en la cual clasifican los combatientes. Pues, por gestiones propias, estos habían conseguido que especialistas del Hospital Pediátrico les ajustaran los aparatos que les habían asignado. Y el resto de los pacientes debía esperar, porque esa había sido una gestión puntual de aquellos.
Si realmente se desea trabajar con la máxima transparencia, afirma Rodelsi, y se hace necesario establecer nuevas reglas, se debe hacer un corte y respetar el orden que existía hasta ese momento. Y partir de ahí, y con los nuevos pacientes, comenzar las nuevas reglas.
«Deja mucho que desear ese cambio repentino del mecanismo de asignación, donde aparecen categorías y clasificaciones de personas con prioridad sobre otras (...).
«Por otro lado, ¿que garantía tienen los que esperan su turno, de que todos los que obtienen su aparato por pertenecer a un “grupo prioritario” clasifiquen realmente como tales? (...).
«Quisiera que me respondieran por qué en Villa Clara no existen médicos preparados para ajustar los aparatos auditivos existentes en almacén. ¿Quién ajustaba esos aparatos (...)? ¿Cuánto tiempo más tendrá que sufrir mi padre ese maltrato injustificado?»